"Me veo de dependienta, no de lo mío"

¿Cómo se ven estas tres jóvenes dentro de 10 o 15 años? Escuchado su punto de vista sobre el acceso al mercado laboral, no es de extrañar que coincidan en adivinarse lejos de la que debería ser su profesión. Yaiza Torres, estudiante, becaria y dependienta los fines de semana, llega a la cruda conclusión de que no podrá dedicarse a lo suyo, a la publicidad y las relaciones públicas. "No porque no crea en mis posibilidades, sino porque, además, donde hoy estoy más cómoda, donde más se me reconoce y lo que genera más seguridad es el trabajo que tengo los sábados y domingos", dice. Se ve en el sector comercial porque tiene la intuición de que ese será siempre un buen bebedero laboral. Y porque, a diferencia de las prácticas o las becas en empresas, es un trabajo remunerado, aunque no sea el sueldo de su vida

Irene Llorente, estudiante y becaria, tiene fe en encontrar un trabajo vinculado a sus estudios. "Si suena la flauta", añade. Al preguntarle sobre la coletilla, reflexiona unos segundos. "El problema es que el paso por la universidad no te garantiza absolutamente nada. Podría intentarlo como autónoma, pero cuando hablas con alguno se te quitan las ganas porque parece muy complicado y tienes que ganar mucho para poderte quedar con un sueldo más o menos decente". Carla García, licenciada en Periodismo, no cree que su generación esté "demasiado formada". "Pero hacen falta otros conocimientos que no nos dan en la carrera, algo más práctico, que te acerque un poco la idea de qué es lo que te vas a encontrar en el mundo laboral. Creo que hay demasiadas asignaturas parecidas. Echo de menos otras más realistas", aporta Yaiza. 

BIEN PREPARADAS

Coinciden en que están bien preparadas en materia digital. En todo el entorno que tiene que ver con las nuevas tecnologías. Lo que es indudable es que lo están más que cualquiera de las generaciones que les han precedido. Y eso es un punto para ellos. El problema es que en las empresas en la que han colaborado dan por sentada esta formación y acaban siendo ellas las que dan lecciones en vez de recibirlas. A Carla le ha venido bien saber ciertas cosas sobre el uso del mundo de internet o las redes sociales, pero es consciente de que este tipo de cosas "cambian cada pocos años", así que en breve es probable que sean ellas las que se queden desfasadas.

Esta licenciada en Periodismo por la UAB se marchó de su Manresa natal en el 2013. En principio era solo por un año, pero a la vista de lo que podía esperarle aquí, alargó su estancia en Suiza otros 12 meses. Muchos de sus amigos de la universidad se buscaron la vida "en radios de pueblos", con sueldos ridículos, en caso de percibir alguno, y "con mucha frustración". Estaría dispuesta a repetir como becaria, pero por un tiempo limitado y con objetivos muy concretos. Básicamente, aprender. Y si no encuentra nada, a cambiar de chip y a buscar otros derroteros, aunque estén muy alejados de la redacción de un diario o de un gabinete de prensa. 

Irene trabajó como becaria ocho meses en una pequeña 'start up' tecnológica. Se sintió "como en Silicon Valley". Pero no por ser el ombligo tecnológico del planeta, o por estar diseñando las 'apps' del futuro, sino por el nivel de estrés. "Teníamos que ser como la película 'El lobo de Wall Street', física y psicológicamente inaguantable". 

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El mismo profesor que les dijo que nunca encontrarían trabajo en un medio de comunicación, les dijo que aprovecharan los cuatro años de carrera para hacer contactos. Cierto es que los enchufes siguen siendo un modo habitual para entrar en el mercado laboral, pero no creen que esta sea la manera. Aunque quizás sea el único modo. En palabras de Irene: "Cuando vas a una reunión y eres joven, se te comen y no las ves venir, y si además eres chica..., se nota mucho porque a menudo te tratan como si fueras estúpida". 

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