Adán purga su pecado
El portero exmadridista abre el camino de un valioso triunfo con un regalo en el primer gol
Era el Villamarín pero, por momentos, pareció el Calderón empujando a los suyos, que extrañamente vestían de verdiblanco. «¡Atleti, Atleti!», coreó la grada más de una vez, un grito acompañado de algún cántico más, en una curiosa muestra de cariño. Toda una declaración de guerra. Sin nada por lo que pelear, el Betis hizo saber al Barça que pisaba territorio hostil. Y por si no tenía claro lo que se jugaba, mientras calentaba, se lo recordaban. En el marcador del estadio aparecía la clasificación y el Barça, claro, no era el primero. Así que si quería recuperar el terreno y pasar por delante de Madrid y Atlético, ya sabía lo que le tocaba.
En el césped, tampoco tenía demasiados aliados. Más bien al contrario. Como mucho Montoya, el único que había expresado abiertamente su deseo de que el Barça sea campeón. Y sobre la indiferencia de otros, pesaba el firme deseo de un madridista declarado, Adan, y de otro reconocido que estuvo cerca del Bernabéu, Dani Ceballos, el chico de los tuits incendiarios, capaz de escribir que cayera una bomba en el Camp Nou y que acabara con catalanes y vascos por la pitada al himno español.
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Ninguno de los dos se salió con la suya. Más bien al contrario. A Ceballos se le vio más repartiendo patadas que jugando, y salió bien librado con una sola amarilla por obra y gracia de Mateu Lahoz, el árbitro preferido de Mourinho que tuvo momentos desesperantes. El otro amigo de Mou, al que el técnico utilizó para cargarse a Casillas y después acabó dejando tirado, quedó más retratado. Es el riesgo que tiene hablar más de la cuenta cuando enfrente está el Barça y, sobre todo, Messi.
«Ojalá le podamos joder la Liga al Barça», proclamó el portero, confesando que alguno de sus excompañeros le había pedido que les echara una mano. «Algún mensaje me han mandado desde el Madrid», reconoció. Pues ni caso. Lejos de complicarle la vida al gran rival, le facilitó el camino cuando más complicado lo tenía. Una mala salida, con la desacertada complicidad de Pezzella, dejó en bandeja a Rakitic. Un regalo valiosísimo que liberó al equipo de esa presión de jugar contrareloj.
«Ha sido un malentendido, no es cuestión de echar la culpa a nadie», declaró el portero, asumiendo el error y también las reacciones a sus declaraciones. «Lo que dije lo hice conscientemente y sabía lo que podía suponer si perdíamos, lo que puede decir la gente ahora. No tenía intención de molestar, sino que expresé un deseo. Quería ganar primero por el Betis pero si la victoria hubiera servido para ayudar al Madrid, mucho mejor».
Pues no. Ni al Atlético como pretendía el beticismo que dedicó gritos racistas a Alves pero sufrió otra vez la tortura de un sevillista: Rakitic. En sus últimas visitas al Villamarín ha marcado tres goles. Y este regalado. De querer quitarle la Liga a dejársela más cerca.
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