La Contra | Asuntos Propios

Xavier Amatriain: "La inteligencia no es lo que nos define como humanos"

Este vallesano que reside en Silicon Valley es el creador del algoritmo de recomendación de Netflix

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Núria Navarro

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Se relaciona de igual a igual con Adam d’Angelo –el 'crack' que enseñó a escribir código a Mark Zuckerberg– y con otros dioses de Silicon Valley, el Valhalla de la economía digital. Xavier Amatriain (Barcelona, 1973) es el autor del algoritmo de recomendación de Netflix, la fórmula que empuja a 139 millones de terrícolas a consumir 100 millones de horas de series y películas cada día.

–¿Qué le recomienda a usted la plataforma?

–Una combinación ecléctica de series españolas –ÉliteLa casa de papelMerlí–, documentales y películas tipo Sundance.

–¿(Se) acierta?

–No me puedo quejar.

–¿No le avergüenza ser el causante de una adicción sideral?

–Una de las razones por las que dejé la compañía fue ver que estábamos creando 'couch potatos' [apoltronados]. Quería trabajar en algo que tuviera impacto social y actualmente, desde mi 'startup', Curai, intento lograr que millones de personas puedan llegar a tener acceso gratis a la medicina.

–Siempre a base de minería de datos.

–Los datos son los que hacen que la sopa salga buena.

–Apuesto a que usted no deja rastro.

–Soy bastante activo en Twitter, pero tengo una aplicación que borra los tuits que colgué hace tres meses. Y en casa utilizo un navegador con Virtual Private Network (VPN).

–¿Saben demasiado de nostros?

–Saben, pero no me preocuparía tanto por la privacidad como por la gran capacidad de manipulación de los algoritmos de las redes sociales. Basta saber un poco para poder crear 'boots' y propagar 'fake news'. Es el calentamiento global pasado a los algoritmos. En EEUU todos los candidatos tienen su grupo de 'data science' y 'machine learning'.

"Colegas de Silicon Valley"Colegas de Silicon Valley están trabajando para los demócratas de cara al 2020. Se está librando una guerra digital entre candidatos"

–¿Le han ofrecido trabajo en política?

–Sí, pero no acepté. Colegas de Silicon Valley –hay consenso en la necesidad de echar a Trump– están trabajando para los demócratas de cara a las elecciones del 2020. Hay un duelo por ver quién tiene a los mejores. Se está librando una guerra digital.

–Eso no pasa en el Vallès Oriental.

–[Ríe] Soy vallesano. Viví en Santa Eulàlia de Ronçana y en La Garriga.

–¿De familia sesuda?

–Mi padre era director general de jabones Camp. Murió en un accidente de tráfico –mi madre estuvo muchos meses en coma– cuando tenía 6 años. Pasamos dificultades económicas. Cada dos años cambiaba de colegio, en función del dinero que había. Me enviaron un año con unos familiares de Idaho (EEUU) y a los 12 años empecé a trabajar. Di clases de inglés a adultos, hice de camarero, estuve en la obra... Pero me gustaba estudiar. Mucho.

–¿Era el primero en matemáticas?

–Lo fui hasta que, en Telecomunicaciones, descubrí otros intereses... Monté un grupo de rock, los Maijalas.

–¿Todo eso define el 'algoritmo Amatriain para el éxito'?

–Diría que lo define la combinación de profundidad técnica con el don de gentes. Soy capaz de gestionar equipos muy diversos. Eso en Silicon Valley es rarísimo.

–Disculpe, pero suena poco sexi.

–Hay que mantenerse lejos de los 'brilliants jerk' [capullos brillantes] porque suelen ser gente peligrosa. En Silicon Valley hay gente que, además de inteligente, cree que puede cambiar el mundo.

–¿A peor? En su vecindario palpita el capitalismo avanzado.

–La cuestión ética está sobre la mesa. No pasa día en el que los empleados de Google o Facebook no levanten la mano y cuestionen decisiones. Urge fijar un marco ético para empresas e instituciones, pero es difícil. El Reglamento General de Protección de Datos europeo ha acabado favoreciendo a Google. Y con la Inteligencia Artificial (IA) la cosa se complicará.

–¿Llegaremos a ser tan irrelevantes como las cucarachas?

–Los humanos siempre seremos relevantes para otros humanos. Es posible que quedemos obsoletos. ¿Será en los próximos mil años? Quizá no.

"Es egoísta pensar"Es egoísta pensar que seremos la última generación de seres inteligentes"

–Menos mal.

–Pero es egoísta pensar que seremos la última generación de seres inteligentes. Cuando tengamos Súper-IA nos daremos cuenta de que la inteligencia no es lo que nos define como humanos y podremos encontrar la auténtica esencia.

–Casi mejor no saber cuál.

–Tenemos la sensación equivocada de que inteligencia equivale a felicidad. Igual mientras las máquinas hacen montañas de cosas, nosotros podremos dedicarnos a ver partidos de fútbol.

–¿Qué tal si echaran el freno?

–No puedes decidir que no desarrollarás una tecnología en tu zona, porque lo hará otro en otra. Un ejemplo es la investigación de reconocimiento facial. ¿Permitimos que China avance 10 años y dejamos una potente tecnología en manos del Gobierno de Pekín? La única forma de luchar contra la tecnología es con tecnología.

–¿No le estresa jugar en esta división?

–Lo combato corriendo maratones. Entreno dos horas al día.