El Nobel de la Paz premia la lucha por la educación

EL PERIÓDICO / OSLO

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En el mundo hay millones de niños que no van a la escuela y que trabajan en régimen de esclavitud. El premio Nobel de la Paz de este año reconoce la lucha de dos personas que desde hace años denuncian esta situación y defienden los derechos de los menores: la paquistaní Malala Yousafzai, víctima hace dos años de un atentado de los talibanes por defender la escolarización de las niñas y mujeres, y el activista indio Kailash Satyarthi, fundador de una organización que rescata a niños explotados laboralmente.

«Es muy importante que un hindú y una musulmana, un indio y una paquistaní, se unan en la lucha común por la educación y en contra del extremismo», dijo ayer el presidente del Comité Nobel Noruego, Thorbjoern Jagland. India y Pakistán, dos potencias nucleares, llevan décadas enfrentadas por una disputa territorial.

Malala, de tan solo 17 años, se ha convertido en la persona más joven en recibir este prestigioso galardón.

«Este premio no es el fin, sino el principio», afirmó ayer tras dedicarlo a todos los niños «cuyas voces necesitan ser escuchadas». La joven activista hizo estas declaraciones tras salir de la escuela de Birminghan, ciudad británica donde reside y estudia.

El Comité Nobel destacó «los años que Malala lleva luchando por el derecho de los niños a la educación bajo las más peligrosas circunstancias». La joven paquistaní recibió el año pasado el premio Sajarov, que otorga el Parlamento Europeo.

BLOG EN URDÚ / Antes de ser herida de un disparo en la cabeza, en octubre del 2012, Malala era conocida en su país por el blog que empezó a escribir en urdú en el 2009 -y que difundió la BBC- en el que explicaba la vida bajo los talibanes en el valle de Swatt, donde residía. Explicaba, por ejemplo, como se cerraron todas las escuelas para niñas. Los extremistas decapitaron a niños y destruyeron escuelas, como denunció el Ejército paquistaní cuando logró expulsar a los talibanes del valle de Swatt en el 2009.

El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, dijo ayer que Malala es un «orgullo» para su país, mientras que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, destacó el «coraje y la determinación» de la joven activista. «Malala ha mostrado lo que más temen los terroristas: una chica con un libro», afirmó. Una alusión al Estado Islámico, el grupo que está sembrando el terror en su avance en Irak y Siria.

Pero si la represión contra las mujeres es una práctica extendida en los regímenes islamistas más radicales, no menos lo es la explotación laboral que sufren millones de menores en muchos países del mundo, en ocasiones en connivencia con conocidas empresas occidentales.

SALVAR DE LA ESCLAVITUD / El indio Satyarthi, de 60 años, lleva más de la mitad de su vida al rescate de menores que son vilmente explotados por compañías sin escrúpulos. Satyarthi, un ingeniero informático, es el fundador de la organización

Bachpan Bachao Andolan (Marcha Global contra el Trabajo Infantil). Desde su creación en los años 90, el movimiento ha liberado de la esclavitud empresarial a 80.000 niños de más de 160 países.

Satyarthi recordó a «todos esos niños que todavía están viviendo en esclavitud a pesar de los avances tecnológicos, de los mercados y de la economía». «A ellos dedico este premio», añadió. El Comité Nobel quiso ayer destacar la manera «pacífica» como el galardonado ha llevado la lucha por los derechos de los niños, siguiendo el modelo de Mahatma Gandhi.

El premio Nobel de la Paz es el único que se entrega fuera de Estocolmo. Dotado con ocho millones de coronas -más de un millón de euros- será entregado el 10 de diciembre en el Ayuntamiento de Oslo. Desde que se constituyó el premio, en 1901, se han concedido 95 galardones; 16, contando el de Malala, han ido a parar a mujeres.