Una tarea urgente para el progreso social

Es urgente para las empresas la utilización correcta de las ventajas que ofrece la economía digital. Es la puerta para alcanzar estadios de desarrollo económico y social sostenibles que aporten niveles superiores de bienestar

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JOAQUÍN SOLANA OLIVER. PROFESOR DE LA UNIVERSITAT ABAT OLIBA CEU

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En la sociedad contemporánea se nos plantean muchos retos, desde los derivados de la reciente gran recesión, los cambios en la demografía o la actuación sobre el cambio climático. Para dar respuesta a todo ello las empresas deben desarrollar modelos de negocio sostenibles, en los que la tecnología digital es clave.

Es urgente para las empresas y para la sociedad entera la utilización correcta de las ventajas que ofrece la economía digital. Así lo destacan, en diversos textos, los profesores del MIT George Westerman y Andrew McAfee, quienes estudian estas tendencias en profundidad y recomiendan convertir la tecnología en una fuente de transformación de la empresa.

Todas las empresas nacidas antes de la década de los 90 del siglo pasado y cuya actividad no sea la tecnología propiamente dicha deben emprender un camino de transformación, como única forma de conseguir competitividad. A dicho camino se le suele llamar transformación digital.

Visión holística e integradora

La transformación digital se convierte en una prioridad para todos los equipos directivos, los cuales deben afrontar la situación con una visión holística e integradora. No estamos solamente ante una adaptación a la tecnología, sino que se ven afectadas todas las áreas de la empresa y de forma muy especial la interacción con los clientes, los procesos en la cadena de valor y las herramientas propias para el desarrollo de la innovación.

En el nuevo marco de referencia, debe prestarse la máxima atención al factor humano, mejor dicho, a la persona, de su adaptación creativa a un cambio inevitable y, a la vez deseable.

Thomas Friedman, explica, en su último libro ‘Thank you for being late’, su encuentro con Eric Astro Teller, del laboratorio de investigación de Google, quien le decía que el principal factor que está frenando la velocidad de cambio es la falta de formación adecuada y que debe hacerse un esfuerzo con programas de educación que potencien la aceleración tecnológica.

La transformación digital es una tarea de características transversales que deben emprender las empresas, en especial las no tecnológicas para ganar competitividad, pero, al mismo tiempo, los estados. Los organismos estatales de diferente nivel tienen una indiscutible responsabilidad ante el reto digital que no es más que una nueva ola de innovación. La economista italiana Mariana Mazzucato destaca la importancia del papel del Estado en la creación de un entorno innovador. No se trata de algo accesorio, sino de una alta prioridad, casi siempre oculta tras una lista de otros intereses, electorales o coyunturales, ligados al corto plazo pero que no aportan nada progreso sostenible.

Una transformación digital profunda requiere enfoque y recursos. No se trata, aunque muchas sean aportaciones positivas, de obtener proyectos de nuevas plataformas o aplicaciones solamente, sino de extender lo digital de forma completa, positiva e integradora. La digitalización de los procesos nos lleva de nuevo al concepto económico de ‘destrucción creadora’ del economista Schumpeter, pues la tecnología hace que las funciones cambien y que aparezcan nuevas especialidades. Se destruye y se crea a la vez.

Cultura de emprendimiento

El éxito de un proyecto de transformación digital en una empresa depende, como siempre en cuestiones de ‘management’, del factor humano. Dirigir con éxito y profesionalidad un cambio hacia la digitalización es hacer que las personas no solamente se adapten a lo emergente, sino que ellas mismas sean motor del cambio.

La cultura de una determinada empresa es factor determinante para la transformación digital. Hay determinadas culturas, con valores que permiten la transformación, la aceleran, mientras que, en otros casos, la burocratización, las jerarquías y la aversión a experimentar hacen difícil cualquier evolución.

Al tratarse de una cuestión crucial, el impacto de la digitalización en las empresas suele tratarse de forma algo apocalíptica, con supuestos sobre la desaparición inexorable de puestos de trabajo. Pero todo ello debe acompañarse de una visión creativa que potencie las nuevas oportunidades y también profesiones que surgen. Es decir, falta entender el entorno en los términos ‘schumpeterianos’ de destrucción creadora.

Peter Cappelli, profesor de ‘management’ en la Wharton School, recomienda prudencia y realismo, al destacar que, en la actividad de las personas, en la vida productiva, la transformación digital es una fase más de la evolución y modernización que aporta grandes ventajas, pero que requiere un trato con criterio y no debe convertirse en un concepto abstracto. Para evitar los riesgos que señala Cappelli, es conveniente una actitud pragmática, realista, con criterio e integradora de la persona en los nuevos modelos de negocio derivados del nuevo entorno.

El nivel de digitalización de España es de tipo medio, según las cifras que ofrece Eurostat, comparativas por países, lo cual indica que es un tema prioritario, para empresas y para las personas con responsabilidad de dirección, en cualquier ámbito.

Las empresas que hayan iniciado un proceso de transformación digital, deben fomentar un clima interno donde se potencie la actitud emprendedora a todos los niveles. El emprendimiento no es solamente la creación de algo nuevo, es también la aplicación de una determinada metodología libre de burocracia, también en las empresas medianas o grandes, como ha destacado Eric Ries en su reciente texto ‘The Startup Way’.

La alta dirección debe ser impulsora y promotora de la transformación digital, pero siempre con una visión integradora, tal como destacó Charles-Edward Bouée en su artículo cuyo título resume lo anterior, ‘La transformación digital no tiene por qué dejar atrás a los empleados’.

La suma de transformaciones digitales con éxito, en empresas, en organizaciones de todo tipo, es la puerta para alcanzar estadios de desarrollo económico y social sostenibles que aporten niveles superiores de bienestar. La tarea es urgente.