ELECCIONES DECISIVAS

Turquía en la disyuntiva

El país celebra unos comicios legislativos en los que decide si dar más poder a Erdogan

Seguidores del islamista AKP en un acto electoral en Ankara.

Seguidores del islamista AKP en un acto electoral en Ankara.

JAVIER TRIANA / ESTAMBUL

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Turquía vota hoy en las elecciones legislativas más decisivas desde que el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco) inundara el Parlamento con tres mayorías absolutas consecutivas iniciadas en 2002.

En esta ocasión, sin embargo, el AKP podría ver su dominio en el hemiciclo gravemente dañado: son pocas (y elaboradas por órganos pro-gubernamentales) las encuestas que predicen que el partido fundado por el ahora presidente, Recep Tayyip Erdogan, obtendrá una mayoría absoluta.

Solo que el islamista AKP necesita mucho más que eso. Le hacen falta al menos 330 de los 550 diputados de la Cámara para llevar a cabo una reforma constitucional que transformaría el país en una república presidencialista, algo que ansía Erdogan, a quien diversas organizaciones independientes acusan de deriva autoritaria, de manipulación de la justicia en beneficio propio y de limitar la libertad de expresión.

Pero algunos, como el vigilante de seguridad Serdal Akcan, no parecen preocupados por estas denuncias. «Yo voto al AKP. Este domingo, lograremos el 60% de los sufragios», aventura, optimista.

Tiene motivos para serlo: durante la campaña electoral, la maquinaria estatal se ha puesto al servicio del AKP y el propio presidente (a quien la Constitución prohíbe explícitamente tomar partido por grupo político alguno) ha arremetido de forma reiterada contra la oposición. En particular, contra el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), al que, en su opinión, apoyan «el lobi armenio y los homosexuales».

ATENTADOS EN LA CAMPAÑA

Las acusaciones incendiarias contra el HDP han terminado cobrándose sus víctimas y, en el cierre de campaña, dos artefactos explosivos acabaron con la vida de al menos cuatro personas e hirieron a más de un centenar en la capital oficiosa del Kurdistán turco, Diyarbakir, aunque se desconoce la autoría.

En total, se han registrado unos 200 incidentes contra sedes y personas relacionadas con el HDP. Los sucesos violentos contra el principal grupo opositor, el socialdemócrata CHP, o el gobernante AKP se cuentan con los dedos de una mano.

Por esta razón, y por el creciente control ejercido por Erdogan, muchos votantes de la oposición temen al fantasma del fraude electoral. Para la escritora turca de fama internacional Elif Shafak, «en una democracia madura, el individuo está protegido de los excesos del Estado, y en Turquía es todo lo contrario: el Estado se protege del individuo».

De ahí la irrupción de grupos de observación electoral pertenecientes a la sociedad civil, como Oy ve Ötesi (Voto y Más Allá), que velarán por la limpieza del proceso.

SOSPECHA DE FRAUDE

«Siempre ha habido mucha especulación sobre un potencial fraude y desconfianza en el sistema», explica a este diario Selin Kori, coordinadora de programas de esta asociación. «En una encuesta reciente, un 40% contestó que creía que habría fraude en los comicios. Para nosotros, es una señal para dar un paso adelante como sociedad civil y reclamar nuestros derechos constitucionales».

De ser unas votaciones sin incidentes, la clave residirá en el HDP, centrado en la resolución de la compleja cuestión kurda pero ahora también constituido en partido de izquierdas. Las encuestas estiman la intención de voto al HDP en torno al 10%, precisamente donde está situada la barrera electoral turca para acceder al Parlamento, una de las más altas del mundo (el 3% en España).

La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) cree que esta disposición legal «elimina la posibilidad de que partidos minoritarios o regionales entren al hemiciclo y distorsiona el objetivo esencial de un sistema proporcional».

Si el HDP supera el listón y entra en el Parlamento, es más que probable que Erdogan tenga que renunciar a la ampliación de sus poderes. El momento es crucial un país en el que, según el analista y escritor Ates Ilyas Bassoy, «el partido político más grande del momento es el de «hay que parar a Erdogan» .