Terror en Escandinavia

Noruega reclutará más policías para reforzar la seguridad

SHARIDYN SVEBAKK BOEHN 3 La más joven de las víctimas identificadas hasta ahora en la isla de Utoya tenía 14 años.

SHARIDYN SVEBAKK BOEHN 3 La más joven de las víctimas identificadas hasta ahora en la isla de Utoya tenía 14 años.

MARC MARGINEDAS
OSLO / Enviado especial

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El paraíso noruego está, cuando menos, en proceso de revisión, tras la matanza de 76 personas, la mayoría de ellas adolescentes, en un campamento de verano el pasado viernes. El Gobierno de Noruega anunció ayer, como medida cautelar, la creación de un centenar de nuevos puestos de policía y el establecimiento de una comisión, no de investigación, para extraer las lecciones necesarias que impidan que semejante suceso se repita. Ambas medidas irritarán a buen seguro a ciertos sectores de la sociedad y la política noruegas, que no desean que se altere la apertura y la cercanía que han caracterizado al modelo político y social del país escandinavo.

«Tras la investigación, y cuando, de alguna forma, hayamos reconfortado a aquellos que han perdido a familiares, llegará el momento de examinar todas las lecciones que debamos extraer de esta operación», subrayó el primer ministro noruego, Jens Stoltenberg.

El objetivo de la comisión, que será bautizada con el nombre de comisión del 22 de julio, «será establecer qué es lo que ha funcionado bien y lo que ha funcionado menos bien», dijo el mandatario, antes de puntualizar que en ningún caso su objetivo sería depurar responsabilidades. Stoltenberg insistió en que el día de la matanza se utilizaron todos los recursos disponibles, y prometió que el país no se arredaría ante quienes «quieren sembrar el pánico».

Paralelamente al anuncio del primer ministro, el principal sindicato policial dio a conocer que el Ministerio de Justicia había desbloqueado 20 millones de coronas (2,6 millones de euros) para crear un centenar de puestos de policía.

ESPECTRO POLÍTICO/ Para las formaciones situadas a la izquierda del Partido Laborista en el espectro político noruego, las dos decisiones constituyen una mala noticia en sí mismas. «Es muy importante mantener la confianza en la sociedad; cuando la gente confía los unos en los otros, es mucho más seguro que tener a agentes de policía desplegados por todos lados», declaró a EL PERIÓDICO Iver Aastebol, líder del movimiento juvenil comunista Rod Ungdom.

Aastebol advirtió que si comenzaban a erigirse barreras y a armar a agentes de policía en Noruega, el país estaría «perdido» y el criminal habría logrado su propósito. «Es una situación muy especial y sería muy fácil [para el Gobierno] lograr apoyo para hacer cambios», reflexionó el dirigente comunista.

Pese a las quejas de Aastebol, en otros países escandinavos esta accesibilidad ya ha sido puesta en entredicho y limitada después de que se produjeran sucesos traumáticos, como en el 2003 en Suecia al ser asesinada a cuchilladas la ministra de Asuntos Exteriores, Anna Lindh, cuando realizaba unas compras sin la custodia de guardaespaldas. El asesino tenía la doble nacionalidad serbia y sueca y aseguró posteriormente que no había actuado movido por motivos políticos.

Pese a las insistentes declaraciones de los dirigentes políticos noruegos de que el país no se dejaría intimidar por la actuación de un asesino múltiple con delirios racistas, lo cierto es que el temor y la inquietud con el que conviven a diario los ciudadanos de otros países occidentales va a permanecer durante algún tiempo en estas, hasta ahora, apacibles latitudes. Prueba de la piscosis que se ha apoderado de la vida cotidiana noruega fue la evacuación, ayer por la mañana, de la estación central de Oslo, al hallarse una maleta abandonada en un autobús aparcado. La alerta fue levantada por las autoridades policiales dos horas después, cuando los artificieros se cercioraron de que en su interior no se hallaba ningún explosivo.

La policía ha admitido que se reciben muchas llamadas telefónicas de gente inquieta que cree haber visto escenas sospechosas. «En algunas ocasiones los agentes han tenido que intervenir», señaló el portavoz Sturla Henriksboe.