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Laura Casanovas: "Hay que luchar por los sueños y no poner límites"

Esta joven estudiante ha acabado su ingeniería en una universidad estadounidense gracias al fútbol

Laura Casanovas, en el campo de fútbol de Sant Llorenç Savall, con el uniforme de la universidad de EEUU en la que jugaba.

Laura Casanovas, en el campo de fútbol de Sant Llorenç Savall, con el uniforme de la universidad de EEUU en la que jugaba. / Anna Mas Talens

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Óscar Hernández
Óscar Hernández

Periodista

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Facebook sabe de los gustos de sus usuarios. Eso explica el anuncio que apareció en la pantalla de Laura Casanovas Díaz (Barcelona, 1995). Universidades de EEUU buscaban chicas futbolistas que quisieran jugar y estudiar allí. Ella respondió. Han pasado tres años y acaba de volver con su ingeniería terminada y superentrenada para seguir volcada en su pasión, el fútbol femenino.

¿Cuánto tiempo ha  durado su aventura universitaria americana?

Estudié primero de Ingeniería de Material en la Universitat de Barcelona y tres años de Ingenieria Industrial en la Central Connectitut State Universitiy.

¿Es cierto que las universidades de EEUU pagan la carrera a los buenos deportistas?

A mí me han pagado los estudios y los gastos de alojamiento y manutención con una beca. Tenía que sacar buenas notas y entrenar y jugar al fútbol. Cada año de carrera cuesta unos 30.000 dólares y yo solo he tenido que pagarme los viajes a Barcelona.

El primer día debió de ser duro.

Yo no había estado fuera de mi casa sola más de 15 días. Y el día que me iba en avión a Nueva York para pasar tres años lloré. Me preguntaba dónde me había metido. Yo soy una chica de pueblo. No pegué ojo en aquel viaje. Pero cuando llegué al aeropuerto y vi a tres compañeras y a la segunda entrenadora esperándome y sonriéndome, me animé.

Su nueva familia.

Compartíamos un apartamento. Entrenábamos y estudiábamos juntas. Estábamos muy unidas. Tanto que si, por ejemplo, una compañera se saltaba una clase y la pillaban, nos castigaban a todo el equipo a salir a correr a las seis de la mañana a 13 grados bajo cero. En la universidad, el tutor y la entrenadora se informaban de cualquier incidencia. La segunda entrenadora era como una segunda madre y las  compañeras, mis hermanas. Hemos pasado juntas las 24 horas durante los últimos tres años.

¿En qué se diferencia la universidad estadounidense de la catalana?

Allí se da mucha importancia al deporte, aunque lo primero es estudiar. Si no sacas notas altas, te pueden echar. Mi carrera, aunque es una ingeniería, tiene asignaturas obligatorias diferentes como historia y música, además de las específicas. En clase hay menos alumnos y todo el profesorado está doctorado y muy bien preparado.

¿Y el fútbol?

También es diferente. Es más duro. Allí hay mucho más contacto físico entre las jugadoras. A nadie se le ocurre protestar al árbitro, que si no ve una falta muy evidente deja seguir jugando. Y hay algunas normas distintas. Por ejemplo, ningún partido puede acabar en empate. Se añaden prórrogas de 15 minutos que acaban en cuanto se marca el primer gol. Los cambios de jugadoras son ilimitados.

Usted casi nace con la pelota en  los pies.

Y eso que a mi madre no le gustaba el fútbol. Yo empecé a jugar con los chicos de mi pueblo, Sant Llorenç Savall, a los 6 años. Después en Castellar de Vallès. Con equipos mixtos hasta los 15 años. Luego ya tienes que buscar equipo de chicas. Yo fui al Mercantil, en Sabadell, con los que ganamos la Liga.

Y casi entra en el Barça.

Hice pruebas en el Femenino B del Barça. Tenía 16 años. Allí jugaban chicas de 22 y 23 años. Hice la pretemporada, pero me dijeran que era muy pequeña. Yo, que soy del Barça de toda la vida, salí llorando del Gamper. Luego entré en el Espanyol B donde ganamos la Liga y derrotamos al Barça. Después, subí al primer equipo del Espanyol y participé en la Copa de la Reina, un sueño hecho realidad.

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Un consejo para una niña futbolista.

Que la buena jugadora comienza en la cabeza. Debe tener sangre, pero también ser fría. Ser persistente. Hay que luchar por los sueños y no poner límites. Y jugar con la mente siempre un paso por delante.