ASUNTOS PROPIOS
Núria Navarro

Núria Navarro

Periodista

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Jesús G. Albalat, decano de la información de tribunales: "La justicia lenta no es justicia"

Jesús G. Albalat

Jesús G. Albalat / Elisenda Pons

Ha informado de todos los crímenes y escándalos políticos y económicos de los últimos 40 años: del juicio de la colza al caso Alves. Los abogados y fiscales se le ponen al teléfono. Los jueces lo respetan. Y los acusados le confían detalles. Lee sumarios –y ha tenido entre manos alguno de 300.000 folios– con la facilidad de las novelas de aeropuerto. No es extraño, pues, que Jesús G. Albalat (Barcelona, 1961), el especialista en tribunales de EL PERIÓDICO, haya recibido el primer premio a la trayectoria profesional del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona.

Dicen que no pasa por los arcos de seguridad de los tribunales.

Es verdad. Son mi segunda casa (la primera es EL PERIÓDICO, porque a mi piso solo voy a dormir). Los abogados, fiscales y jueces me conocen y la mayoría se pone al teléfono, que es la forma de contrastar.

"Mi misión es informar, no juzgar"

¿Cómo ha vencido su probado hermetismo?

Con rigor, confianza y lealtad. Las fuentes han visto que explicaba los hechos y que respetaba escrupulosamente los 'off the record'. Saben que mi misión es informar, no juzgar.

Su agenda valdrá oro.

Digamos que no me gustaría perder el móvil. Tengo unos 2.800 contactos. 

¿Lo saben los acusados, porque también bajan la guardia y le pían?

El acusado es una persona a la que hay que respetar. Recuerdo entrevistar –sin grabadora– al secuestrador de Mélodie Nakachian, Jean Louis Camerini, en los calabozos de la Audiencia de Barcelona. Me dijo que lo había hecho por dinero y la exclusiva llegó a la prensa inglesa.

"En el caso Maristas me di cuenta de la importancia de dar voz a las víctimas"

No es el caso que encabeza sus bombazos.

El más relevante ha sido el caso Maristas, el primero publicado sobre abusos sexuales en el seno de la Iglesia. Guillem Sánchez y yo reunimos información y la compañera María Jesús Ibáñez logró hablar con Joaquín Benítez, acusado de abusar de cuatro alumnos. Me di cuenta de la importancia de dar voz a las víctimas.

¿No será un abogado frustrado?

¡En absoluto! Empecé en el 'Diari de Barcelona' cubriendo partidos de fútbol de Tercera División y temas de Educación. En un nuevo reparto de secciones, nadie quiso la cartera de judicial, porque es muy técnica –hay que traducir las sentencias al lenguaje de la calle–, y me la quedé yo. Uno de mis primeros casos fue el del Vaquilla. 

¿Tardó mucho en saber leer los papeles?

Me costó, pero era tal la pasión...Y tuve muy buenos maestros: José Martí Gómez y Mercè Conesa, que me mostró el funcionamiento del aparato judicial. . 

Una pedagogía que también hace usted con los novatos, incluso de otros medios.

Si puedo echar una mano, la echo. No concibo la competencia de jugarretas, porque te amarga y eso se ve en los textos. Yo trabajo para EL PERIÓDICO, pero cultivo un compañerismo global.

"No hay buenos y malos. Hay gente a la que la sociedad la ha tratado de una manera o de otra"

Tampoco prejuzga a los malos.

No hay buenos y malos. Hay gente a la que la sociedad la ha tratado de una manera o de otra. Siempre trato de analizar la situación con objetividad e independencia. Las presiones no valen.

¿Las ha recibido?

Alguna que otra. Hay gente que llama amenazándote con querellas por destapar asuntos, o para que no continúes publicando. He vivido algunos extraños sucesos...

"Un acusado de un importante delito económico puso una pistola en la mesa y dijo que no husmeáramos en sus asuntos"

¿Cómo de extraños?

Un acusado de un importante delito económico al que fuimos a ver al salir de prisión sacó una pistola del cajón, la puso sobre la mesa y dijo que no siguiéramos husmeando en sus asuntos. La verdad es que la pistola era muy plateada y le solté: "¿Qué haces con una pistola de juguete?". "¿La quieres probar?", retó. "Si no la retiras, me voy", le respondí.

De peli de Sidney Lumet.

Nunca he tenido miedo, quizá por inconsciencia. Tras hacer explotar el caso Filesa [sobre la financiación ilegal del PSOE para la campaña del 89], descolgaba el teléfono y oía conversaciones entre la Guardia Urbana y la Policía. Vinieron a casa tres técnicos de Telefónica y se volvieron locos buscando un teléfono supletorio que yo no tenía. "Humedades", concluyeron.

"Nunca he tenido miedo, quizá por inconsciencia"

Oiga, ¿no le cansa tanto espíritu de la ley?

No. Ha sido –y sigue siendo– mi pasión. Ves un espectro amplio de la vida: del robo a la estafa, del asesinato a la agresión sexual. Y por encima de todo, das voz a las víctimas y a los vulnerables.

¿Concluye que la justicia es justa?

El problema de la justicia española es que es lenta, y si es lenta, no es justicia. ¿Cómo puede ser que un menor víctima de violencia sexual esté seis meses para hacerle una exploración? Hay que invertir en el mecanismo y hacer un pacto de Estado por la justicia.  

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