Entrevista | Lluís Cardona Experto en políticas de conservación

"Es un error no proteger a las amebas porque no empatizamos con ellas como sí hacemos con los elefantes"

Según el zoólogo, el número de tortugas en el Mediterráneo se ha duplicado en los últimos 20 años

MULTIMEDIA | Las 112 especies más amenazadas deberán esperar a 2025 para tener un plan de recuperación

El zoólogo Lluis Cardona, experto en políticas de conservación y de biodiversidad de la Universitat de Barcelona.

El zoólogo Lluis Cardona, experto en políticas de conservación y de biodiversidad de la Universitat de Barcelona. / Marc Asensio Clupes

Valentina Raffio

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El zoólogo Lluís Cardona, de la Universitat de Barcelona (UB), lleva toda una vida trabajando en programas de conservación de la biodiversidad. Sobre todo, en entender cuáles son los grandes peligros que amenazan a las especies del Mediterráneo y qué debemos hacer para protegerlas mejor. Tras años de trabajo –y con una mirada amplia sobre los grandes éxitos y fracasos de las políticas de conservación aplicadas hasta la fecha, Cardona se muestra optimista con lo logrado en España: "Queda mucho por hacer, pero vamos por buen camino", explica con convicción. 

Déjeme que empiece por una pregunta compleja para alguien que ha dedicado su vida a estudiar el medio natural. Cuándo mira a la naturaleza, ¿qué ve exactamente?

Lo que más me asombra es la enorme capacidad que tiene la vida para prosperar en cualquier sitio. La naturaleza es mucho más sabia y resiliente de lo que creemos. Y eso es algo maravilloso.

¿En qué estado está ahora mismo la naturaleza que nos rodea en Catalunya y en España? 

A menudo tenemos la tendencia a considerar que todo está mal y es cierto que cuando miramos a corto plazo vemos problemas que siguen ahí. Pero si observas la evolución de los últimos 50 años, la mejora es espectacular. Desde los años 70 hasta ahora, salvo en casos como los insectos, las mejoras han sido espectaculares. 

"Desde los años 70 hasta ahora, salvo en casos como los insectos, las mejoras han sido espectaculares"

Así que el balance es bastante agridulce…

Efectivamente. Hay especies que tienen problemas y, cuando miras a corto plazo, da la sensación de que nunca se resuelve nada, pero también hay especies que han mejorado mucho. A finales de los 70, por ejemplo, el águila imperial o el quebrantahuesos estaban al borde de desaparecer y probablemente nadie habría dado un duro por ellos. Ahora, en cambio, vemos que han conseguido volver a remontar. Queda mucho por conseguir pero van por el buen camino.

¿En qué nos hemos equivocado como especie o como sociedad para poner en peligro a tantas especies y, en muchos casos, llevarlas al borde de la extinción?

Ha habido dos grandes errores. Por un lado, explotar ciertas especies más allá de lo que permite su demografía. Y por otro lado, olvidarnos de la existencia de otras especies a la hora de interactuar con el medio que nos rodea. Hay especies que siempre han existido y que, de golpe, hemos empezado a perseguir y a tacharlas de alimañas por el simple hecho de que podrían ser perjudiciales para actividades humanas como la ganadería. 

Por suerte, llegado a un cierto punto, parece que hemos recapacitado y se han puesto en marcha muchos programas de conservación y restauración. ¿Cuáles son los logros más destacados en los últimos años ?

En España el gran logro ha sido conservar o sacar del peligro de extinción a las especies de grandes vertebrados terrestres. El gran éxito está en la conservación de los grandes mamíferos, como el lobo, el lince, el oso, el ciervo o el corzo. Estamos hablando de especies que en los años 70 estaban al borde de desaparecer y que ahora mismo, gracias a los programas de conservación, están proliferando con buena salud en muchas zonas. 

"En España el gran logro ha sido conservar o sacar del peligro de extinción a las especies de grandes vertebrados terrestres"

Hace unos días supimos que la población de lince ibérico se está recuperando maravillosamente. ¿Es esta una buena noticia, no?

El caso del lince ibérico es emblemático, porque en muy pocos años hemos pasado de tener esta especie prácticamente al borde de la extinción a ver cómo se está consiguiendo recuperar. Ahora mismo tenemos una población bastante abundante. Pero, para mí, la verdadera prueba de algodón será ver qué pasa cuando dejemos de criar linces en cautividad y soltarlos. Entonces se verá hasta qué punto los programas de conservación han funcionado. 

Uno de los animales más emblemáticos que se ha utilizado para concienciar sobre los daños ambientales han sido las tortugas. Usted las ha estudiado. ¿En qué situación están ahora mismo? 

Por lo general, las poblaciones de tortugas marinas están mucho mejor que hace tres décadas. Hay poblaciones que siguen teniendo problemas pero, por lo general, han mejorado mucho. En el Mediterráneo, el número de tortugas se ha duplicado en los últimos 20 años. Los datos demográficos son buenos. El número de capturas accidentales ha bajado. Eso no quita que, a nivel individual, las tortugas siguen estando muy amenazadas por fenómenos como la ingesta de plásticos. Pero, demográficamente, las cifras son buenas.

"A nivel individual, las tortugas siguen estando muy amenazadas por fenómenos como la ingesta de plásticos, pero demográficamente las cifras son buenas"

Hay programas de conservación que funcionan mejor que otros. ¿Cuál es el factor que realmente inclina la balanza para lograr el éxito de un programa?

Hay dos claves. El primero es identificar los factores de amenaza demográficos más relevantes, pues de poco sirve corregir un factor menor si otro mayor no se aborda. El segundo es poder influir en esos factores de amenaza. A menudo se realizan programas de conservación basados en acciones llamativas o intuitivas pero que no funcionan demasiado. Se necesita información científica para determinar lo realmente importante.

¿Y qué papel juega el dinero en el éxito de los programas?

El dinero es esencial, pero no lo es todo. Se necesitan fondos para obtener información científica y diseñar el programa en sí. Pero también se necesitan fondos para implementar acciones de conservación. Algunas pueden ser económicas, como aprobar normas, mientras que otras pueden requerir subvenciones costosas, como pedir a los pescadores que modifiquen su actividad durante un tiempo. Aunque hay programas económicos exitosos y programas caros que fracasan, siempre se necesita dinero para desarrollar estas iniciativas de conservación.

¿Es cierto que solo protegemos (o destinamos más esfuerzos) a aquellas especies que nos parezcan bonitas?

Sí. Y no es bueno. El problema es que muchas veces nos movemos por la emotividad y no por la racionalidad. Mostramos más simpatía y protegemos a los animales que entran en nuestro imaginario de cazador prehistórico, como los elefantes, o aquellos que nos resultan bonitos porque nos recuerdan a nuestras crías, como los de ojos grandes y apariencia más adorable. Estos son los que instintivamente llaman más nuestra atención y tendemos a proteger más. Una ameba, en cambio, apela poco a estos instintos emocionales y entonces cuesta más justificar por qué hay que estudiarlos y protegerlos. Y a mi parecer es un error.

"El gran reto es conseguir que nuestra existencia no sea hostil para el resto de vida salvaje"

Más allá de los programas de restauración y conservación, para garantizar la salud del planeta ¿debemos cambiar la relación que tenemos con la naturaleza?

Sí. El gran reto es conseguir que nuestra existencia no sea hostil para el resto de vida salvaje. En estos momentos los humanos nos hemos convertido en una fuerza geológica. Tenemos capacidad para transformar cómo funciona el planeta y para transformar el territorio. El problema no es tanto esto sino que, tal y como lo hemos hecho hasta ahora, hemos convertido el mundo en un lugar hostil para el resto de formas de vida. Debemos revertir eso, incorporar la mirada de la conservación y el respeto a la naturaleza en todo lo que hacemos. 

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