El derbi se pone tenso

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EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

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Puede, tal vez, quién sabe, a lo mejor, podría ser, que esa tradicional foto de hermandad, de buen rollo, de buena voluntad (y más estando tan cerquita de Navidad), entre los dos técnicos del Barça, Luis Enrique Martínez, y Espanyol, Quique Sánchez Flores, hubiese ayudado a suavizar el temor que Lucho expresó, ayer, sin tapujos, cuando dijo que espera que «el derbi se rija por parámetros deportivos». Lástima que el místerdel més que un club fuese quien demostrase, al molestarle que le preguntasen por qué se había roto la tradición y no había foto, que sus relaciones con el excompañero madridista están más que rotas. Son inexistentes.

TENSIÓN EN LOS BANQUILLOS

Es evidente que, de haberse realizado, la imagen hubiese sido, además de forzada, falsa. No se gustan. Pero, tal vez, hubiera ayudado a que Luis Enrique hubiese quitado hierro (cosa que no hizo) cuando el periodista de TV-3 le recordó que, en los últimos dos derbis en el Camp Nou, vividos en Liga y Copa, se viesen 18 amarillas y 2 rojas. Solo le faltó al técnico asturiano decir, con la boca pequeña (o grande), «ves, por eso intuyo un partido a cara de perro, muy disputado».

Es evidente que, esta vez, el derbi arranca calentito por esa amistad perdida, por los roces ocurridos cuando eran colegas de vestuario allí en la Casa Blanca. «¿La foto?, no entiendo qué tiene que ver eso con el partido. El buen rollo ha de producirse en el terreno de juego, donde espero que impere la deportividad», dijo, no una, sino un par de veces Luis Enrique. «¿Mi relación con él? Me llevo bien con todo el mundo, estoy con los que quieren estar conmigo. Siempre me he considerado una persona muy madura. Cuando tenía 15 años ya era maduro, cuando tengo 50, también. No estoy para cosas menores», sentenció con su contundencia habitual el sobrino de la espontánea Lola Flores, todo arrojo.

Insisto, sin ese roce (o más que roce, pues uno no se niega a dar la mano a un colega por un quítame allá esas pajas), el derbi se presentaría con las aguas calmadas, ya que los dos equipos están cumpliendo con sus objetivos y, mientras unos tienen la delantera atómica, los otros poseen una de las mejores defensas y a un portero, Diego López, de récord; mientras unos siguen aspirando al título, los otros empiezan a sacar la cabeza para meterse en puestos europeos, candidatura que mejor no presentar tratándose de los blanquiazules, pues casi siempre se estropea cuando empieza a preconizarse que ya son europeos.

LA FE DE QUIQUE

«Llegamos bien, sin ansiedades, equilibrados y afrontamos este partido desde la tranquilidad», asegura Sánchez Flores, al que le encantaría hacer al Barça un equipo largo, que no pueda trabajar en 50 metros. «No tenemos exceso de confianza, ni tampoco tenemos miedo», señala el técnico perico que, a última hora, perdió a Víctor Sánchez, mal asunto, cuando, además, se suma a las ausencias de otros dos titulares vitales, Leo Baptistao y Hernán Pérez. «La afición tiene el derecho a pensar y soñar lo que quiera. Pero no es fácil hacer largo al Barcelona, como sí hicieron el Madrid o la Real Sociedad», sentenció Quique.

Luis Enrique piensa más en su equipo que en el rival. Sabedor de que todos los partidos son complicadísimos en el Camp Nou («en casa no tenemos números de aspirante al título»), Lucho espera «un Espanyol sólido, muy bien organizado, que encaja muy pocos goles, que junta muy bien sus líneas, que sale muy bien al contragolpe con Gerard Moreno y Caicedo, muy intenso, que no deja huecos y que nos regalará el balón».

EN BUSCA DE UN GRAN DÍA

Y, frente a eso, Luis Enrique ve un Barça «con mucha paciencia, poseyendo el balón y trabajando cada ataque, buscando incesantemente los espacios y creando cuantas más ocasiones podamos, mejor». Claro que, de pronto, a Luis Enrique se le ilumina la cara (raro en él) y suelta: «Claro que también puede pasar que nos salga un día espléndido y, entonces, todo sea mucho más fácil, marcamos el ritmo, metemos gol pronto y vemos espacios por todos lados».