LA 'OTRA FAMILIA' DE MARC
La tribu de Márquez
El heptacampeón de Honda ha construido a su alrededor un equipo técnico que atesora la friolera de 46 títulos mundiales
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Emilio Pérez de Rozas
Cuando tocan risas, se parten la caja. Cuando toca juerga, no hay quien los controle. Cuando toca trabajo, son unos devoradores de horas y los más perfeccionistas. Marc Márquez, ese piloto que, a los 25 años, ha superado todos los récords de precocidad de la historia del motociclismo, trabaja y vive rodeado de su equipo de confianza, el mismo que él reconstruyó, a base de triunfos en el 2013, en el box del equipo Repsol Honda.
Es lo que Márquez llama "mi familia del circuito", la que completa su auténtica parentela integrada por mamá Roser, papá Julià y su hermano Àlex además, cómo no, de Emilio Alzamora, su mánager; José Luis Martínez, asistente, ángel de la guarda, esparrin en los entrenamientos; y, cómo no, ese silencioso, sencillo y campechano Genís Cuadros, el preparador físico que se inventa, incluso, los artilugios con los que logra que Marc "posea la elasticidad y viveza física de los gatos para sortear las lesiones cuando se cae".
El Messi de las motos
El 'dream team' de Márquez se encuentra encerrado en el box del equipo campeón. Ocho hombres atesoran la friolera de 46 títulos mundiales de motociclismo, exactamente el dorsal del que, hasta hace algunos años, ya no, era el rey del paddock de MotoGP, el italiano Valentino Rossi. El equipo técnico de Márquez, capaz de prolongar su buen rollo, armonía, amistad y complicidad fuera del circuito, ha sido creado, paso a paso, por el piloto de Cervera (Lleida) y Alzamora, quienes, desde el Mundial de Moto2 (2012), confiaron ciegamente en el ingeniero Santi Hernández para que lo gobernase.
"Trabajar con Marc es una delicia. Es el antidivo. Es feliz haciendo felices a los demás"
Hernández, que dedica todos sus éxitos y alegrías a Encarna, su madre ya fallecida, y bebe de las fuentes de su padre don Antonio, mecánico y orfebre de motos de toda la vida, acapara ocho títulos mundiales, uno con Àlex Crivillé en 500cc (1999), otro con el Doctor (2003) y los últimos seis, con Márquez (Moto2 y cinco de MotoGP).
"Trabajar con Marc es un placer, una bendición, no solo por cómo es él, fuera y dentro de la pista, sino porque sabes que, le des la moto que le des, él se dejará la piel en la carrera", explica Hernández, feliz de haber contribuido a tanta felicidad. "Tiene el don de los campeonísimos, por eso siempre digo que es el Leo Messi o el Rafa Nadal de las motos, porque a su tremendo carisma añade una profesionalidad y una manera de ganar única".
Un piloto infinito
El máximo responsable del box sostiene que "Marc es feliz haciendo lo que hace y quiere hacer feliz a los demás. Su mayor cualidad es que es muy humilde y no cesa de aprender. Si no te crees el mejor, si no crees haber alcanzado tu techo y crees que aún puedes aprender, entonces estás abierto a todo y a todos, y no dejas de mejorar". A Hernández le encanta "el punto de antidivo que tiene Marc".
"Marc es infinito. Incluso los que convivimos con él nos sorprendemos de los milagros que hace en la pista"
Como jefe de mecánicos está Carlos Liñán, que, en sus vitrinas, tiene seis cetros mundiales, todos conseguidos con Márquez. "Muchas veces me preguntan con qué palabra definiría a Marc y siempre se me ocurre la misma: infinito. ¿Por qué? Porque incluso aquellos que convivimos diariamente con él, que podríamos estar curados por sus gestas, nos sorprendemos, día a día, con los milagros que hace. Esa sensación de no tener límites, de prolongarse hasta el infinito, es lo que te hace pensar que solo él sabe hasta dónde puede llegar. ¡Ojalá podamos acompañarle en su maravilloso viaje!".
Jordi Castellá es el mecánico de confianza de Marc. Castellá, que es quien le entrega y recoge la moto cada vez que sale y entra en el box, atesora cinco títulos, los últimos del hepta, ya que Marc no logró llevárselo a Honda hasta su segundo año (2014), cuando los japoneses ya no podían negarle nada. "Marc es todo menos aburrido. Es feliz y contagia buen rollo. Y esa manera de ser es aplicable a todos los ámbitos de la vida. La verdad, es una delicia trabajar en esas condiciones".
"Marc hace du honestidad y nobleza, fuera y dentro de la pista, su manera de ser, de vivir y de trabajar"
Castellá tiene un inseparable compañero de herramientas: el italiano Roberto Ginetto Clerici, el más laureado de este equipo de ensueño, con nueve títulos: dos de Superbikes con Troy Bayliss y Troy Corser y siete de MotoGP con Casey Stoner (2) y Márquez (5). "La palabra que más le pega a Marc es fenómeno, capaz de convertir su sangre fría en ardiente cuando toca. Llegó un niño a MotoGP y ya es un hombre maduro, experto, sabio. Ha sido capaz de reunir un grupo de profesionales estupendos sin importarle de donde venían o qué pensaban", señala Clerici.
Honestidad y nobleza
Moviéndose con la rapidez, ligereza y eficacia que requiere su cometido (estar al servicio de todos), Javi Ortiz es el más joven y suma cuatro coronas. "Yo diría que Marc no solo es el presente de este deporte, sino su futuro, pues está escribiendo unas páginas impresionantes en la historia de las carreras. Es una persona que hace de su honestidad, fuera y dentro de la pista, y su nobleza una manera de ser, de vivir y de trabajar. En el cuerpo a cuerpo es invencible, en el sentido de que es divertidísimo estar con él y muy agradable compartir trabajo y ratos libres. Es único, sí, único".
Pequeño, discreto, silencioso, pulcro (limpia y repasa la moto 125 veces al minuto, siempre con su gamuza a punto), mezclado entre todos pero sin tropezarse con nadie, vive y trabaja el japonés Kohi Ujino, que suma los últimos tres títulos de Marc, pues ha sido el último en llegar. "En efecto, he sido el último en llegar y todos me recibieron como si llevase años en el equipo, lo que habla maravillas del grupo humano que formamos. Es muy agradable trabajar con Marc y es gratificante el trato exquisito que recibes de él".
Trabajar con una sonrisa
Completan el dream team dos magos de los datos, de la telemetría, del ordenador, de la magia que hay oculta en estas impresionantes motos, que alcanzan los 350 kilómetros por hora. Son el alemán Gerold Hugo Bucher y el italiano Carlo Liuzzi. Bucher suma los cinco últimos cetros de Márquez y el gigante Liuzzi añade, a esos cinco, el título conquistado con Stoner en Honda, totalizando seis. Y así llegamos a los 46 del dream team, número insospechado por todos ellos y que provoca, dada la rivalidad (menguada ahora por el mal momento que atraviesan Rossi y Yamaha), felicidad, sonrisas cómplices, carcajadas de maldad.
"Marc se convierte en un tiburón blanco en la pista porque la presión no le afecta en nada"
"La palabra que mejor define a Marc es amigo. No quiere tristeza ni desesperación a su alrededor, quiere que, pese a que el trabajo es duro, difícil y no admite fallos, se haga sonriendo. Él asume toda la responsabilidad: ‘Me dais la mejor moto que podáis y yo me apaño’. Cuando habla de su familia del circuito, está diciendo la verdad", señala Bucher.
"Empecé enseñándole telemetría y ahora es él quien me da clases, quien me abre los ojos ante determinados jeroglíficos de datos", relata Liuzzi. "Cuando él te dice que en la curva 5 tiene un problema con la suspensión delantera y en la 6 hay algo en la aceleración o puño del gas que no va bien, tú acudes a la telemetría de la moto, abres los datos y ¡zas!, clavado. Lo que él dice aparece reflejado ante tus ojos. Si a esa capacidad de análisis unes su profesionalidad, sus ganas de ganar, de seguir aprendiendo, de ser el mejor y, sobre todo, el hecho de que nadie, ¡nadie!, soporta mejor la presión que él, lo que tienes en la pista es un tiburón blanco. Por eso gana y nos hace campeones y felices a todos", sentencia el telemétrico italiano.
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