Tarde (casi) perfecta del Barça

El equipo azulgrana, con una soberbia versión, aplasta al Alavés con un brillante tridente, pero pierde a Aleix Vidal por lesión

Luis Suárez celebra el primer gol del Barça en Mendizorroza.

Luis Suárez celebra el primer gol del Barça en Mendizorroza. / periodico

MARCOS LÓPEZ / VITORIA

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Estaba el Barça a punto de cerrar una tarde realmente perfecta. Perfecta porque no solo aplastó al Alavés con una soberbia versión donde fue capaz de ofrecer también sus dos caras. Pero ambas ideas eran realmente buenas. Al inicio, sometió al conjunto de Pellegrino con toque, paciencia y astucia. Luego, al puro galope decidió aplastar al Alavés B (solo había cuatro titulares de los que eliminaron al Celta en la Copa) demostrando que se habían alineado todos los planetas, como dijo el técnico argentino. Pero se alinearon en el universo azulgrana. Todo era perfecto o (casi) perfecto en Mendizorroza hasta la grave lesión de Aleix Vidal en el tobillo derecho.

El portero (Ter Stegen) estaba ganando el partido cuando el equipo se desorganizó tras un saque de esquina  a favor (0-0 y un contragolpe descomunal de Theo, que retrató primero la timidez defensiva de Digne y luego su lentitud para estrellarse en el inmenso cuerpo del alemán) y el tridente pasándoselo en grande, marcando goles sin parar y repartiéndose asistencias entre ellos. Hasta que el tobillo derecho de Aleix Vidal quedó seriamente dañado por la desproporcionada entrada de Theo, ya con 0-6 en el marcador y a dos minutos del final.

En silencio se extendió en el Barça. Asustado al ver ese tobillo de su compañero, reclamando la camilla, impactados, además, al verlo salir del vestuario para subirse en una ambulancia camino del hospital. Pellegrino creía tener un plan para desactivar al Barça. Pero no era su Alavés de verdad. Y sí que se topó con el mejor Barça. El más serio.

BUSQUETS TRAE EL ORDEN

Construyó el partido en Vitoria con enorme inteligencia, sobre todo en la primera parte, esquivando, todo hay que decirlo, el tremendo error defensivo que provocó la descomunal parada de Ter Stegen. Antes y después, el Barça gobernó el partido con autoridad a través del balón. Poco a poco, guiados por un astuto Sergio Busquets, el equipo se asentó en campo contrario, merodeando en todo momento el área de Pacheco, teniendo, además, la paciencia necesaria para esperar su momento. Así, y en apenas tres minutos, llegaron los dos primeros goles, con el registro del viejo Barça, el Barça de toda la vida, ese que hace de la pelota su manera de entender la vida. Y el fútbol.

En el 0-1, Neymar aceleró con fuerza, Rakitic combinó con velocidad y Aleix Vidal, en sus mejores días como azulgrana, sirvió una venenosa asistencia. Desde la izquierda hasta la derecha viajó la pelota antes de encontrarse con Suárez, ese nueve que huele cada balón como si fuera el último de su vida. Atacó el espacio y atacó el balón con tanta fuerza que cuando Pacheco se dio cuenta el Barça ya festejaba el primer tanto y Aleix, pieza fundamental, gritaba eufórico. En el 0-2, y con Pacheco convertido en protagonista inesperado, el Barça hizo lo mismo, pero de derecha a izquierda para que Neymar se uniera a la fiesta que se montó el tridente en Vitoria.

Busquets, instalado desde atrás, empujando al equipo hasta el área vasca, miraba feliz esa obra colectiva del Barcelona. Y eso que Luis Enrique, tras el 0-1, le ordenó que se acercara al banquillo para darle instrucciones. El Barça atacó con calma y sabiduría durante una excelente primera mitad. El Barça galopó luego a campo abierto cuando Pellegrino ordenó en el descanso cambiar la defensa y jugar con cinco atrás.

SERGI ROBERTO, MEDIO CENTRO

Cuando se dio cuenta el técnico argentino, Messi, Alexis (en propia puerta), Rakitic y Suárez, de nuevo, sellaron una goleada reconfortante para los azulgranas. Estos cuatro goles sucedieron en apenas ocho minutos. Visto y no visto. Apenas una hora de partido y los dos rostros, ahora sí absolutamente reconocibles, del Barça.

Después de que Busquets forzara la amarilla (se perderá el duelo conta el Leganés, pero estará en el Calderón dentro de dos semanas), Luis Enrique empezó a utilizar la tarde como banco de pruebas. Colocó a Sergi Roberto de medio centro, mientras Lucas Digne ejercía de central izquierdo en una zaga con tres laterales: Mathieu, el exjugador de la Roma, y Jordi Alba. Apareció Iniesta, aplaudido por Mendizorroza, mientras el partido se consumía sin historia alguna hasta que Theo pensó que ese balón que se iba por la banda derecha del Barça era el último de su vida. Cayó lesionado Aleix y el Barça no tuvo la felicidad completa.

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