Veterinarios y genetistas desvelan cómo serán los perros en 10.000 años

El perro procede del lobo. Al menos, eso es lo que sostienen las principales investigaciones, que concluyen que surgieron de lobos salvajes.

Lo que no está tan claro es cuándo y de dónde procedían esos lobos salvajes. Hay líneas de investigación que sostienen que el proceso de domesticación de los perros se inició hace más de 15.000 años y no como tal, sino como resultado de que los lobos de antaño empezaron a acercarse más a los asentamientos humanos, cuando empezaron a perder el miedo a los hombres. Es decir, en realidad no fue el hombre el que domesticó al perro, sino que la relación entre ambos apareció de forma natural y se afianzó con el paso del tiempo.

Otros estudios sostienen, por su parte, que el primer animal domesticado por los humanos fue el lobo salvaje del sudeste asiático, y que esto ocurrió hace 33.000 años.

El perro del año 12.000

Teniendo en cuenta estos datos, científicos y genetistas han analizado cómo podrían ser los perros dentro de 10.000 años. Basepaws, una empresa californiana que analiza los genes de las mascotas -sobre todo de perros y gatos- para mejorar su estado de salud y proporcionarles tratamientos alimentarios y médicos personalizados, intenta descubrir cómo se adaptarán nuestras mascotas a los cambios que se prevén en los próximos milenios. También han hecho uso de la inteligencia artificial para mostrar cómo se verían estos cambios.

En principio, tanto los perros como el resto de mascotas y demás animales deberán evolucionar incluyendo adaptaciones al entorno, es decir, deberían desarrollar características que les permitan sobrevivir en entornos específicos, ya sea debido a cambios climáticos extremos o a la colonización de nuevos hábitats.

Debido a estas adaptaciones, la forma y la estructura del cuerpo de los perros podrían evolucionar para adaptarse a diferentes condiciones ambientales, como cambios en la gravedad, la temperatura o la presión atmosférica. También sus fuentes de alimentos podrían cambiar, lo que podría llevar a adaptaciones en la dieta y, como consecuencia, en la fisiología de los perros.

Calentamiento global o edad de hielo

Para ser más concretos, y de acuerdo con las predicciones del reconocido veterinario estadounidense Ernie Ward, se vislumbran dos escenarios polarizados. En uno, nos enfrentamos al impacto del calentamiento global y el incremento desmesurado de las temperaturas. En el otro extremo, la vuelta a una nueva Edad de Hielo.

En el primer escenario, donde las altas temperaturas gobiernan, no solo presenciaríamos transformaciones en la morfología de los seres vivos, sino también en la manera en que los seres humanos cuidan y alimentan a los animales.

Según las declaraciones recopiladas por el medio 'Interesting Engineering', Ward sostiene que la escasez de recursos durante este periodo ocasionaría una reducción en la masa muscular de los perros. La adaptación a cuerpos más pequeños permitiría a estos animales requerir menos alimento, consumir menos energía y facilitar su capacidad para enfriarse.

Protección cutánea

La disminución en la superficie cutánea, argumenta Ward, traería consigo beneficios adicionales, como la protección de los perros contra el aumento de radiación ultravioleta y, en algunos casos, la manifestación de tonalidades más oscuras en su piel.

Este futuro especulativo no solo plantea cambios fisiológicos en los animales, sino que también anticipa ajustes significativos en la interacción entre los humanos y sus compañeros caninos.

La escasez de recursos actuaría como catalizador de una adaptación sorprendente, llevando a transformaciones inesperadas en la biología y el comportamiento de los perros.

En este hipotético escenario, la naturaleza y la convivencia entre especies se verían moldeadas por las complejidades de un entorno en constante cambio, invitándonos a reflexionar sobre las posibilidades y desafíos que podrían aguardarnos en el futuro distante.