MÁS LUTO EN EL MUNDIAL
Otra muerte repentina zarandea el Mundial de motos
El legendario fotógrafo italiano Marc Guidetti fallece, de una enfermedad repentina, cuando se preparaba para viajar al GP de Austria
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Es posible, sí, que se trate de una racha pasajera. O que tengamos que empezar a reconocer que estamos en manos del destino. Los hay, en esta inmensa sala de prensa del Red Bull Ring, que creen o han empezado a creer en la predestinación. Porque la verdad, la única verdad, es que últimamente nos están pasando cosas incomprensible. O demasiado fáciles de comprender como para mirar hacia otro lado. Cada vez nos disparan más cerca.
El Mundial de motociclismo, sí, cierto, la vida, por descontado, nada fuera de la normalidad, nada especial, ¡que les voy a contar a ustedes!, está siendo zarandeado por la muerte y sus secuaces. No han tenido suficiente con llevarse así, de golpe, sin aviso, al ‘maestro’ Ángel Nieto, en un absurdo accidente de circulación, cuando estaba parado en una rotonda en Eivissa sino que ayer nos arrancaron, en cuestión de días, de horas, ni siquiera una semana, a Marco Guidetti, un fotógrafo italiano, que llevaba toda la vida entre nosotros. Eso, la vida es lo que están destrozándonos.
Primeros se nos llevan a Ángel Nieto y ahora a Marco Guidetti, mientras el bueno de Jaime Olivares se recupera de un infarto en un hospital de Salzburgo. El destino está zarandeando a la familia del Mundial
El dolor empieza a ser demasiado común entre nosotros, que nos vamos moviendo por el mundo como una familia de casi 2.000 miembros y, quieras o no (y quieres, claro que quieres, los necesitas), nos apoyamos los unos en los otros porque, de lo contrario, muchas de las vicisitudes que padecemos serían más difíciles de superar o, simplemente, acabarían con nosotros.
Antes de la muerte de Marco, el infarto de Jaime
En ese ayudarnos, está, por ejemplo, salvar la vida como acaba de salvarla (insisto, cada vez disparan más cerca) el bueno de Jaime Olivares, otro de los fotoperiodistas del Mundial, también de toda la vida, ahora en el equipo Repsol Honda de Marc Márquez y Dani Pedrosa. Olivares, que parecía de acero inoxidable, que era de acero inoxidable, sufrió un ataque al corazón el miércoles cuando practicaba ‘mountain bike’ con los hermanos Espargaró y otros amigos. Los pilotos se distanciaron algo.
Ya saben, “te esperamos abajo”, pero Jaime no llegaba. Suerte tuvo que una muchacha le practicó los primeros auxilios en la pista forestal y le salvó la vida. Ya ha despertado y ahí estamos, empujando todos, como hicimos con el '12+1', como no nos fue permitido con Guidetti, cuya muerte repentina ha dejado, de nuevo, helada a la sala de prensa, al ‘paddock’, al Mundial.
Hace unos minutos, hemos guardado un minuto de silencio por Guidetti, que hace unos días llamó a la encantadora Friné Velilla, jefa de prensa del campeonato, para decirle que no viajaría a Brno (República Checa) “porque hace días que tengo un dolorcito en la barriga y quiero hacerme unas pruebas, nos vemos en Austria”. Y hoy nos han llamado diciendo que ha fallecido. Sí, un maldito cáncer. O un tumor. O todo. Da igual. Que más da. Se ha ido.
Las auténticas cosas importantes de la vida
Hay gente, en estos días, a la que le pinchas y no le sacas sangre. Hay gente que reflexiona sobre el destino de la vida y, especialmente, sobre esos enfados, peleas y discusiones que protagonizamos, en familia, entre amigos, entre colegas, por cosas banales cuando lo importante es sentirte vivo y no volverte loco (ni pelearte, ni enfadarte, ni preocuparte) por aquello que no vale la pena.
Ángel nos dejó cuando más feliz era. También Marco se ha ido sin que le pudiésemos dar un abrazo, aunque se sabía tan querido como el campeón. Y ya tenemos despierto a Jaime, peleando en un hospital de Salzburgo, rodeado de los suyos, de su familia, la ‘otra’, nosotros, seguimos empujando.
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