SETENTA ANIVERSARIO EN AUSTRIA

Un acto multitudinario recuerda la liberación de Mauthausen

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Una multitudinaria ceremonia internacional recordó este domingo los 70 años de la liberación del campo de concentración de Mauthausen, conocido como el «campo de los españoles» porque por allí pasaron 7.500 de los más de 9.000 republicanos deportados a campos nazis. El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García- Margallo, encabezó la comitiva española, que junto con otras delegaciones recordó a los 200.000 prisioneros, «enemigos políticos irrecuperables del Tercer Reich», que allí sufrieron todo tipo de penurias y atrocidades. La mitad murió.

Situado a 160 kilómetros de Viena, Mauthausen no era propiamente un campo de exterminio como Auschwitz. Pertenecía a la macabra «Categoría III», que suponía «la aniquilación a través del trabajo». Los prisioneros, empleados como mano de obra esclava para la industria bélica alemana, trabajaban hasta 11 horas al día en canteras de granito, cargando piedras por 186 escalones conocidos como «la escalera de la muerte» .

CÁMARA DE GAS MÓVIL

Muchos de los 100.000 muertos fallecieron por agotamiento, unido al hambre y deplorables condiciones sanitarias. Desfallecer significaba ser rematado a golpes o tiros. A partir de 1942, un camión cerrado herméticamente se usó como cámara de gas móvil, donde se asfixiaba con monóxido de carbono a los prisioneros incapacitados para el trabajo. Hubo también muchos suicidios, de quienes, no soportando el calvario, se lanzaron contra la valla electrificada.

«El castigo a internos de otros campos de concentración era trasladarles a Mauthausen porque tenía las peores condiciones de vida», relató a la agencia Efe el historiador Christian Dürr, responsable del archivo documental del campo. Los españoles comenzaron a llegar a Mauthausen en 1940, tras la ocupación nazi de Francia, país al que muchos republicanos habían huido tras el final de la guerra civil.

Los nazis los llamaban rostpanier (españoles rojos) y los catalogaron de apátridas y enemigos políticos. De los 7.500 españoles que vivieron el horror de Mauthausen, 4.816 murieron. El barcelonés Cristóbal Soriano, es, a sus 96 años, uno de los 25 deportados españoles que aún sigue vivo y el único que ayer regresó al lugar de su martirio, que compartió con su hermano, que murió en la cámara de gas del vecino castillo de Hartheim. «Había mucha violencia, te pegaban y no te podías quejar. Tenías que contar cuando te pegaban y si te equivocabas volvían a empezar», recordó.

DELEGACIÓN NUMEROSA

La delegación española fue una de las más numerosas en la conmemoración de la liberación. Estuvo encabezada por García-Margallo, quien destacó la necesidad de «honrar y renovar un deber universal de memoria» ante la barbarie. En su intervención, citó también al Premio Nobel de la paz Elie Wiessel, superviviente de Auschwitz y Buchenwald; «Nunca olvidaré esta noche, la primera noche en el campo. Nunca olvidaré aquel humo. Nunca olvidaré las caras de los niños. Nunca olvidaré ese silencio nocturno que me privó, para toda la eternidad, del deseo de vivir. Nunca olvidaré aquellos días en que asesinaron a mi Dios y mi alma y convirtieron mis sueños en polvo».

El presidente austriaco, Heinz Fischer, fue el anfitrión de la ceremonia, en la que subrayó que «Mauthausen es un punto clave en el recuerdo de los crímenes del nacionalsocialismo». «Esta conmemoración no es solo un acto de recuerdo. Es también una declaración contra la intolerancia, la dictadura, la xenofobia y el antisemitismo», dijo también el presidente del comité austriaco de Mauthausen, Willi Mernyi, que destacó que la mejor forma de hacer justicia a las víctimas del nazismo es denunciando las injusticias actuales.

En el centro de la Apellplatz, rodeada por los antiguos barracones de presos, una por una, cada delegación fue depositando una ofrenda floral ante un memorial de piedra. El desfile se prolongó durante toda la mañaña. Pasaron por Mauthausen ayer un total de 22.000 personas.