NUEVO GOBIERNO EN ARGENTINA
Macri afronta su primer escándalo con la fuga de tres sicarios con una pistola de juguete
Los autores de asesinatos de alta resonancia política huyeron de una cárcel de máxima seguridad y dejaron en ridículo a las flamantes autoridades argentinas
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
ABEL GILBERT / BUENOS AIRES
Los guionistas de 'Prision Break' se preguntarían por qué no se le ocurrió a ellos esta historia: tres asesinos se escapan de una cárcel de máxima seguridad con una pistola de juguete y ponen en ridículo a un Gobierno recientemente en funciones que llegó al poder con la promesa de ser implacable con el delito. El episodio no es fruto de la imaginación de ningún escritor: tuvo lugar en la provincia de Buenos Aires y ha dejado sin habla al presidente Mauricio Macri.
La fuga tiene, a su vez, otro componente de alto voltaje político: uno de los tres que se escaparon, el portador de la pistola falsa, se llama Martín Lanatta. Durante la campaña electoral, el virtuoso prófugo acusó Aníbal Fernández, el candidato a gobernador del kirchnerismo en la principal provincia argentina, de ser el autor intelectual de tres resonantes asesinatos perpetrados en el 2008 y asociados con el narcotráfico y un cartel mexicano. La denuncia tuvo meses atrás un altísimo impacto periodístico. Finalmente, Fernández perdió los comicios frente a la joven macrista María Eugenia Vidal. Su derrota facilitó el ascenso al poder de la derecha.
Las autoridades bonaerenses hacen malabares para explicar lo inexplicable: cómo hicieron Lanatta y sus secuaces para reducir a dos carceleros y abandonar por la puerta principal, en el automóvil de uno de los guardias, la unidad penitenciaria General Alvear, ubicada unos 200 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires. El Gobierno nacional salió a respaldar de inmediato a una perpleja Vidal, quien se vio obligada a mostrarse fuerte frente a los bonaerenses que la votaron y destituyó a los jefes del Servicio Penitenciario. “Hubo complicidad interna”, dijo.
Ricardo Casal, el exministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires y uno de los principales asesores del gobernador Daniel Scioli, consideró “probada” la negligencia de un servicio penitenciario que hasta hace muy poco estaba en sus manos. Pero dijo que hay que averiguar además “si hay razones ocultas” que permitieron al trío de delincuentes salir del encierro como si lo hicieran de sus casas.
DINERO DEL NARCOTRÁFICO
El actual ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, admitió los ribetes cinematográficos del hecho y no descartó que “el dinero del narcotráfico” haya financiado el escape. Otro funcionario del Gobierno nacional, Eugenio Burzaco, estimo que es inverosímil huir de una prisión sin ayuda. El abogado Roberto Casorla Yalet, exdefensor de Martín Lanatta opinó lo mismo. Alguien pagó y “todo hombre tiene su precio”.
Aníbal Fernández, entretanto, dijo que los asesinos se fugaron como moneda de cambio de las denuncias que formularon en su contra. Se trató de una “recompensa”. Para el exministro de Cristina Fernández de Kirchner, a Lanatta y sus cómplices “les prometieron cosas por la operación mediática”. Por último, el doctor Miguel Angel Pierri, otro abogado, pero de los familiares de las víctimas de aquel asesinato, opinó que la “gran logística” planeada “hasta el detalle” que permitió a los presos condenados a cadena perpetua abandonar la cárcel solo puede provenir de hombres “poderosos”.
RECOMPENSA MILLONARIA
Sobre la cabeza de los prófugos ya pende una recompensa millonaria dispuesta por las autoridades bonaerenses. Víctor Gabriel Schillaci, hermano de uno de los sicarios, expresó su temor de que el escándalo concluya con sus asesinatos. “Van a aparecer muertos”. Fernández no desaprovechó la conjetura: “Más vale que los capturen vivos y vuelvan a la cárcel porque, si no, los responsables serán Vidal y su ministro de Seguridad, Ritondo”.
Para el diario La Nación, la “sorprendente fuga” expone “en su absoluta desnudez la creciente indefensión de la sociedad ante el crimen organizado y la cada vez más peligrosa y avanzada captación de efectivos de las fuerzas policiales y de seguridad por parte de las organizaciones delictivas”. Según Horacio Verbitsky, uno de los principales columnistas políticos de este país, las referencias que todos los funcionarios hicieron “al narcotráfico y la mafia son una coartada para no mirar de frente el desastre del Servicio Penitenciario” bonaerense. Esa institución, añadió, “gozó de márgenes excepcionales de autonomía”. En los años que Scioli gobernó la provincia creció la población carcelaria y la violencia intramuros. Detrás de esa política estuvo Casal.
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