Jonathan Viera, el Romário de Las Palmas

El delantero, de 26 años, simboliza el estilo canario de toda la vida, con un fútbol descarado y lleno de fantasía

Jonathan Viera (izquierda) y Araujo celebran un gol a la Real Sociedad en el estadio de Gran Canaria.

Jonathan Viera (izquierda) y Araujo celebran un gol a la Real Sociedad en el estadio de Gran Canaria. / periodico

RAÚL PANIAGUA / BARCELONA

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Cuando era un renacuajo, corría por las playas de Las Palmas con una camiseta con el nombre de un mito: el gran Romário. No tenía ni 5 años el día que el astro brasileño destrozó a Alkorta con aquella inolvidable cola de vaca que permanece en la retina de todos los culés que vivieron aquel momento, pero Jonathan Viera (Las Palmas , 1989) recuerda perfectamente la acción. No solo la recuerda, sino que la imita a menudo. Es solo una de las fantasías de su repertorio, que también incluye la elástica de Ronaldinho, su verdadero ídolo. El astro canario se mide este sábado otra vez con el Barça, su equipo favorito, al que ya marcó en el Camp Nou (2-1). Regateador, descarado y salvaje, Viera encarna el típico estilo canario, talentoso y rebelde a partes iguales.

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    «Era pequeñito, moreno, delantero y todos en mi barrio me empezaron a llamar Romário. Creo que tampoco me parezco mucho. Él era un genio, a mí simplemente me gusta divertirme. Como a los brasileños. Quizá lo que falta ahora en los campos es eso: divertirse. Hay mucha presión, gente que te silba, pero si no te diviertes no vas a dar todo lo que tienes dentro», relata Viera.

 Al jugador canario le habría encantado participar en el penalti indirecto de Messi. Ha tenido una semana complicada por una gripe pero no quiere perderse la cita contra el club al que admira desde que era un crío. En el vestuario le llaman Roma, el nombre abreviado del astro brasileño que jugó en el Barça un año y medio (1993-94). Entre la diabluras de Viera se recuerda un sombrerito a Pepe, un caño a Modric... «No tengo un regate favorito, lo que se me pase por la cabeza es bueno». 

CASTIGADO EN CORNELLÀ

Hace dos meses, en el debut de Constantin Galca en la Liga con el Espanyol se oyó un suspiro de alivio cuando se supo que Quique Setién prescindía de su estrella por decisión técnica. Algo habría pasado y seguro que no era nada bueno. Así fue. En un entrenamiento de esa semana, el delantero se lió a patadas con todo lo que se movía. No solo balones, también neveras, conos y demás. El cuerpo técnico le recriminó su acción pero se marchó al vestuario sin más. «Perdí el partidillo, me enfadé y me fui. No tengo edad para hacer estas tonterías. Espero que no vuelva a pasar. El error es mío, pido perdón a todo el mundo», reflexionó Viera.

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    El asunto se resolvió con una multa y el posterior perdón del técnico. Sin él, Las Palmas pierde a su referente creativo. A nadie le sorprendió ese incidente. Tan bueno en el campo como complicado fuera, Viera siempre ha tenido un carácter especial que seguramente le ha impedido llegar más lejos. Criado en el humilde barrio de La Feria, al delantero nunca le han gustado las normas. «Soy un jugador de la calle. Cuando entré en el primer equipo de Las Palmas seguía haciendo las mismas cosas que antes de ser profesional. Por la tarde me iba a la playa, donde podía estar jugando cuatro horas sin descansar. Hasta que me pillaron». Y no le cazó un técnico cualquiera, sino uno de los más más volcánicos de la Liga, Paco Jémez, con quien mantiene una relación especial.

    Justo antes de su estreno con el primer equipo amarillo, Viera se escapó junto a Vitolo, ahora en el Sevilla, y Tyronne, del filial. Los tres regresaron a las ocho de la mañana y descamisados. Una juerga de libro que Jémez no pasó por alto. «Me dio toda la confianza del mundo cuando subí del filial. Paco es el mejor. Siempre va de cara. Quizá me dio más cancha de la que merecía, pero mi cabeza no estaba en su sitio», recuerda Viera, que también coincidió con Paco en el Rayo, a donde llegó desde el Valencia. 

    A Mestalla llegó precisamente gracias al empeño de otro tipo carismático, Unai Emery, que apostó por el delantero en su recta final en el club levantino. Pidió al presidente Manuel Llorente el fichaje de Viera en el 2012. El Valencia pagó 2,5 millones pero Emery se fue y el punta inició una etapa turbulenta de mudanzas y pocos éxitos. 

    Viera fracasó en el Valencia con Pellegrino y Valverde (2012-13), recuperó sensaciones con Jémez (2013-2014), se marchó al Standard de Lieja, el actual equipo de Víctor Valdés (2014, siete partidos, un gol), y regresó a su tierra, donde ha vuelto su mejor versión. El talentoso canario es feliz junto a su gente de La Feria, regateando en la arena de la playa. Como en aquellos inicios con la camiseta de Romário.