Análisis

Me río yo de los que piden el cambio de ciclo

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Cuentan que cuando falleció el maestro Herbert von Karajan había muchas dudas sobre el director que debía de sustituirle al frente de la Filarmónica de Berlín. Las opiniones eran diversas y, finalmente, dieron a escoger al centenar de maestros que componen la orquesta.

El escogido fue el italiano Claudio Abbado, milanés; sí, sí, de Milán. Un hombre inquieto, que intentó revolucionar la orquesta a su manera. Es más, a lo largo de los muchos años que manejó su batuta, dio oportunidades a los jóvenes, cambiando a casi la mitad de los concertistas.

En el año 2000, Abbado padeció, incluso, un cáncer de estómago del que se recuperó valientemente y que cambió su vida. Lo que no explica el virtuoso Abbado es que cierto día, ansioso por seguir innovando con una de las mejores ofertas del planeta, intentó el más difícil todavía.

Ese fue el día en el que, cuentan, el concertino, ya saben el solista de la sección de violines, le dijo coloquialmente «usted, maestro, haga mayonesa, que nosotros tocaremos». Hacer mayonesa en el argot es agitar las manos, hacer ver que dirige, darles la entrada y punto.

El Barça de anoche ¿verdad? tuvo un puntito de todo eso. No digo, no, que la estrategia de videoconferencia no funcionase. No digo que el cuadro técnico, liderado por teléfono por Tito Vilanova y, en vivo y en directo, por Jordi Roura, no diseñase el partido perfecto. Digo que volvió el Barça del Wembley 2011, incluida su delantera letal (Pedro, Messi y Villa) y que el concertino azulgrana, que no es otro ¿verdad? que La Pulga, aún el mejor jugador del mundo, repitió una de sus noches habituales.

A las órdenes de Messi

Se diría que, durante el último mes, se habían estado reservando para esta noche, escogida por el consejero Charly Rexach para anunciar el regreso de Tito, el próximo día 25. Una noche en la que Messi saltó al campo pensando no solo en liderar a su equipo sino en reivindicar el juego azulgrana que muchos habían ya casi enterrado.

«Están esperando que perdamos para decir que se acabó este Barça», dijo Messi el lunes. Y muchos, muchos, le criticaron por ese comentario. Y ayer, justo ayer, la portada del merengue diario As era, precisamente: «Remontada o cambio de ciclo».

¿Tienen o no ganas de enterrar a este Barça? ¿Sueñan o no con el cambio de ciclo? ¿Tratan o no de seguir engrandeciendo a CR7 y alzarlo al mismo pedestal que el portentoso Lionel Andrés Messi Cuccitini?

Esta es la remontada que Xavi prometió a la afición. Esta es la goleada que Piqué pronóstico a todos los que cediesen su abono. Este es el triunfo que Villa reservaba en su regreso definitivo a la cima. Este es el gol que Alba construyó de niño. Y este es el Messi soñado, el de siempre, el que nunca deja tirados a los suyos.

Dicen que los medicamentos curan un 50%; el otro 50% de la curación es la mano que los da. Y sabido es, por lo que acabamos de ver, que el latido de Tito, el de Messi, el de Xavi, el de Iniesta, el de Villa, el de Alba es el pulso que utilizan los suizos para poner en hora sus relojes.