EN CLAVE EUROPEA

Alimentando la crisis

ELISEO
Oliveras

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A pesar de las declaraciones de los líderes europeos y españoles, la eurozona no ha salido aún de la crisis y el 2015 se presenta plagado de riesgos a causa de la política económica europea. La renovación de la Comisión Europea no ha implicado ningún cambio de estrategia. Aunque se enfatice más la palabra «crecimiento», el nuevo presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, sigue defendiendo la política de austeridad y recortes que promovió como presidente del Eurogrupo y que tan pésimos resultados ha dado. La nueva Comisión Europea ya ha demostrado que mantiene sus viejos hábitos: complaciente tolerancia en el incumplimiento del déficit público para los grandes países, como Francia e Italia, y duras amenazas para los débiles, como Grecia.

La glorificada recuperación europea es muy frágil. La todopoderosa economía alemana sufrió un brusco frenazo en el segundo trimestre del 2014 y está estancada desde entonces. Francia también está prácticamente estancada con una tasa de crecimiento anual del 0,2%. Italia sigue encallada en la recesión con una contracción del producto interior bruto (PIB) del 0,5%. Y la continuidad de la recuperación española está muy supeditada a la evolución de la economía europea.

Las elevadas tasas de paro (11,5% en la eurozona y 23,9% en España), el agravamiento de las desigualdades socioeconómicas, los recortes salariales, el retroceso de las rentas del trabajo en beneficio del capital en el PIB y la inflación negativa de la eurozona (-0,2% en el 2014) limitan el consumo y la inversión y frenan la capacidad de crecimiento europea.

RIESGO DE REVUELTA POPULAR

El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, acaba de advertir de nuevo que la política de austeridad que aplica Europa, impuesta por la cancillera alemana, Angela Merkel, con el respaldo de los partidos conservadores y de la Comisión Europea, ahoga la recuperación y que la política de bajos tipos de interés no podrán restaurar por sí sola la prosperidad. Stiglitz insistió que, sin una política ambiciosa de inversión pública que impulse el crecimiento, Europa no saldrá de la crisis. «Si no se abandona la política de austeridad, Europa no se recuperará», subrayó el jueves. «Si la Unión Europea no rectifica, será inevitable una violenta reacción popular», advirtió el economista.

Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reconocido que subestimó el daño de los ajustes en la economía y que su impacto negativo en el PIB podía ser el triple de lo estimado. Pero la Comisión Europea se niega a admitir cualquier error en las políticas de ajuste y en el reparto de los sacrificios, pese a que hay 8,2 millones más de parados en la UE que en el 2008, que el volumen de deuda pública es cada vez más alto y que con el bajo nivel de inflación y crecimiento la devolución de la deuda será cada vez más problemática.

Juncker, como única novedad, ha presentado un supuesto plan de inversión europeo de 315.000 millones para el periodo 2015-2017 que no contiene ningún dinero fresco y que los únicos fondos reales son los 16.000 millones procedentes del presupuesto de la UE. Juncker aspira a que esos fondos sirvan para financiar inversiones por valor de los 315.000 millones en una versión contemporánea del milagro de los panes y los peces. No obstante, el plan corre el riesgo de seguir los pasos del anterior y olvidado plan de reactivación europeo de 120.000 millones, que sirvió para financiar proyectos tan poco productivos como el almacén de gas Castor, que va a costar 1.400 millones a todos los españoles gracias a la nefasta gestión de los gobiernos de José Luís Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.

La Comisión Europea, Alemania, España y los demás gobiernos consideran superada la crisis de la deuda pública de la eurozona, pero la desconfianza en los mercados podría reaparecer bruscamente si Berlín y Bruselas mantienen sus amenazas de dejar a Grecia fuera del euro si la coalición de izquierda Syriza gana las elecciones el 25 de enero y no se pliega al dictado de la 'troika'.