BAM con acento folk
CRONICA Núria Graham y Ryley Walker, triunfadores del sábado
Tras una primera jornada cargada de electricidad combativa, el festival BAM rebajó ayer la energía
-que no el nivel- para abrazar el folk
en diversas formas.
En su directo en la plaza dels Àngels, el dúo sevillano I Am Dive sacó todo su arsenal electrónico, pero sus temas tienen esencias folk. Por momentos parecían actualizar los bellos ochentas de The Blue Nile, aunque también coquetean con el electro-soul de última hornada.
En la plaza dels Àngels, Yasmine Hamdan exhibió su mezcla del folclore de Oriente Medio con rock, pop y electrónica. Tuvo el acierto de recuperar el Galbi de su proyecto Soapkills y cargó la plaza de embrujo y sensualidad con Deny, de Ya nass (2013), pero lo más aplaudido fue Hal, que interpretó en la recta final del filme vampírico de Jarmusch Solo los amantes sobreviven.
Núria Graham es una chica y lleva guitarra, pero su música es menos folk que pop planeador y rock de autora. Conquistó la plaza de Joan Coromines a base de simpatía vigatana, pero también canciones: especialmente memorables Bird eyes, Ages -con ese reverb de guitarra propio de The Durutti Column- o su versión rocker del Toxic de Britney Spears. Sin prejuicios, con porvenir.
El de Graham fue, quizá, el mejor pase de la noche junto al de Ryley Walker, cantautor folk-rock de Illinois de voz soberbia -a veces recuerda a Van Morrison- pero guitarra aún mejor, ligera a la par que virtuosa. Los temores de una actuación demasiado etérea para ese horario nocturno se disiparon enseguida: del lado de una gloriosa banda, Walker mostró su cara más rítmica e hipnótica (Primrose green fue un trip jazz-folk) y se ganó al público de la plaza dels Àngels.
Desde una órbita similar a la de Courtney Barnett, reciente revelación folk-rock que se esperaba que estuviese, pero no pudo ser, en este BAM, la cantautora Lady Lamb compone canciones de energía infecciosa marcadas por una voz conversacional. Destacaron temas como Milk duds, del reciente After (2015), o la más antigua Aubergine.
En la madrugada del sábado al domingo, Vetiver, el grupo del californiano Andy Cabic, sacudió gráciles tonadas con aires de soft rock de los 70; música más apropiada para el atardecer. Captó las atenciones cuando buscó el groove, como en More of this o Wonder why.
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