EL AUMENTO DE LA DESIGUALDAD EN LA CAPITAL CATALANA

Viaje a la brecha social de Barcelona

De izquierda a derecha, Sergio, Carlos y Dani, en la terraza del bar Elvis Home BCN, en Trinitat Nova, el pasado viernes.

De izquierda a derecha, Sergio, Carlos y Dani, en la terraza del bar Elvis Home BCN, en Trinitat Nova, el pasado viernes. / periodico

TONI SUST / CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Viernes por la tarde. Día de invierno sin chaqueta, de terraza y deporte en manga corta. Pedralbes Trinitat Nova cierran la semana y se preparan para dos días de descanso. Cada uno a su manera. EL PERIÓDICO visita el barrio más pobre y el más barrio rico de Barcelona, según la estadística municipal, y charla con mundos paralelos para entender el fenómeno de la desigualdad desde los polos opuestos.

TERTULIA EN EL BAR

En la terraza de un bar de Trinitat Nova, el Elvis Home BCN, tres hombres charlan. Sergio, de 38 años y padre de familia, es de la zona, aunque ahora no vive allí. No le impacta que Trinitat Nova sea el barrio más pobre de la ciudad: “Para que haya ricos tiene que haber pobres”. Sergio, que no trabaja por problemas de salud y recibe una ayuda, cree que el barrio ha mejorado desde su infancia: “Podría estar mejor pero no se parece a lo que había”. Tiene una teoría sobre la desigualdad: “El problema es que los más pobres quieren llegar a la clase media mientras que los ricos siempre quieren ser más ricos”.

A su lado, su hermano Carlos, de 35 años, con tres hijos, pensionista por una grave enfermedad, asegura que la atención municipal ha descendido: “Vi mejorar el barrio, pero ahora se ha parado. No hay ni pipicán”. “En un año lo único que han hecho es poner dos hierros para bicis”, afirma Dani, auxiliar de servicios en seguridad, 38 años, el tercero en la mesa, aunque de repente ya son cinco o seis. 

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También tienen quejas sobre la oferta de trabajo de inserción social, por parte de entidades y administraciones. “Como no tengas antecedentes o salgas de la cárcel, no trabajas”, se queja Isaac, de 31 años, que tuvo el último empleo hace tres meses. Casi todos coinciden en acusar a los extranjeros de tener más apoyo y oportunidades que ellos. Javier, pintor industrial de 29 años, aborda otra cuestión: en el barrio no hay comercio. “Aquí hay 30 bares y 10 panaderías. Para comprarte unos zapatos te tienes que ir a la Via Júlia”.

BARRIO SIN HUELGAS

En el corazón de Pedralbes, en el comercio de Josep Torremadé, la pastelería Santa Gemma, el dueño proclama: “Pedralbes no existe. Esto es Sarrià”. Tiene 65 años y no echa de menos un CAP en el barrio, porque sostiene que no ha ido a ninguno porque nunca ha estado enfermo: “Ni un resfriado. No me lo puedo permitir. Trabajo 24 horas. Soy pastelero”. Sobre lo del barrio más rico y el más pobre, quiere hacer una precisión: “Este es un barrio normal. Los pisos cuestan 3.800 euros el metro cuadrado”.

El problema, dice, es que la avenida de Pearson y la avenida de Pedralbes, donde residen los más ricos entre los ricos, eleva la renta media hasta deformar la imagen real de un barrio sin instalación deportiva pública, sin centro sanitario. “No hay espacios verdes”, prosigue Torremadé, que sabe por qué no les dan todo eso: “Porque aquí no hacemos huelgas”. “El problema es el ayuntamiento. Tendría que haber tres, como con las compañías eléctricas, y que pudieras elegir”. Anna, de 34 años, es sobrina de Torremadé y lleva la tienda de regalos que colinda con la pastelería. “Yo sí creo que es importante tener un CAP. Y más autobuses. Y autobuses de barrio para aproximar a los vecinos de la zona universitaria”. Torremadé insiste: “Aquí hay mucha gente que ha tenido que vender el piso e irse”. 

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DEPORTE AL AIRE LIBRE

Preguntados por la cancha deportiva más cercana, los tipos del bar Elvis Home BCN relatan que solo hay una, más abajo del mercado. “Pero los niños españoles no pueden ir”, dice Carlos. Porque, argumenta, bandas latinas les cobran entrada o les roban objetos. Desde la calle superior, se ve la cancha a lo lejos, lo que sirve para animar al visitante. No hay bandas. Un chico con pinta de forzudo chuta a portería desde medio campo y la pelota entra por la escuadra. Es Narek, de 19 años, armenio. Y un armario. Lleva 10 años en Trinitat Nova y cree que esto no ha cambiado mucho desde que llegó. “Cada dos años cambian las porterías de fútbol”, resume. Sobre las bandas latinas que cobraban entradas, informa de que ya no hay conflicto: “Los armenios les explicamos que había que comportarse. Y lo entendieron…”. No concreta cómo hicieron para que lo entendieran, pero su sonrisa habla por sí sola. 

Narek sigue chutando y a 13,5 kilómetros de allí, en el parque de Cervantes, también suda Joan Ramon, bombero, 50 años, dos hijos, vecino del cercano barrio de Sant Gervasi. En su paso por Pedralbes, donde no hay cancha de baloncesto pública, se detiene un momento y aborda, un tanto místico, el porqué de tanta diferencia entre pobres y ricos, en Barcelona y en cualquier otro sitio: “Para una persona individual es un fenómeno inevitable. En cuanto a los valores decimos una cosa y hacemos otra. Estamos en un mundo difícil de cambiar. La pelota se hace tan grande que te chafa”. Y un detalle: En Pedralbes se ve a mucha gente corriendo. En Trinitat Nova, nadie. 

LA FARMACIA DEL BARRIO

Toni López atiende la farmacia Chacón-Puig, en la calle de las Chafarinas, desde hace 11 años. Cuenta que hay muchos clientes pensionistas que no pueden pagar ni el mínimo mensual de medicamentos. La mayoría de ancianos de Trinitat Nova, dice, ganan menos de 18.000 euros al año, así que si gastan más 8,23 euros, el Estado se hace cargo de la factura. "El problema es que no pueden ni alcanzar esa cifra porque muchos tienen que mantener a sus hijos". Francesc trabaja en la Farmacia Marín, sita en la calle de Manila, en Pedralbes. Se queda de piedra cuando conoce el testimonio de su colega de Nou Barris. "Me parece increíble..., eso aquí no pasa".

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Toni cree que solo un "cataclismo" podría conseguir romper la desigualdad en Barcelona. Receta "trabajo, educación, ayudas sociales, y conseguir que la gente joven no se vaya de aquí corriendo. Esto es un desastre. Con solo cruzar la Via Favència ya notas mucho la diferencia". En la farmacia de Trinitat Nova apenas se venden crenas y productos cosméticos. No sucede lo mismo en la de Pedralbes, donde además esta oferta es lo primero que se encuentra el cliente al entrar en el comercio.

Jordina, compañera de Francesc, cuenta que mucha gente viene con la receta del médico privado. "Algunos luego vienen luego con la del ambulatorio, pero son una minoría. Por un par de euros no les compensa el desplazamiento". En Trinitat Nova, la farmacia está junto al CAP, así que la inmensa mayoría de los medicamentos que se dispensan lleva el sello de la Administración.

Preguntado sobre la desigualdad, Francesc, que lleva 37 años en la misma farmacia, se toma unos segundos. Llega a la conclusión de que no tiene la solución: "Si los que mandan no han sabido arreglarlo y además la cosa va a peor, ¿cómo vamos a saber los ciudadanos como erradicar la desigualdad en Barcelona?". 

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