Exportar no solo cuando el zapato aprieta

La apertura al exterior de las pymes españolas raramente constituye una apuesta estratégica. Demasiado a menudo es una reacción coyuntural, una salida de emergencia, forzada por la caída de la demanda interna

Exportar no solo cuando el zapato aprieta_MEDIA_2

Exportar no solo cuando el zapato aprieta_MEDIA_2

JOAN RIPOLL. DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO DE EMPRESA Y ECONOMÍA DE LA UNIVERSITAT ABAT OLIBA CEU

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La apuesta por la internacionalización de las pymes españolas ha sido, a veces, el resultado de una estrategia empresarial premeditada, como es el caso de las empresas Hidden y Brand Champions. Pero, en la mayoría de ocasiones, la apertura comercial al exterior de la pyme en España ha sido una reacción coyuntural, forzada por la caída de la demanda interna.

El informe 'El perfil de la empresa exportadora española', del ICEX, revela cómo el sustancial incremento del número de empresas exportadoras españolas entre el 2008 y el 2016 es imputable principalmente a la actividad de las pymes. Pero, por otro lado, datos del tercer trimestre del 2017 suministrados por la misma fuente muestran que el número de empresas que han exportado durante cuatro años consecutivos ha aumentado tan solo en un 1%. Es decir, la mayor parte de estas nuevas pymes exporta de forma esporádica.

El porcentaje de pymes que inician la internacionalización de su actividad y desisten posteriormente es notable. Las exportaciones y el acceso a los mercados internacionales representan una opción de emergencia para las pymes en caso de contracción de la demanda doméstica, pero raramente constituye una apuesta estratégica.

Problemas estructurales del sector exterior

Este menor e irregular grado de internacionalización, unido a la importancia relativa de la pyme en la estructura económica de España, da lugar a tres problemas estructurales del sector exterior.

En primer lugar, la base exportadora del país es limitada. En España, el peso de las exportaciones de mercancías en porcentaje del PIB en el tercer trimestre del 2017 se ha situado en el 17%, frente al 39% de Alemania, el 22% de Italia o el 18% de Francia, según el Banco de España.

En segundo lugar, existe una dualidad en el sector exportador español. Por un lado, existe un grupo reducido de grandes empresas que exportan de forma regular y concentran un elevado porcentaje de ventas al exterior; por otro lado, hay otro, mucho más numeroso e integrado fundamentalmente por pymes, que exporta poco y de forma discontinua. Según datos recogidos en un informe de la CEOE, las 100 compañías de mayor dimensión concentran un 40% del total de exportaciones; de las casi 150.000 empresas que exportaron en el 2016, solo unas 46.000 son exportadoras regulares concentrando el 93% de las ventas al exterior.

Concentración geográfica

En tercer lugar, las exportaciones de las pymes están muy concentradas geográfica y sectorialmente. Las dos terceras partes de las exportaciones de manufacturas se dirigen a países europeos, Portugal y Francia mayoritariamente. A nivel sectorial, las exportaciones de servicios constituyen aproximadamente el 46% de las ventas totales al exterior de las pymes, entre las cuales destacan servicios turísticos y actividades de transporte internacional.

Aumentar la base exportadora de la economía española y el grado de internacionalización de sus empresas pasa necesariamente por la pyme. Comparando la experiencia de las empresas Hidden & Brand Champions con el resto de pymes españolas podemos concluir que la menor actividad exportadora de estas últimas se explica por dos factores principales: a) la microdimensión española y b) su indefinición estratégica.

Microempresas

De acuerdo con la Comisión Europea, el 95% de las empresas en España son microempresas (menos de 10 empleados). En el proceso de internacionalización, el tamaño de la empresa es muy importante. Esta atomización del tejido empresarial, muy dependiente del crédito bancario, supone una capacidad de producción limitada que condiciona negativamente la inversión. Los resultados son escasa competitividad internacional consecuencia de una baja productividad, una escasa innovación y un nivel tecnológico precario.

El orden de los factores altera el producto. No se trata de internacionalizar la actividad para crecer, sino de aumentar la capacidad de producción para acometer unas inversiones que permitan afrontar el acceso a los mercados exteriores. Correa-López y Domenech (2012), en un informe sobre 'La internacionalización de la empresas españolas', estiman que un aumento del 1% en el tamaño empresarial incrementaría la probabilidad de exportación un 5%. Análogamente, un aumento del 1% en el estoc de capital real por empleado elevaría la probabilidad de exportación un 1,8%.

Planificar el proceso

Otra de las causas del fracaso del proceso de internacionalización de la pymes en España radica en que muchas de estas compañías se han embarcado en un proceso de apertura al exterior para el cual no estaban preparadas.

Desde el punto de vista estratégico, la planificación del proceso de internacionalización debería ser anterior a la exportación. Introducirse en un mercado exterior mediante exportaciones o inversión directa requiere tener presente consideraciones relativas a los canales de ventas y otros aspectos comerciales, la logística y la dirección de operaciones, la financiación de las inversiones o las implicaciones legales de la actividad. Implica conocer muy bien el mercado de destino y el valor diferencial que se aporta, además de establecer un plan de entrada. Cualquiera de estas estrategias implicará un cambio en la manera de actuar de la empresa.

En cualquier caso, la internacionalización solo presenta garantías de éxito si los mercados exteriores dejan de contemplarse como un recurso de emergencia en periodos de crisis. La internacionalización debe entenderse como una estrategia definitoria de la actividad de la pyme. Una inversión idiosincrática, capaz de ampliar y diversificar los mercados a los que dirige la oferta de la compañía. Esto implica contar con un personal directivo con una experiencia mínima sobre cómo funcionan los mercados internacionales, capaz de identificar mercados potencialesriesgos y nuevas oportunidades de negocio a nivel global.

Solo con estas premisas será posible materializar el cambio de paradigma en la gestión empresarial de las pymes, y capturar los beneficios potencialmente positivos que proporciona el comercio internacional, en términos de mayor productividad y bienestar.

El futuro económico de España depende de la capacidad de las empresas pequeñas para abrirse al exterior. La pyme será internacional o no será.