Una dulce copa

El Barça cierra la negra leyenda de Anoeta con un triunfo que le deja con un pie en la semifinal

Los jugadores del Barça se abrazan tras un gol.

Los jugadores del Barça se abrazan tras un gol. / VINCENT WEST

JOAN DOMÈNECH / SAN SEBASTIÁN

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Sonaron tambores en San Sebastián, pero también sonaron tambores en Barcelona. Los de Donosti celebraron la tamborrada, una fiesta que durará tres días; los catalanes anunciaron el triunfo del Barça en Anoeta después de diez años, de ocho partidos infructuosos (tres empates y cinco derrotas) que estaban cultivando una leyenda.

La victoria azulgrana cultivará, en cambio, un nuevo episodio de la entrañable historia del Barça en la competición que ha conquistado los dos últimos años. Una copa dulce se tomó el equipo después de un sinfín de tragos más amargos que dramáticos y que acabaron este jueves.

Sin alardes ni exhibiciones venció el equipo de Luis Enrique. Por la mínima, en una noche gélida que demandaba kilómetros y sacrificios, aunque el marcador exhibiera el nombre del más festivo de sus futbolistas. La ‘p’ subrayó que fue de penalti, así de equilibrado anduvo el duelo. Pero el Barça se zafó del gafe y de un arbitraje sibilino, y por tanto malo, que acabó excitando los ánimos donostiarras, ya alterados por acudir a Anoeta cuando todos deseaban estar sentados a la mesa, con el tenedor en una mano y la baqueta del tambor en la otra.

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RECUPERACIÓN COPERA

Neymar ha recuperado el gol en la Copa. Y de penalti, gracias también a la generosidad de Messi que le cede el privilegio de lanzarlos y mejorar así la hoja de servicios, justita en cuanto a goles, pero generosa en entrega y actitud, pidiendo la pelota y desbordando por la banda. El brasileño cuajó otro gran encuentro y disfrutó de la recompensa, aunque fuera a balón parado, que obtiene entre semana; los domingos es otro asunto y no ve la portería ni a tiros.

Neymar y Suárez y Messi juegan siempre, pero medio equipo transita del césped al banquillo, obligados los jugadores por la necesidad de repartir esfuerzos. Siete cambios hubo del once que goleó al Las Palmas. También es insustituible Busquets, uno de los termómetros más indicativos del estado del Barça: el mediocentro y el equipo han recuperado la salud hasta el punto de acabar con la tradición más antigua.

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RELEVO CANTADO

El relevo de Alba y Mascherano estaba poco menos que cantado por lo mucho que sufrieron en el precedente de noviembre, sobre todo el lateral que vivió un calvario ante Vela. El sentido común aconsejaba un relevo, independientemente de las rotaciones que desea efectuar Luis Enrique en esta fase de dos partidos semanales, una vez se confirmó la reaparición de Carlos Vela, el causante de la pesadilla.

Vela no existió, pero el mérito no radicó únicamente en la mayor rigurosidad de Digne. Fue una transformación general, la del Barça, que empezó con una mayor atención defensiva (estaban avisados todos de la presión blanquiazul) y que continuó con los delanteros. Y no tanto al mirar a la portería de Rulli, sino a la de Cillessen, que no tembló para sacar el balón jugado, aunnque tuviera que lanzarlo a distancia, al tridente. Lo encontró receptivo.

IR A BUSCAR EL BALÓN

Uno de los mayores problemas que condenaban al Barça tenía que ver con las dificultades para salir de la presión donostiarra. Los tres, lejos de esperar a que los demás les hicieran llegar el balón, se esforzaron esta vez por ir a buscarlo; a prestarse a recibirlo, cuando menos, ofreciendo opciones de pase, lo que desatascó el avance desde atrás. Neymar fue ejemplar en esta faceta, como Suárez. El afán del brasileño, que mantuvo un gran pulso con Aritz, resquebrajó a la Real. Por la otra banda no se presentó ni una vez el Barça, ya que Messi permaneció en el centro y ni Rakitic ni Sergi Roberto se animaron.

Con menos posesión, sin capacidad de intimidación y con un evidente desasosiego en la última línea –Illaramendi se lanzó dos veces a placar a Messi sin suerte–, la Real se sintió vulnerable. La incomodidad aumentó a partir del gol de Neymar, sin fe en poder perpetuar el mito de su inviolable estadio, y volvió a sentirse inferior al Barça, algo que no sucedía en los últimos años.  Y con media eliminatoria perdida, se presentará en el Camp Nou con la cabeza como un bombo.

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