CELEBRACIÓN EN LA CAPITAL CATALANA

La fiesta se hace mayor

CARLES COLS / BARCELONA

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Ha dado comienzo este viernes con un pregón de Andreu Buenafuente, cincuentón pero barcelonés solo desde hace 25 años, la Mercè, lo más parejo que en esta riba del Mediterráneo hay de aquella migración anual que el cangrejo rojo realiza en las oceánicas Christmas Islands. Allí en las antípodas, la selva de esa diminuta isla se tiñe de rojo porque millones de cangrejos salen de sus refugios en una fiesta mayor del apareamiento digna de conocerse. Lo que desde ahora y hasta el próximo jueves sucede en Barcelona debería venir también a documentarlo el National Geographic. Suele calcularse que el público que pasa por la fiesta suma un millón y medio de almas, poco menos, pues, del padrón oficial de la ciudad. No es que vayan todos. Algunos van a más de un espectáculo. Pero el tirón de esta fiesta, sobre todo desde el feliz hallazgo de la Ciutadella, el Bogatell y el castillo de Montjuïc como escenarios fijos, es incuestionable.

Buenafuente, un poco como si fuera uno de esos caricaturistas de la parte baja de la Rambla, retrató de un modo bastante reconocible lo que esta ciudad es y, sobre todo, el ánimo con el que sus habitantes encaran pese a todo la vida y se lanzan a la calle en su fiesta mayor. El cómico defiende que Catalunya tiene "derecho a decidir, a decidir que no, e incluso a no decidir".

Puede que en ocasiones Barcelona parezca una ciudad que te empuja al agua y después te birla la ropa, pero tiene otra cara, la que el de Reus quiso elogiar en su pregón. Lo ha pronunciado, como es costumbre desde hace demasiados años, en el Saló de Cent, una solución muy desagradecida para el público que en la plaza de Sant Jaume aguarda que comience la fiesta, pero en esta ocasión, en una feliz ruptura del guión clásico, el pregonero y la alcaldesa han salido al balcón, como debería ser siempre, a lo Pepe Isbert, y tras dirigirse a los barceloneses han colgado de la fachada unas pancartas de solidaridad con los refugiados que desde hace semanas cruzan Europa y que el ayuntamieto ha prometido acoger hasta donde alcancen sus recursos.

Esta es la primera Mercè de Ada Colau como alcaldesa. Buenafuente ha echado mano de ello para su monólogo ante las autoridades. Ha dicho que no encontró en los pasillos del edificio consistorial las hogueras que algunos apocalípticos anunciaron, y tampoco un salón de plenos okupado. "He entrado y he visto gente normal trabajando, o al menos en sus puestos de trabajo. Parecían limpios, incluso algunos sin rastas, y diría que muchos no eran familia de Ada Colau". A veces, un poco de humor va bien para destensar los músculos, algo agarrotados en la política municipal desde el mes de mayo. La fiesta mayor, en cualquier caso, parece al margen de esa pelea. Aunque centenaria, esta es una celebración cuyo formato actual fue acuñado primero por alcaldes socialistas (bien por ellos), que fue sabiamente pulida por Xavier Trias (el éxito de la Ciutadella como espacio es una medalla que cuelga de su chaqueta) y, por lo que parece, vista la programación, el actual gobierno no tiene intención de desballestar.

Compañía coreana...., del Norte

El escritor y periodista de moda Manuel Jabois explicó una vez que, desde su punto de vista, "Galicia no es una nación, es una orgía", que no se la ama por lo intangible, sino por sus estupendas rías, por tomarse un vino durante la puesta de sol. A veces, Barcelona, cuando no se empeña en ser una granja de cuervos, que es su reverso de la moneda, tiene también algo de esa bacanal gallega, y la Mercè es el momento del clímax. Merece la pena echar una mirada al programa. Siempre hay algo que apetece conocer. En esta edición del 2015, por ejemplo, despunta con luz propia la presencia, hoy y mañana, en el castillo de Montjuïc, de una compañía circense de Corea del Norte. Su procedencia ya es toda una tarjeta de presentación. Llega con fama de extraordinaria. y es que durante todo el fin de semana, la fortaleza que corona la montaña se transforma en una suerte de festival de circo en el que participan 15 compañías. Queda algo a trasmano, pero una vez ahí da gusto pasar el día.

Más cómodo es ir a la Ciutadella, donde este año el shock visual lo aporta la presencia nada menos que del fuselaje de un DC-10, reciclado en escenario teatral. En la más Central Park de las zonas verdes de la ciudad actuarán más de 30 compañías, varias de ellas argentinas, pues este año la ciudad invitada de las fiestas es Buenos Aires.

Luego está también la Mercè de la música, y la de las tradiciones, y la de los fuegos artificiales, y la de la Festa del Cel, aunque sea en Mataró. Total, que la fiesta mayor de Barcelona es una suma armónica de distintos festivales y parrandas, una orgía jaboisiana, un espectáculo, sin ánimo de insistir, a la altura de la migración de los cangrejos rojos.