Análisis

Las guerras se ganan y se pierden en la retaguardia

Rafael Vilasanjuan

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Las guerras se ganan –o se pierden– en la retaguardia de la opinión pública. Vietnam, Somalia, Kosovo, Irak… El éxito o fracaso de los ejércitos en cada uno de estos conflictos ha dependido siempre del estado de opinión en nuestras sociedades occidentales. Es imposible ganar sin antes haber conquistado el corazón y la razón de quienes tenemos capacidad para presionar, y en Afganistán las cosas no van por buen camino.

¿Que pide la opinión pública en buena parte de Europa? Que vuelvan las tropas ¿Que que pide la opinión pública norteamericana? Que se acabe con la amenaza terrorista y la victoria sobre los talibanes. Parecía difícil conciliar estos dos objetivos contradictorios, pero el valor de la conferencia de Kabul ha sido encontrar una fecha, el 2014, para imaginarlos compatibles y dar un argumento que calme el malestar creciente.

Sin embargo, parece difícil que una fecha pueda ser la respuesta que necesitamos. El problema de Afganistán está perfectamente identificado. Mientras existen innumerables informes que apuntan que el programa de contrainsurgencia no puede ganar, no hemos visto en los nueve años que llevamos de ocupación, un solo análisis riguroso que demuestre que hay una solución militar para estabilizar el país. Ni siquiera los informes de los generales americanos que se han ido sucediendo al frente de esta guerra han aportado argumentos claros de victoria.

Tal vez por eso, a falta de evidencias sobre lo que persigue esta guerra, se ha optado por encontrar una salida convirtiendo la estrategia en el objetivo final. La idea es un nuevo horizonte para que la seguridad del país pase a manos de las fuerzas locales en el 2014 ¿Quiere decir que habrá acabado la guerra? ¿Quiere decir que habremos vencido? ¿Quiere decir que ya no habrá soldados occidentales? Aunque el mensaje que sale de esta conferencia pueda apuntar en este sentido, no parece que la respuesta a ninguna de estas cuestiones vaya a ser afirmativa.

En un momento en que todos los grupos intentan posicionarse, desvelar la estrategia de salida es un incentivo para los talibanes a intensificar la lucha y demostrar que son ellos quienes han conseguido expulsar al enemigo. Un contrasentido así solo se justifica por la idea de asegurar a la opinión pública que existe un plan. Pero si en nueve años ni hemos liberado Afganistán, ni hemos conseguido estabilizarlo, difícilmente el anuncio de una conferencia podrá salvar a un país en caída libre.

Si cada vez se hace más difícil encontrar una sola razón que justifique seguir perdiendo vidas en un país como Afganistán ¿Por qué esperar a 2014?