Cumbre europea

Europeísta con sombras

JEAN-CLAUDE JUNCKER El exprimer ministro luxemburgués y candidato a presidir la Comisión Europea los próximos años es el dirigente político más veterano de la UE

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ELISEO OLIVERAS
BRUSELAS

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Jean-Claude Juncker, a quien la mayoría de los Veintiocho tienen previsto nombrar hoy candidato a presidir la Comisión Europea pese a la frontal oposición británica, fue la personalidad escogida por el partido vencedor de los elecciones europeas, el Partido Popular Europeo (PPE), para dirigir ese puesto político clave para el funcionamiento cotidiano de la Unión Europea (UE) y de sus estados miembros.

Juncker es el dirigente político más veterano en la UE, ya que como primer ministro luxemburgués participó en todas las cumbres de la UE de forma continuada desde enero de 1995 hasta octubre del 2013. Además presidió el Consejo de Ministros del Eurogrupo desde enero del 2005 hasta enero del 2013.

Su carrera política nacional se vio interrumpida contra su voluntad en julio del 2013 a causa de unos turbios asuntos de espionaje pasados y presentes. El descontrol total de los servicios secretos luxemburgueses bajo su directa responsabilidad, sumado al clima de conmoción pública al descubrirse la vinculación de las autoridades luxemburguesas en la ola de atentados con bomba que sufrió el país a mediados de 1980, generó tal escándalo que obligó a Juncker a presentar su dimisión para evitar una moción de censura. Aunque volvió a ganar las elecciones en septiembre del 2013, el retroceso sufrido por su Partido Cristiano Social (PCS) permitió una alianza de la oposición, que lo apartó del poder.

A pesar de que realizó una activa campaña electoral de estilo norteamericano en numerosos países como candidato conservador a dirigir el Ejecutivo comunitario, Juncker formalmente no se presentó a las elecciones europeas, ni figuró en ninguna lista electoral y, por tanto, en realidad no ha sido votado directamente por ningún ciudadano. No obstante, su nominación como candidato a presidir la Comisión Europea está respaldada por las decenas de millones de votos que han recibido los 221 eurodiputados del grupo popular.

Europeísta convencido, afirmó durante la campaña electoral que su principal objetivo es «reunificar Europa», «restaurar la confianza de la población en el proyecto europeo». «Defiendo una Europa de consenso, de compromiso, que no cree divisiones entre norte y sur, entre este y oeste, entre nuevos y viejos estados miembros», destacó en el eurodebate con los otros candidatos el pasado 15 de mayo.

Nacido en la pequeña ciudad de Redange el 9 de diciembre de 1954, Juncker mantiene una mayor sensibilidad social que la mayoría de fuerzas políticas que forman el grupo popular. Sus discursos estaban tan alejados de la agenda política real de los conservadores, que su rival socialista, el entonces presidente del Parlamento Europeo Martin Schulz, le acusó de «copiar» a los socialdemócratas.

Sin embargo, Juncker representa la continuidad de la política de austeridad a ultranza que ha aplicado la Comisión Europea y que ha disparado el paro a niveles récord. «El saneamiento de la hacienda pública y los presupuestos es la condición previa para que pueda haber crecimiento y creación de empleo», defendió durante la campaña. «Hay que seguir con el saneamiento de la Hacienda pública», insistió, subrayando que «la deuda no permite invertir más» y que su objetivo será lograr «un nuevo crecimiento sin más deuda».

Irónico y negociador

Durante la campaña, Juncker abogó por una mayor solidaridad entre los países europeos y durante la crisis del euro no escatimó críticas hacia el «egoísmo» de Alemania. Pero durante los 24 años en que ha intervenido directamente en las decisiones políticas de la UE, desde que fue nombrado ministro de Finanzas en 1989, Juncker se distinguió por sabotear y retrasar al máximo la lucha contra la evasión fiscal a nivel europeo para proteger los cuantiosos beneficios que obtenía Luxemburgo al actuar como un paraíso fiscal dentro de la UE y como activo fomentador de la evasión fiscal. Amigo de la ironía y gran negociador, Juncker puede pasar de hablar en francés al alemán o al inglés con fluidez. Aunque estudió Derecho, nunca ha ejercido de abogado. Sus pésimas relaciones personales con el expresidente francés, Nicolas Sarkozy, le impidió asumir como deseaba el puesto de primer presidente permanente de la UE, cargo que recayó en el democristiano belga gris y sin carisma, Herman Van Rompuy.