PATRIMONIO HISTÓRICO

Las heridas de un castillo

El castillo de Montjuïc abre todo agosto ante el alud de turistas que quieren contemplar Barcelona a vista de pájaro. Pocos son los que se interesan por su negra historia.

Dos turistas soportan el calor de espaldas a la espectacular vista de la ciudad.

Dos turistas soportan el calor de espaldas a la espectacular vista de la ciudad.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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En la cima de la montaña de Montjuïc se erguía una torre vigía, una estratégica atalaya que se construyó sobre las ruinas del Castell del Port documentado en 1022 con el objetivo de informar de la proximidad de navíos desconocidos por temor a los ataques corsarios. Se fortificó en 1640, un año antes de que las tropas imperiales de Felipe IV fueran derrotadas en la batalla de Montjuïc, que engendró la guerra del Segadors.

A grandes trazos así comienza la trágica y sanguinaria historia de esta fortaleza reconstruida en 1751, siguiendo el esquema de las fortificaciones de Vauban, con la clásica forma estrellada, con fosos y fortines.

Durante estos días, el calor no impide que los turistas visiten este alcázar, que a partir de octubre albergará el Memorial Democràtic. Algunos tienen interés por conocer el pasado militar de este espacio testigo de muchos episodios violentos que han ocurrido en Barcelona, pero la mayoría suben por la misma razón por la que se construyó: contemplar la ciudad a vista de pájaro. Eso, sí, hoy, bien provistos de móviles y de cámaras de fotografiar digitales.

Bien pocos japoneses saben quién fue Ferrer i Guàrdia, pedagogo defensor de una educación libre, laica e igualitaria, que fue detenido en 1909 acusado de haber sido el instigador la Semana trágica. Murió en el foso de Santa Amalia de la entonces prisión del castillo de Montjuïc, el 13 de octubre de 1909. No quiso que le vendaran los ojos, gritando en el momento de ser fusilado: «Soldados, vosotros no tenéis la culpa. Apuntad bien. ¡Viva la Escuela Moderna! Muero inocente y feliz...».

En 1919, los muros albergaron a más de 3.000 obreros presos a causa del conflicto de la Canadenca. Durante la guerra civil, las celdas se llenaron de prisioneros de derechas. Tras el triunfo de Franco, el castillo volvió a ser escenario de ejecuciones. En 1940, murió fusilado Lluís Companys, presidente de la Generalitat. Fue prisión militar hasta 1960, cuando se cedió la gestión al ejército de tierra, que lo acondicionó como museo militar. Una orden ministerial del 2007 lo cedió al ayuntamiento, que ahora lo alza como el altar de la memoria democrática.