Excesos

Este verano, el presidente de la patronal española CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, surcará las aguas a bordo de su megayate, que está varado en Port Pontals, en Mallorca, ajeno a la precariedad de sus exempleados de Viajes Marsans. El representante de los empresarios ha vendido su grupo turístico a una sociedad desconocida, cuya primera decisión ha sido plantear un expediente de regulación de empleo para despedir al 62% de la plantilla, justo antes de las vacaciones.

La familia Sanahuja, propietaria de la inmobiliaria Sacresa, quizá no pueda salir a navegar con su barcoCap de Querseste verano, después de que la empresa, la primera de su sector en Catalunya, haya suspendido pagos con una deuda de 1.800 millones de euros. En el caso de los Sanahuja, la crisis procede de su batalla para hacerse con el control de Metrovacesa. En plena burbuja inmobiliaria, los propietarios de Sacresa compraron dos jets privados Gulfstream, con los recorrían media Europa por trabajo y, también, por placer.

El modelo G-200, de 14 plazas, costó más de 15 millones de euros en el 2004. El segundo, de 18 plazas, era un G-550 y se adquirió por más de 50 millones de euros en septiembre del 2007. Los Sanahuja han vendido este año los dos aviones, cuando han visto que no podían continuar con su tren de vida, aunque no todo el mundo ha corrido la misma suerte.

En España los grandes patrimonios aumentaron un 12,5% en el 2009, hasta alcanzar las 143.000 personas desde las 127.100 del año anterior, según un informe de Capgemini y Merrill Lynch.

¿Debe penalizarse a los empresarios o a los ricos? Desde luego que no. Los empresarios crean riqueza y generan empleo. Precisamente por eso, deberían ser más conscientes de los riesgos que asumen, limitar los excesos y, sobre todo, pensar que la imagen de todos los empresarios depende de cada uno de ellos.