Fuera de órbita

Haití, el país de la desgracia eterna

La violencia de las bandas pone a Haití al borde de una "guerra civil"

La ONU autoriza una misión policial en Haití para la que España ha ofrecido recursos y personal

Las bandas armadas fracasan en su intento de asaltar el Palacio Nacional de Haití

Las bandas armadas fracasan en su intento de asaltar el Palacio Nacional de Haití

Kim Amor

Kim Amor

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Haití fue el primer país del mundo en deshacerse de la esclavitud, lograr la independencia en América Latina y crear un Estado formado por antiguos esclavos negros. Todo ello gracias a sucesivas revueltas que acabaron con el infame régimen esclavista de los colonos franceses en 1804. Un hito histórico a menudo ignorado. Desde entonces, no le han ido bien las cosas. El país caribeño, de 12 millones de habitantes y uno de los más pobres del mundo, ha sido víctima de golpes de Estado, sangrientas dictaduras y magnicidios, ocupación de ejércitos extranjeros, ruina económica, inmisericordes desastres naturales y crisis humanitarias sucesivas.

El caos que reina hoy allí no es una novedad. En esta ocasión, poderosas pandillas de delincuentes mantienen aterrorizada a la población y en jaque al poder político. Las bandas criminales, dedicadas a la extorsión, el secuestro, el tráfico de armas y de drogas, controlan una parte del país y el 80% de la capital, Puerto Príncipe, incluidas las principales carreteras que dan acceso a la ciudad.

Las dos más importantes, la G9 y la Gpép, lanzaron una gran ofensiva en marzo contra comisarías, edificios gubernamentales y prisiones que forzó la dimisión del primer ministro interino, Ariel Henry, que asumió el cargo en 2021 tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse. La administración del país está ahora en manos del denominado Consejo de Transición Presidencial (CTP), encargado de nombrar a un jefe del Ejecutivo que tendrá la difícil tarea de crear las condiciones para celebrar elecciones en un plazo máximo de tres años.

Fuerza multinacional

La demostración de poderío de las bandas armadas supone un desafío a la fuerza policial multinacional que tiene previsto desplegarse de manera inminente en Haití con la misión de ayudar a restaurar el orden y la seguridad. "La ofensiva de los grupos criminales fue la respuesta a la llegada de esta fuerza internacional", afirma el colombiano Diego Da Rin, experto en Haití del 'think tank' International Crisis Group. "Su gran objetivo es forzar al Gobierno a decretar una amnistía para todos ellos", añade.

La expedición multinacional, que cuenta con el beneplácito del Consejo de Seguridad de la ONU, está dirigida por Kenia, cuyo cuerpo policial tiene un largo historial de abusos de todo tipo en su propio país, lo que no invita al optimismo. Además, la población haitiana no olvida la misión de la ONU que se prolongó del 2004 al 2017 y que acabó en fracaso. Quedó demostrado además que cascos azules habían cometido abusos sexuales contra miles de mujeres y niñas y que la misión había sido responsable de la introducción del cólera en el país, epidemia que acabó con la vida de más de 10.000 personas.

La violencia de estos últimos años en Haití ha generado más de 90.000 desplazados internos y el éxodo de, al menos, el doble de personas, sobre todo a Estados Unidos, muchos a bordo de barcazas. La vecina República Dominicana está levantando un muro en la frontera para evitar la entrada de refugiados.La ONU calcula que un millón de haitianos están a un paso de caer en la hambruna y que más de 1.500 han fallecido en lo que llevamos de año víctimas de la violencia de las pandillas.

Un fortín para las fuerzas extranjeras

Aviones del Ejército estadounidense llevan días aterrizando en el aeropuerto de Puerto Príncipe -cerrado al tráfico comercial desde la ofensiva de las bandas criminales- con material para levantar el fortín que acogerá a las fuerzas policiales extranjeras. "Estados Unidos es el socio internacional con más influencia en el poder de decisión de Haití. Se trata de un enclave estratégico situado a tan solo hora y media de vuelo de Miami", recuerda Da Rin.

En medio del colapso, otro actor amenaza con entrar en escena: Rusia. "A Moscú le interesa contrarrestar el poder de Washington y posicionarse como un actor importante en la región “, sostiene el analista colombiano. Un informe del Pentágono, filtrado a la prensa estadounidense el año pasado, afirma que el grupo de mercenarios rusos Wagner "explora expandirse" en Haití. Otro dato inquietante para Washington es la presencia en el Consejo Presidencial de Transición del partido que lidera Jean Charles Moïse, un popular político de izquierda con fuertes vínculos con Rusia. En las manifestaciones que ha organizado en su país se han enarbolado banderas rusas.

La historia de Haití muestra a un país caído en desgracia, que sufre una suerte de fatalismo crónico. Tal vez el origen de todo ello nazca de la condición que le impuso Francia hace dos siglos a cambio de reconocer su independencia: indemnizar a los colonos esclavistas por sus pérdidas en propiedades y en mano de obra esclava. El equivalente hoy a unos 20.000 millones de euros, sin contar los intereses por préstamos. Una cifra delirante.

Una enorme y pesada carga que lastró el desarrollo del país durante más de un siglo, y que le impidió crecer a la par que sus vecinos. Haití canceló su deuda con su antigua potencia colonial en 1947, convirtiéndose así en el único país del mundo en el que los descendientes de los esclavos indemnizaron a los de los amos a lo largo de muchas décadas. Un vergonzoso hito histórico a menudo también ignorado.

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