MARCA BARCELONA

Toca ser positivos y echar mano de orgullo

Barcelona ha sido, desde tiempo inmemorial, reconocida por su hospitalidad, su autonomía y su capacidad de liderazgo. Dejemos de lado los mensajes negativos y amenazadores, lancemos noticias positivas y esperanzadoras y desempolvemos el poder de la ciudad

Toca ser positivos y echar mano de orgullo_MEDIA_2

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RICARD SANTOMÀ. DECANO DE LA FACULTAD DE TURISMO Y DIRECCIÓN HOTELERA SANT IGNASI. UNIVERSITAT RAMON LLULL

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Últimamente resuenan en los medios de comunicación mensajes como: turismofobia, caída del 30% del turismo, bajada del precio de los establecimientos hoteleros, el turismo se resentirá, la cosa irá mal, el terrorismo traerá consecuencias muy negativas a la ciudad, los hoteleros despedirán a una parte de la plantilla, caosdificultades

Estas son algunas de las informaciones que han podido leerse en los diferentes medios desde agosto del 2017 y que han traído un fuerte pesimismo al sector turístico de Barcelona. Y es que una predicción o profecía negativa basada en una simple especulación implica una imagen negativa en nuestro cerebro y puede provocar que lleguemos a creer que efectivamente se cumplirá. Lo curioso es que, en cuanto nuestro cerebro cree que se cumplirá, actuará como si se hubiese cumplido y al final lo único que conseguimos es que realmente se cumpla.

Lanzar profecías o predicciones al aire sustentadas en especulaciones, además de ser una acción gratuita, es una gran irresponsabilidad. Pero estamos de enhorabuena, porque Barcelona tiene poder.

1992, año del despegue

Al finalizar la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona, Matías Prats, antes de cerrar la emisión del programa, comentó: «Y dentro de unos años, quizás nuestro hijo o nieto nos pregunte -Papá, papá, ¿qué pasó ese verano de 1992

Pues en 1992, además de demostrar al mundo que éramos capaces de organizar los mejores Juegos Olímpicos de la historia, se produjo el inicio de la Barcelona que conocemos ahora, una Barcelona de récords. En aquel año se produjo el despegue de una ciudad reconocida a nivel mundial que, desde entonces, ha sido el destino preferido por millones de turistas y se ha convertido en un lugar de moda. Desde 1992, los barceloneses hemos mostrado nuestra satisfacción al mundo por la ciudad que tenemos: orgullosos de ser la capital del modernismo, de Gaudí, del Passeig de Gràcia, de los negocios, del diseño, de la playa. Una ciudad en la que, cada vez que paseamos, nos decimos: «No me extraña que tanta gente quiera venir a visitarnos».

Este éxito de Barcelona como destino turístico ha sido, principalmente, gracias a sus ciudadanos, porque tuvimos la ilusión de mostrar al mundo aquello que nos creímos. Barcelona y los barceloneses tenemos poder.

Ahora ha llegado el momento de volver a demostrar que tenemos poder, que tenemos en nuestras manos la posibilidad de exhibir otra vez al mundo que somos un destino turístico de referencia.

Romper el círculo vicioso

Para volver a poner en marcha este poder, propongo iniciar el camino rompiendo el círculo vicioso de la negatividad con grandes dosis de positivismo. Ha llegado el momento de volver a lanzar noticias positivas, a decirnos a nosotros mismos otra vez «con la ciudad que tenemos, no me extraña que tantos viajeros quieran conocerla». Y para ello, necesitamos la ayuda de todos los agentes que intervienen en la actividad turística: desde los vecinos que habitamos en Barcelona, las empresas turísticas que realizan la actividad, las diferentes administraciones públicas tanto locales, catalanas como españolas, y los medios de comunicación.

Es momento de dejar de lado los mensajes amenazadores (de talante político, principalmente) y empezar a lanzar mensajes conciliadores. Barcelona ha sido, desde tiempo inmemorial, reconocida por su hospitalidad, su autonomía y su capacidad de liderazgo. Cojamos este reconocimiento y pongámoslo en nuestros mensajes.

Recuperar el espíritu olímpico

Recuperar el espíritu olímpicoSeguir el camino del positivismo, de los mensajes esperanzadores, de manifestar lo que somos y de que tenemos poder, nos llevará a recuperar el espíritu olímpico de 1992, una época en la que mostramos al mundo quiénes éramos y que, efectivamente, teníamos poder para conseguir aquello que nos proponíamos. Este poder sigue ahí, y debemos volver a desempolvarlo y a sentirnos orgullosos de quiénes somos.

Las previsiones no dejan de ser previsiones y la realidad será la que sea, está en nuestras manos. Por tanto, lo que nos toca ahora es ponernos a trabajar y no encontrar excusas en las predicciones negativas. Decidamos nosotros mismos lo que queremos que pase, y estoy seguro que con el poder que tenemos, lo que pase será lo mejor que nunca podría haber pasado.

Y cuando volvamos la vista atrás y nuestras hijas e hijos nos pregunten «¿qué pasó durante aquel tiempo?», nosotros podremos responder «que Barcelona tiene poder y volvimos a demostrarlo una vez más».