LA CONTRA

Extraños en el AVE

Díaz Ayuso y Torra priorizan sus obsesiones partidistas al bien común y participan de un mismo método: ejercer de contrapoder desde el poder

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zentauroepp54992388 ayuso200918202904 / EFE / JUANJO MARTÍN

Josep Cuní

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El ciudadano de la Comunidad de Madrid asiste entre perplejo y esperanzado al rescate sanitario que le lanza Pedro Sánchez ofreciéndose a Isabel Díaz Ayuso para ayudarla a salir del caos pandémico. La presidenta acepta la mano de auxilio porque no le queda más remedio. Los contagios y hospitalizaciones dejan en evidencia su manifiesta incapacidad para administrar eficazmente los estragos del virus. El momento supone el reverso de la medalla que se colgó durante el estado de alarma insistiendo en que su Gobierno le estaba salvando los muebles al español. Difícilmente puede escuchar hoy sin ruborizarse sus propios mensajes institucionales. Whatsapps incluidos.

El ciudadano de Catalunya observa entre indignado y aburrido a su 'president' sentado en el Tribunal Supremo y escuchando como su abogado y la fiscal cruzan sus sables jurídicos para revisar la condena de inhabilitación que pende sobre su cargo. A la salida, este mismo catalán que puede declararse perfectamente independentista, oye la justificación de Torra de por qué sería una irresponsabilidad por su parte convocar ahora elecciones. Y se avergüenza. Recuerda las palabras del mismo 'president' dando por acabada la legislatura por desconfianza y deslealtad entre los socios de Govern y las puyas que no han dejado de lanzarse día sí, día también, incluso en sede parlamentaria donde se supone que debieran defender una misma acción. Pero se da cuenta de que no es así. Que no es un Gobierno de coalición de dos partidos, sino que dos partidos se han repartido un Gobierno. Como en Madrid. Y así, lo que siempre fue sana rivalidad futbolística, empresarial, económica y cultural entre comunidades se torna en obligada solidaridad ante los desastres coincidentes.

Ambos ciudadanos, el de Madrid y el de Catalunya, saben que participan en la mayor aportación al PIB español. Casi el 40% repartido a partes iguales. Los dos sufren los embistes de cualquier crisis, por leve que sea, local o global, en afectaciones directamente proporcionales a la densidad de sus zonas castigadas. Tanto por la desigualdad que dibuja su demografía como por la atracción a veces fatal que toda capital ejerce sobre su periferia.

Es lógico pues, que en el encuentro fortuito en el AVE del desespero, estos dos ciudadanos de Madrid y Catalunya alejen sus prejuicios largamente trabajados para acabar preguntándose: ¿Qué hemos hecho para merecer esto? Una primera respuesta coincidente es percatarse de que están siendo gobernados por propagandistas y activistas más que por políticos. Por mujeres y hombres que priorizan sus obsesiones partidistas al bien común relegando la política de las cosas al tiempo que les queda tras ocuparse sobre todo de las cosas de la política.

Y he aquí cómo Díaz Ayuso y Torra participan de un mismo método y comparten su aplicación: ejercer de contrapoder desde el poder. Una para dar visibilidad a un PP desvestido del oropel monclovita pensando que podía asediar desde el Ejecutivo autonómico al antagónico Gobierno central. El otro, manteniendo el pulso con el Estado siendo su máximo representante ordinario en Catalunya y no renunciar a tal condición.

Podríamos imaginarlos coincidiendo en el vagón como aquellos extraños en un tren de Patricia Highsmith. Y convenir que una oleada de pánico les trajo el alivio de lo conocido.

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