CRÓNICA DESDE ROMA

Noches no tan alegres en la ciudad imperial

Aspecto de la noche romana.

Aspecto de la noche romana.

ROSSEND Domènech

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Aviso a navegantes. Con la llegada del verano la ciudad de Roma ha prohibido el trekking alcohólico. O el pub crawl (está de moda decir en inglés algunas expresiones que en italiano tendrían una equivalencia).

Traducido: se acabaron los tours de bajo coste que algunas agencias organizaban para turistas jóvenes, a quienes llevaban de bar en bar, en una original barra libre que abarcaba toda la ciudad ubicada dentro de las ruinas imperiales. Muchos acababan borrachos y tendidos en alguna barandilla del Tíber y, en el peor de los casos, algunos caían 20 metros hasta las aceras de las orillas del río, donde se mataban.

Con la barra libre imperial, el alcalde ha prohibido también la algazara y el griterío que suelen acompañar una buena cantidad de alcohol y, ya que estaba, ha decidido poner también orden en la sobreabundancia salvaje de mesas de bares y hostales por las calles. «No tengo nada contra la vida nocturna, pero quiero que todos puedan vivirla bien, porque no todos están de vacaciones y hay un decoro urbano que respetar», ha explicado. La ordenanza que prohíbe la venta nocturna de bebidas en recipientes de cristal ya existía y se renueva cada verano.

El vocerío nocturno costará entre 50 y 500 euros. La limpieza de las aceras y ventanas de los bares y pubs, que suelen amanecer como un campo de desechos y residuos de otro calado, correrá a cargo de los titulares de los establecimientos. En cuanto a las filas de mesas que han transformado el centro urbano en callejuelas, se practicaba la costumbre de aceptar la multa y, una vez pagada, seguir ocupando el suelo público. «Ya no será así», promete el alcalde. La multa será de 500 euros, acompañada con el cierre por 10 días del establecimiento. Los reincidentes perderán la licencia.

En la primera noche de controles de las tres ordenanzas municipales, 28 locales sobre 58 ocupaban más suelo público del que tienen concedido. Cuatro carecían incluso de permiso. Tres no aplicaban las medidas de higiene exigidas. Un local que organizaba pub crawl ha sido cerrado por 60 días. Otros han sido multados por difundir música con las ventanas y puertas abiertas...

La escabechina ha sido mayúscula y para llevarla a cabo han salido a la calle batallones de carabineros, policías y guardias municipales. Algo que no podrán hacer cada día. Años atrás, el perímetro concedido para la colocación de mesas en la calle estuvo señalado con unas líneas verdes y los guardias acudían armados de cintras métricas para comprobar si se correspondía con los permisos. Después se instalaron bolardos que delimitaban las zonas, pero funcionó solo en los cruces, donde ahora es imposible aparcar.

Con el cambio de guardia en el Capitolio, que pasó de progresista a conservador, parecía que el asunto de la ley y el orden iría a mejor. Pero ha sido al revés. Y los romanos de a pie explican que ya no entienden muy bien si el orden es de derechas o de izquierdas o de nadie. Por si acaso, de momento se las tienen tiesas con el alcalde porque de noche les resulta difícil dormir. El resto se supone que lo decidirán cuando haya que votar.