MEDALLA CON PEDIGRÍ

Más plata para la familia real

Zara Phillips, nieta de Isabel II, triunfa con el equipo de hípica británico

La princesa Ana cuelga la medalla de plata a su hija Zara, ayer tras en el podio de la competició de hípica, ayer.

La princesa Ana cuelga la medalla de plata a su hija Zara, ayer tras en el podio de la competició de hípica, ayer.

BEGOÑA
ARCE

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De tenerlo, Zara Phillips cambiaría su reino por un caballo. Un cuadrúpedo como High Kingdom, con el que ayer ganó la medalla de plata, junto al resto del equipo británico de hípica. Participar en los Juegos olímpicos era el sueño de su vida. A los 31 años, la nieta rebelde de Isabel II, que siempre prefirió los establos, a los salones alfombrados del palacio de Buckingham, ha conseguido lo que tanto ansiaba. Ya se había quedado fuera en Atenas. Londres era su oportunidad.

Nerviosa, con centenares de cámaras pendientes de su actuación, Zara demostró, a pesar de algunos errores, que se había ganado la plaza a pulso. En la tribuna, animándola durante los tres días que duró la prueba, estuvieron los miembros más jóvenes de la familia real británica. La presencia del príncipe Guillermo, su mujer Catalina, el príncipe Enrique, Peter el hermano de Zara, las primas Beatriz y Eugenia, transformó el recinto de Greenwich Park, en un plató para la prensa rosa.

Hasta Camila, otra forofa de los caballos y el abuelo de la amazona, el Duque de Edimburgo, recuperado ya de los achaques, se dejaron caer por allí.

Más que sangre azul, lo que lleva Zara en las venas es la pasión equina, herencia genética de sus progenitores. Su madre, la princesa Ana participó con el equipo de hípica en los Juegos de Montreal de 1976. Su padre, Mark Phillips, ya había ganado cuatro años antes, en Munich, la medalla de oro. Dieciséis años más tarde lograría la medalla de plata en Seul .

FISIOTERAPEUTA EQUINA / El amor a la hípica hizo que el capitán y la princesa se conocieran y enamoraran, aunque el matrimonio acabaría después en divorcio. Los dos han estado estos días aplaudiendo a su hija, que llegó a tener durante años un novio jockey, Richard Johnson. Con el tiempo, el tipo se le quedó pequeño y Zara escarmentada, lo sustituyó por el fornido Mike Tindall, del tamaño de un armario de tres cuerpos, que ha sido capitán del equipo inglés de rugby. La boda tuvo lugar hace exactamente un año en Greenwich.

Amor, estudios y diversión siempre han girado para Zara en torno al deporte. El internado escocés en el que educó, Gordonstoun, pone precisamente el énfasis en la disciplina y el cultivo de un cuerpo atlético. El duque de Edimburgo fue alumno del centro y allí envió a su hijo, el príncipe Carlos, que detestó el lugar y la severidad de la escuela. Zara pareció pasarlo bien y cuando le llegó la hora de ir a la universidad se convirtió en fisioterapeuta equina.

PRIMER PODIO REAL / La última década la ha dedicado a la hípica. En el año 2005, logró el oro en los campeonatos europeos y meses más tarde el título mundial, siendo nombrada poco después deportista del año. Ayer se convirtió en el primer miembro de la familia real británica que consigue una medalla. La prueba final, bajo cielos gris, no comenzó demasiado bien. Zara tuvo una actuación discreta, después de haber estado sensacional el lunes. Cometió un derribo y recibió tres puntos de penalización por haber sobrepasado el tiempo marcado para la prueba. Cuando bajo del caballo se le escaparon las lágrimas, Ayer pudo sonreír. Alemania ganó el oro como estaba previsto. Los cinco integrantes del equipo británico logaron el segundo puesto. En el podium Zara estaba radiante, cuando su madre, miembro del Comité Organizador de los Juegos, le colgó la medalla. Su abuela no estaba allí , pero nadie duda que la soberana octogenaria, se ha llevado un alegrón. Isabel II posee algunos de los mejores pura sangre del mundo. Qué mejor colofón para conmemorar sus sesenta años de reinado, que el ver a la nieta convertida en campeona olímpica.