VÍCTIMAS DEL CONFLICTO LABORAL EN EL TRANSPORTE PÚBLICO
"La huelga se ha politizado mucho"
Jordi Fernández afea al ayuntamiento su nula capacidad negociadora y considera "de risa" los servicios mínimos
Carlos Márquez Daniel
Periodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 15 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Planta Baixa' (TV3) y 'Bàsics' (Betevé).
CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA
Jordi Fernández es técnico de transporte sanitario. Usa el metro a diario para realizar un trayecto de unos 12 minutos entre el Eixample y el Poblenou. “He sufrido las huelgas como un canalla”, asegura, sin rencor hacia los trabajadores del subterráneo. Asume que los empleados se movilizan “porque creen que es que lo deben hacer para conseguir lo que creen que es justo”. Porque una cosa es la plantilla y otra, muy distinta, según su opinión, los sindicatos, la dirección de la empresa y el ayuntamientos. A esos, dice, no les perdona las molestias que arrastra cada vez que tiene que buscarse la vida para llegar al trabajo. Una odisea.
Cuenta que en su empresa existe un plus de puntualidad de 50 euros mensuales. Él lo ha podido salvar, pero algunos compañeros que vienen desde el Vallès ya se han quedado sin este sobresueldo por culpa de los paros del metro. Jordi trabaja de ocho de la mañana a ocho de la noche. Tras una jornada laboral de 12 horas, lo único en lo que piensa es en llegar a casa. Pero quiere que sea un llegar apacible, sin sobresaltos. Por eso, muchos días que hay huelga se vuelve andando. Un paseo de más de una hora con el que se evita las aglomeraciones, los sustos en los andenes y las largas esperas. Cree que los servicios mínimos, por su experiencia, son “insuficientes, de risa”.
"COLAU HA HECHO BUENO A TRIAS"
Jordi votó a Ada Colau en las municipales de mayo del 2015. Ahora dice que se se siente engañado. “Esta mujer ha hecho bueno a Trias”, sostiene. “Me ha decepcionado mucho. También en la gestión de la huelga, porque aunque no tengo claro si debe ser ella la que pilote la crisis, tampoco veo que dé un puñetazo en la mesa para resolver estas huelgas que hacen daño a tanta gente”. En su sector, el de las ambulancias, explica este veterano, las bajas por depresión afectan al 25% de la plantilla. Tiene compañeros que llevan más de ocho años con contratos temporales. Tampoco su sueldo da para darse la gran vida. Pero a pesar de todo, de cómo le afecta que el metro funcione a trompicones, de no tener muy claro si las reivindicaciones del suburbano son legítimas, considera que el trabajador “siempre tiene derecho a quejarse si cree que recibe un trato justo”.
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