Los héroes del tren: "O sales corriendo o peleas"

Tres estadounidenses, dos de ellos militares, y un británico evitaron una masacre al enfrentarse al atacante del tren Thalys

De izquierda a derecha, los estadounidenses Sadler y Skarlatos y el británico Norman.

De izquierda a derecha, los estadounidenses Sadler y Skarlatos y el británico Norman.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Cuando cogieron el viernes el tren Thalys desde Amsterdam rumbo a París, Spencer Stone, Alexander Skarlatos y Anthony Sadler eran solo tres turistas estadounidenses más, unos jóvenes de 22 y 23 años mezclados entre otros 551 pasajeros, gente como Chris Norman, un consultor británico residente en el sur de Francia que volvía a su casa tras un viaje de trabajo. Adonde los cuatro llegaron en su viaje tras frustrar una potencial masacre y doblegar al terrorista fue al olimpo de los héroes.

Stone, Skarlatos y Sadler son amigos desde que estudiaron juntos en el instituto. Se habían reunido para recorrer durante dos semanas Europa, celebrando que Skarlatos, un miembro de la Guardia Nacional que estudia en la universidad pública y trabaja a tiempo parcial en un gran supermercado, había acabado recientemente casi un año de despliegue en Afganistán, en la base de Bagram. Stone, militar en la Fuerza Aérea, llegó desde las Azores, donde está destinado. Sadler aprovechó las vacaciones en la universidad.

Cerca de las 17.45 horas oyeron un disparo. Luego Skarlatos, según ha explicado en varias entrevistas, vio pasar a un empleado del tren corriendo y, justo a continuación, vio a un hombre entrar en el vagón con un AK-47 y una pistola. «Simplemente miré a Spencer y dije: 'Vamos, Spencer!».

Su amigo, entonces, corrió unos diez metros y se abalanzó sobre el hombre armado y empezó a forcejear con él. El propio Skarlatos se sumó al esfuerzo, le quitó primero la pistola y luego el rifle automático, que estaba a sus pies y que nunca puedo llegar a disparar porque aparentemente estaba atrancado. Mientras Spencer proseguía el forcejeo -en el que recibió varios cortes con un cuchillo en el cuello y en la mano- para mantenerlo controlado, Skarlatos y Sadler le daban golpes en la cabeza para dejarle inconsciente y Norman, que inicialmente se escondió entre unos asientos, se sumó para ayudar a atarlo de pies y manos.

HACER LO QUE HAY QUE HACER

Los protagonistas han tratado de restar heroicidad a sus acciones y en Sky News, por ejemplo, Skarlatos explicó: «Hicimos simplemente lo que teníamos que hacer. O sales corriendo o peleas. Elegimos pelear. Tuvimos suerte y no morimos». La misma idea la expresó Norman, el consultor británico.  «O te sientas y mueres o te levantas y mueres. Hemos visto demasiados de estos atentados para saber que matan a todos unos vez que empiezan».Ellos no se llaman a sí mismos héroes, pero son los únicos. Horas después de recibir unas medallas de reconocimiento en Arras, donde paró el tren y las autoridades se hicieron cargo del atacante, el presidente francés, François Holande, les llamó ayer para expresar su «gratitud» y felicitarles por su «excepcional valor y su eficiencia», mensaje que podrá repetir cuando les reciba en el Elíseo. Su ministro del interior, Bernard Cezeneuve, alabó su «sangre fría». Y el presidente estadounidense, Barack Obama, telefoneó a sus compatriotas, expresó su «gratitud por acciones heroicas que evitaron una tragedia mayor» y les transmitió «lo orgullosos que están todos los estadounidenses de su extraordinaria valentía».

En las Fuerzas Armadas también se extendía el orgullo, y no sin razón. Stone no solo se enfrentó al atacante y permitió reducirlo. Pese a sus propias heridas -que no revisten gravedad pero ayer lo mantenían en un hospital- cuando pasó el peligro se dedicó a frenar la hemorragia del pasajero que había recibido un impacto de bala.