CONFLICTO ENQUISTADO

El paraíso del 'top manta'

MANTEROS EMILIO

MANTEROS EMILIO / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

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Como mínimo hay que reconocer que el lugar es poco menos que ideal, celestial, perfecto. Solecito, espacioso, sin coches, con sus terrazas amplias, buenos restaurantes, pegadito al mar, cientos de turistas que o desembocan de las Ramblas o descienden de los transatlánticos, amplitud de aceras para los legales y para los ilegales y, lo mejor de todo, para estos últimos (y lo peor para los correctos y cumplidores) que no hay autoridad o, mejor dicho, policía que se atreva o quiera meterse ahí.

El inicio de la Barceloneta, la curiosa plaza Pau Vila, se ha convertido en un auténtico edén, paraíso, para los mocetones del ilegal y perseguido (“no tan perseguido, no tan perseguido”, apostilla Asunción, bajo su legal carpa) ‘top manta’, que ha instalado sus tenderetes en el suelo con toda tranquilidad e impunidad en ese mediterráneo paseo. “El problema aquí -señala uno de los camareros más veteranos de uno de los restaurantes- es que ni la Guardia Urbana ni los Mossos tienen potestad, autoridad, para actuar en esta zona que está bajo la responsabilidad de la policía portuaria”.

Pero ¿qué ocurre con la policía portuaria? Pues que, al parecer, son pocos y no quieren líos. Y como son pocos y no quieren líos, no se meten, no actúan, no buscan follón pues, tal y como se ha podido comprobar en otros puntos de Barcelona, si tratas de resolver la situación, tienes lío. “De forma y manera -explica uno de los comerciantes legales- solo, de higos a peras, aparecen la Urbana o los Mossos, hacen limpieza, asustan a los chicos del ‘top manta’, los van arrinconando, nada de peleas, se van, viene una cisterna con dos mangueras a presión, limpian el paseo y, a la mañana siguiente, vuelven a instalarse”.

Eso de instalarse empieza a ser, cuentan, complicado porque como se trata de un lugar ideal y donde no te sacan, hay cola para coger unos metritos cuadrados. “Los que llegan al restaurante a las siete y media de la mañana, ya se los encuentra y más ahora que ha empezado el buen tiempo”. Los hay, del ‘top manta’, digo, como el camerunés Patrick que dicen que ellos solo quieren ganarse la vida sin necesidad de trapichear “con cosas más ilegales y malas”. O como el nigeriano Nosa, que asegura que “si los bolsos Louis Vuitton o las camisetas Nike del Barça no fuesen tan caras, nosotros no existiríamos”.

“Argumentos hay a cientos, seguro”, insiste Asunción, cuyo tenderete legal está rematado a su espalda con una inmensa pancarta que dice: “Derecho a trabajar; obligación de tributar; stop ‘top manta’”. Más allá hay otro comercio ambulante del que cuelga la siguiente inscripción: “Los ciudadanos pagamos a los políticos para que resuelvan problemas, no para que los creen; no a la venta ilegal”. Santiago, otro vendedor que paga religiosamente sus impuestos, dice que nada de esto ocurriría si parte de la familia de Ada Colau viviese del comercio y se sintiese tan dañados como ellos por esta invasión ilegal que, según él, la alcaldesa tolera “haciendo la vista gorda, en una mala interpretación de ser progresista”. La carpa de Santiago está rematada con otra pancarta: 'Prou al maltractament al petit autònom i al petit comerç'.

Los 21 comerciantes que están instalados legalmente en la zona pagan 180.000 euros por temporada, lo que les representa, más o menos, sumando IVA y IRPF, unos gastos diarios de 70 euros. Y, hablando de dinero, de euros, se da la circunstancia que, justo al lado, pegadito, al primer ‘top manta’ con el que uno tropieza nada más llegar a la plaza Pau Vila, hay un poste del que pende un cartel intimidador, bueno, es un decir, una broma, un chiste, en el que se puede leer en catalán, castellano e inglés: 'Prohibida la venta ambulante; no compres productos ‘top manta’, está penalizado con 50 euros'. Cuentan que, de vez en cuando, algún policía, no se sabe si portuario, urbano o mosso, se pasea por la zona y, levantando la ceja o su índice derecho hacia el cartel, intenta que el cliente dudoso se percate de que corre peligro de ser multado. Nada, falso, mentira. Estamos en el paraíso del ‘top manta’ y lo sabe todo el mundo. Hasta los peces.