Dulce invierno napolitano

El Nápoles, líder al final de la primera vuelta por primera vez en 25 años, recibe al Sassuolo lanzado pero con el freno en la euforia

Higuaín y Hamsik celebran un gol en el partido del pasado domingo en el campo del Frosinone

Higuaín y Hamsik celebran un gol en el partido del pasado domingo en el campo del Frosinone / periodico

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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En Nápoles empiezan a imaginarse cosas, a cruzar cábalas y proponer apuestas. La perspectiva de ganar el 'Scudetto' por primera vez en 25 años hace incontenible la espita de la euforia. A Pepe Reina, portero y un 'capo' del vestuario, lo quieren hacer ciudadano honorífico, y al capitán, Marek Hamsik, le piden que se comprometa a cortarse su característica cresta. "Soy demasiado feo sin ella", se resiste y templa ánimos el eslovaco. Al entrenador, al mago de esta historia conocido como 'Sarri' Potter, le piden, si finalmente gana el título, más que una promesa un sacrificio supremo: que deje de fumar. El hombre da largas, no quiere agobiarse más de la cuenta con el doble panorama estresante de llevar a la espalda el cartel de favorito en la Liga y de apagar la nicotina.

Maurizio Sarri y el pitillo con inseparables. El domingo cumplió 57 años, el mismo día que su Nápoles obtuvo un aplastante triunfo en Frosinone (1-5). Los tres puntos certificaron el título de campeón de invierno, algo insólito desde que Maradona hacía que los sueños de tan telúrica afición se cumplieran. Aurelio de Laurentiis, el presidente, le regaló una botella de vino caro para celebrarlo. Hamsik le dio su camiseta. Hamsik es, como Reina, un poder en la plantilla. Le llaman 'Il Sindaco', el alcalde. Acaba de cumplir 300 partidos con el Nápoles y ante el Frosinone marcó su gol número 73, muy buena cifra para un centrocampista.

EL PESO DE HIGUAÍN

Nada comparado con lo de Gonzalo Higuaín. "Es el mejor delantero del mundo", dice Sarri. No es hombre de aspavientos y sin duda exagera en el diagnóstico, pero poca broma con la producción del argentino. Ha marcado 18 goles en 19 partidos de Liga. Hacía 57 años que no se daban números así en el hermético torneo italiano, cuando otro argentino, Angelillo, lo logró en el Inter.

A Higuaín cuesta sacarlo de las declaraciones planas: "Debemos estar tranquilos, ser campeón de invierno es bonito, pero lo importante es serlo en mayo". Habla más en el campo. Ha afilado su físico desde que dejó el Madrid, ha pasado por el dietista de Messi Agüero, y con cuatro kilos menos la que ha ganado peso es su puntería: 73 goles en 127 partidos en Nápoles. El otro día hasta se atrevió a tirar -y transformar- un penalti, cosa que no hacía desde que falló uno en mayo. Con Higuaín se consolidan comparaciones desmedidas: los 'tifosi' ven en él a un nuevo Maradona, que es como decir al todopoderoso que obligará a hacer sitio en las vitrinas. Hasta el alcalde de verdad, Luigi de Magistris, se apunta a la conga alegre y para festejar el dulce invierno 'blu' tuiteó: "¡Grande Napoli! ¡Feliz cumpleaños, mister! ¡Forza Napoli siempre!".

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Tan bien le van las cosas al equipo que Sarri habría querido que no hubiese pausa navideña. Su equipo va lanzado, está en plena forma. Además del Higuaín iluminado, el pequeño Insigne (ocho goles en la Liga) llama a las puertas de la 'azzurra', Reina demuestra que es mucho más que el cuentachistes de la 'Roja' y Albiol es el único que ha jugado todos los minutos. Y pensar que la temporada empezó con una derrota en Sassuolo y que la primera victoria no llegó hasta la cuarta jornada. Muchos pensaban entonces que Sarri era el hombre equivocado, Maradona el primero (ya se la ha envainado y, desde su retiro en Dubái, ha dicho que si cae el 'scudetto' irá en helicóptero a Nápoles para celebrarlo).

LA SOMBRA DE LA JUVENTUS

Como siempre, los malos resultados fueron el fuelle para la brasa de las dudas. El presidente De Laurentiis es un gran amigo de Rafa Benítez y le dio muchas vueltas antes de elegir a su sustituto. Finalmente optó por Sarri, un tipo serio pero inestable, ha entrenado a 17 equipos y hace 15 años era un ejecutivo bancario. Destacó en el Arezzo, con el que en los cuartos de final de la Copa del 2007 le forzó una prórroga al Milán que luego ganaría la Champions. También en el Empoli lo hizo bien, y llegó a San Paolo con su chándal, su pitillo, su perfil bajo y su apodo de 'Mister 33' (el número de faltas a balón parado que tenía ensayadas).

Nadie duda hoy de sus capacidades y su buena mano en el vestuario. "En verano no sabía si acabaría la primera vuelta", ha dicho estos días. Ahora ahuyenta la euforia como si fuera el peor veneno. "La Juventus sigue siendo favorita, ha ganado los últimos cuatro campeonatos". Tiene razón. La Juve de Allegri, Pogba, Buffon, Morata y Dybala aprieta como un pistón desbocado. Su desastroso inicio ha quedado sobradamente compensado con nueve victorias consecutivas. Pero el Nápoles vuelve a creer en los milagros. Esta noche (20.45) recibe al Sassuolo, el desconocido pero difícil rival que le ganó en la primera jornada e hizo pensar a muchos que el cuento de Sarri sería muy corto.