SEXO Y ESPÍAS

Muere Christine Keeler, figura clave en un caso de espionaje de la guerra fría

En los años sesenta, la modelo británica, que tenía entonces 19 años, entró en una red de prostitución y en un triángulo amoroso con un diplomático soviético y el ministro de Defensa conservador británico, que tuvo que dimitir

christine kee

christine kee / periodico

Begoña Arce / Londres

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Su foto, sentada con las piernas abiertas en una silla y presuntamente desnuda, se convirtió en un símbolo desafiante de los años 60. Ella fue la joven ‘modelo’ en el centro del más famoso de los escándalos sexuales de la política británica del pasado siglo. La amante de un espía ruso y del ministro de la Guerra británico contribuyó a la caída del Gobierno conservador de Harold Macmillan. Christine Keeler la última superviviente de llamado 'affair Profumo', ha fallecido a los 75 años, según ha confirmado su hijo. La anciana estaba enferma desde hacía tiempo y vivía al parecer en la penuria.

Decidida a escapar de un hogar pobre y de un padrastro que había abusado de ella, Keeler, una chica preciosa de 17 años, entró a trabajar en el Murray’s Club en 1959. El lugar era un cabaret en el barrio londinense de Soho, frecuentado por hombres acaudalados de mediana edad, donde las camareras servían las copas con los pechos desnudos. Allí conoció a Stephen Ward, un osteópata bien relacionado, que la introdujo en las fiestas privadas de la aristocracia, la política y otros elementos de la alta sociedad de la época.

En una de esos saraos, el 8 de Julio de 1961, durante un fin de semana en Cliveden, una propiedad en Buckinghamshire del vizconde Bill Astor, Keeler se bañó desnuda en la piscina de la mansión. El detalle no pasó desapercibido al ministro de la Guerra, John Profumo, uno de los invitados, que había acudido acompañado de su mujer.

Keeler se embarcó en una relación simultánea con Profumo y con el agregado naval de la Embajada soviética, Yevgeny Ivanov, también presente en la velada. Los rumores del 'affaire' ministerial terminaron llegando a las redacciones de los diarios y los corredores del Parlamento de Westminster. En plena guerra fría, el partido laborista decidió que había sospechas de que Keeler hubiera obtenido información secreta de Profumo y se la hubiera pasado al ruso.

Forzado a dimitir

El ministro, acorralado, negó en la Cámara de los Comunes las relaciones sexuales con la joven, insistiendo en que sólo eran amigos. Poco después reconoció que había mentido y se vio forzado a dimitir. Su prometedora carrera política había terminado. Los laboristas ganaron las elecciones en 1964, después de haber utilizado el caso de Profumo en la campaña contra los conservadores.

Para algunos de los protagonistas del escándalo el final fue trágico. En los juicios que se celebraron, Ward, acusado de vivir con “ingresos inmorales”, a costa de las chicas que presentaba a clientes ricos, se suicidó con una sobredosis de pastillas. Keeler, acusada de haber mentido al tribunal, fue condenada a nueve meses de cárcel. Cuando salió de prisión desapareció durante un tiempo de la vida pública. Más tarde se casaría dos veces y tendría dos hijos, pero los matrimonios no funcionaron.

En los años setenta concedió varias exclusivas a la prensa y escribió un total de cinco libros sobre su vida. En 1989 su historia fue llevada al cine en un film titulado “Escándalo”. Keeler nunca logró zafarse del estigma de un suceso que conmocionó a los británicos y en el que se mezclaron los prejuicios de clase, los vicios libertinos de sexo y droga entre la alta sociedad, la política y el espionaje.