La remodelación de las instalaciones

Un plan para el Camp Nou

La junta afina su proyecto pero en el referendo se votará sin conocer el diseño del estadio ni su apellido comercial

Cardoner y Faus hablan mientras Moix explica el proyecto, ayer.

Cardoner y Faus hablan mientras Moix explica el proyecto, ayer.

JOAN DOMÈNECH
BARCELONA

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si se trata del «mayor complejo deportivo del mundo», que será «único» y estará en Barcelona y, además, construido por el Barça, estaba más que justificado que la junta directiva volviera a explicar en qué consiste el proyecto de remodelación del Camp Nou dos semanas después de exponerlo. Ha cambiado el presidente (Sandro Rosell asistió el 20 de enero a la solemne presentación en el Auditori, ocultando su idea de dimitir cuatro días después), pero no han cambiado el espíritu,  las pretensiones ni los objetivos que persigue  la gigantesca obra que afectará a las instalaciones del club entre el 2017 y el 2021.

La junta aportó más detalles del ambicioso proyecto, que es la decisión más importante de los próximos 50 años, según el simbólico lema adoptado. No fue con el presidente que lideró la iniciativa del Espai Barça (Rosell) ni con quien le sustituyó (Bartomeu). sino con el vicepresidente económico Javier Faus, acompañado del del área social (Jordi Cardoner) y del responsable de patrimonio, Jordi Moix.

DETALLES OCULTOS / El club precisó la información que dio hace dos semanas, en su explicitada voluntad de garantizar a los socios los máximos detalles del macroproyecto, pero deja algunos, no menores, en el limbo. Faus expuso los mismos números globales (600 millones de coste total, de los que 420 corresponden al Camp Nou), pero ayer desveló que la construcción del nuevo Miniestadi, en Sant Joan Despí, no figura dentro del presupuesto. «Saldrá de la partida ordinaria de la temporada», dijo.

Entre las cuestiones que no se conocen, ni se conocerán antes del referendo (el 5 o 6 de abril), será la fisonomía definitiva que tendrá el Camp Nou, el Palau Blaugrana y los otros edificios del Espai Barça, ni los diseños de los proyectos ni  los nombres de los arquitectos que se encargarán de los trabajos, ni tampoco el apellido comercial del Camp Nou. Eso será un hecho consumado que se ratificará en la asamblea. Los compromisarios no podrán elegirlo entre dos alternativas, solo aceptar el que le presenten.

«En el referendo estará aprobado el concepto de que el estadio llevará un nombre comercial, pero no qué nombre», explicó Faus. Apuntó, sin embargo, que ese patrocinador será distinto al de la camiseta. Y distinto, tal vez, del nombre del Palau Blaugrana. La idea es encontrar un espónsor que patrocine a todas las secciones. «Si el socio considera que el estadio no debe tener un nombre comercial, debe votar no al proyecto de reforma», aclaró Faus,

Al vicepresidente económico no le preocupa encontrar un donante que aporte la cuarta parte (150 millones) del coste total del proyecto, convencido de que lo encontrará, sino de cómo se devolverán los 200 millones en los que se hipotecará el Bar-SFlbça sin que el modelo deportivo se resienta. «El proyecto no lo pagará ni un millonario ruso ni un jeque árabe. Saldrá de nuestros propios recursos», aseguró, subrayando que la entidad preservará la independencia. La actividad del equipo no se verá afectada porque seguirá jugando, y tampoco se perderán butacas que reduzcan significativamente el aforo durante la competición.

EL DERECHO DE ASISTIR / En cambio, a Cardoner, no le preocupa el descenso actual, con la pérdida de 4.100 espectadores de media, algo más de 2.000 según las cuentas del club. «No me preocupa el bajón de asistencia porque los socios son libres de ejercer su derecho de asistir al espectáculo; me preocuparía que se desvincularan del club», explicó el vicepresidente social, aludiendo a la pérdida de las cuotas de socio y abono. Cardoner no precisó qué porcentaje, de los 105.053  asientos que habrá en el futuro, se reservarán para los abonos y cuál a la venta libre. Insinuó que se vaciaría la lista de espera de quienes esperan una butaca.

El Barça pretende obtener más ingresos de la explotación del estadio (30 millones anuales). «No es un proyecto para tener más palcos y más turistas, sino para tener un campo como se merece el socio», explicó Faus. Moix precisó que el concurso de arquitectura y la concesión de las obras supondrá un beneficio indirecto para la ciudad. «Las constructoras locales tendrán algo que decir. No iremos a buscar carpinteros extranjeros», dijo.