LA MÚSICA FAVORITA DE...

Kiko Veneno, aprovechar el momento

Al autor de 'Volando voy', estos tiempos le han servido para dar forma a un disco que no tenía planeado, 'Hambre', al tiempo que ha seguido la pista a los nuevos talentos, con el Niño de Elche al frente

Imagen promocional de Kiko Veneno

Imagen promocional de Kiko Veneno / periodico

Jordi Bianciotto

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Kiko Veneno responde con toda la simpatía y a bocajarro: la música más importante de su vida desde hace muchas semanas es la suya, qué caramba, tanto que se ha sacado un álbum de la manga. “Con el virus me salió el espíritu de reportero que llevo dentro, y he ido haciendo unas canciones sobre lo que hemos vivido, y me ha quedado una grabación muy bonita”, explica de carrerilla el autor de ‘Volando voy’, que ya lo tiene todo casi decidido. “El disco seguramente se va a llamar ‘Hambre’, por lo que decía Bob Dylan del motor que le movía de joven: el hambre de lo desconocido, de investigar, de expresarse... ¡El hambre de los humanos es infinita!”.

La perspectiva de verse varado durante dos o tres meses es lo que le hizo arremangarse. “Pensé: ‘me voy a centrar’. Y lo que he hecho ha sido aprovechar el momento”. De ahí han salido canciones como ‘Días raros’, que dará a conocer en unas semanas y que “habla de la ciudad vacía, con los pájaros cantando felices”. Porque, desliza Kiko, “a la parte verde del planeta le ha encantado la epidemia”. Y a él, cuidar de su kilómetro cero. “Vivo en un pueblo llamado Valencina, al lado de Sevilla, en mi casita con jardín, y en este confinamiento le hemos dado un impulso a la huerta”, explica precipitándose en un monólogo sobre la voracidad del ser humano y la importancia de las verduras que nos endosaban nuestras madres tenedor en alto. Él mismo se corta. “¡Pero hablemos de música!”.

Con el radar bien activo

Muchos artistas nos han confesado que haberse visto en una situación imprevista como el confinamiento les hizo buscar refugio emocional en las obras clásicas, troncales, asociadas a sus raíces o transmisoras de solidez. Pues bien, con Kiko Veneno, es exactamente al revés. Como si lo que le diera seguridad fuera lo nuevo, lo no pautado, como presagio de la feliz continuidad de la humanidad, nos habla de Kora, “una chica de 17 años de Barcelona que hace cosas simpáticas” (tiene unas pocas canciones en las redes y quizá cuele su voz en ‘Hambre’), y de Cristian de Moret, músico de “flamenco nuevo”, todavía sin disco, “pianista con formación de conservatorio y creatividad máxima”. Y de Antonio Lizana, este con cuatro álbumes de “vanguardia y flamenco”.

Presidiendo el cuadro, el Niño de Elche y su ‘Colombiana’. Mira que le han dado palos al hombre desde las tribunas más canónicas. “Pero a él le gustan los desafíos, tiene una creatividad enorme, con una parte musical y otra de activista y de ponente. Y es valiente, en ese mundo tan academizado como es el del flamenco”.

Dylan, ese oráculo

¿Y los clásicos? A esos ya no hace falta dedicarles más tiempo. “Los tengo dominados; los escuché de joven y los llevo dentro”. Casi diríamos que literalmente. “A veces me tumbo, me relajo y los escucho en mi mente: Beatles, The Allman Brothers Band, Beethoven...” Como al maestro Dylan, a cuyo último disco todavía no se ha acercado. “He leído una letra y no me hace falta más. Con solo una estrofa ya me entró una cosa por el cuerpo... Como leyendo a Henry Miller o a Lorca”. ‘Murder most foul’, esa pieza de 17 minutos que se remonta al asesinato de Kennedy para hablarnos del presente. Canción popular exponencial, de mirada esférica. “Sesenta años después, cuando la gente ya lo había olvidado, Dylan hace que la gente piense en la historia. ¡Esa es nuestra obligación! Si no entendemos cómo vivieron nuestros padres, cómo sufrieron la guerra, esto y aquello..., ¡no tenemos derecho ni a hablar de fútbol!”.

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