LA YIHAD EN EUROPA

Brahim y Salah Abdeslam: algo de cerveza, mucho hachís y poca religión

Los dos hermanos yihadistas "llevaban la vida de cualquier joven: adoraban el fútbol, iban a la disco y salían con chicas", recuerdan sus vecinos en Molenbeek

Una mujer pasa por delante del bar 'Les Béguines', propiedad de Brahim Abdeslam, en Molenbeek (Bruselas), el 17 de noviembre.

Una mujer pasa por delante del bar 'Les Béguines', propiedad de Brahim Abdeslam, en Molenbeek (Bruselas), el 17 de noviembre. / periodico

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En la puerta, una sentencia: cerrado "por consumo de sustancias alucinógenas prohibidas". En su bar Les Béguines, en Molenbeek, los hermanos Brahim Salah Abdeslam bebían sus Jupiler (popular cerveza belga), ajenos a las reglas salafistas, y no inquietaban particularmente a la policía. El olor de cannabis atrajo finalmente a las autoridades: a medio agosto, al aterrizar en el bar, los agentes descubrieron "numerosos ceniceros, algunos de los cuales contenían porros parcialmente consumidos", según el acta de cierre administrativo decretado el 5 de noviembre.

Desde entonces, nadie en el barrio oyó hablar de ellos. Hasta la manaña siguiente de los ataques de París en que Brahim, de 31 años, propietario del bar, se inmoló en el Boulevard Voltaire. Salah, de 26 años, sospechoso de integrar uno de los comandos, sigue todavía huido.

“Aún en estado de shock”, Youssef, de unos 30 años, vestido con chándal blanco y gorra roja puesta al revés, se para ante el escaparate del bar. “Son amigos”, dice. “Grandes bebedores, fumadores empedernidos, pero no radicalizados”.

NI PRACTICANTES NI PIADOSOS

“Allí mucha gente fumaba droga, era exagerado”, abunda Abdel, de 34 años, que frecuentaba el ‘bistro’ desde adolescente. “Con el antiguo gerente, el ambiente era más festivo, se podía jugar a la Playstation”, recuerda. “Con Brahim, solo entrar, ya te asaltaba para venderte algo”.

El negocio parecía importarle más que sus creencias. “El viernes siempre estaba fumando en la terraza. Nunca le vi en la mezquita”, explica Karim, de 27 años. “No eran ni practicantes ni piadosos. No se dejaban barba, llevaban tejanos y zapatillas de básket, y bebían sus [cervezas] Jupiler como todo el mundo”, dice sonriendo Jamal, educador y colega de los hermanos Abdeslam. “Llevaban la vida de cualquier joven: adoraban el fútbol, iban a la disco, salían con chicas…”.

¿Cómo se convirtieron en yihadistas? “Por las malas influencias en los momentos equivocados”, explica Jamal. A principios del 2011, Salah fue despedido en la sociedad de transportes públicos de Bruselas “por absentismo prolongado sin justificación”. Y también porque, meses antes, en el 2010, fue encarcelado por un caso de robo en el que también estuvo implicado Abdelhamid Abaaoud, el cerebro de los atentados de París, también originario de Molenbeek.

OCULTAMIENTO

Tras las rejas, "podemos pensar que Abaaoud le enseñó la teología del "ocultamiento" (la 'taqiya', en árabe) para despistar a los servicios de seguridad e inteligencia", analiza Mathieu Guidère, experto francés en terrorismo. Según esta táctica, un aprendiz de mártir "puede consumir hachís o blasfemar" para engañar la vigilancia de las autoridades, explica Guidère.

En enero del 2015, Brahim Abdeslam intentó entrar en Siria, pero fue detenido en la frontera turca. A su regreso, fue interrogado por la policía belga junto a Salah. Aunque ya radicalizados, fueron liberados sin cargos. "No mostraron ninguna señal de una posible amenaza", justificaba el miércoles el portavoz de la fiscalía belga.