Guerra de Ucrania

Campos minados en el frente de Zaporiyia logran frenar el avance de las tropas ucranianas

Los soldados ucranianos tienen que acceder a sus posiciones por estrechas carreteras rodeadas de extensiones con explosivos, convirtiéndose en blanco fácil de las tropas rusas

Guerra Rusia-Ucrania: retorada de Avdiivka y últimas noticias del conflicto

Miembros del Tercer Batallán del Ejército de Voluntarios de Ucrania en su posición en el frente de Zaporiyia.

Miembros del Tercer Batallán del Ejército de Voluntarios de Ucrania en su posición en el frente de Zaporiyia. / SVET JACQUELINE

Marc Marginedas

Marc Marginedas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

DJ y Skif, dos soldados del Tercer Batallón del Ejército Ucraniano de Voluntarios desplegados en esta aldea sin identificar del frente de Zaporiyia, tienen la respuesta de por qué la contraofensiva del Ejército de Ucrania logró en verano pasado tan magros resultados. Pese a que las fuerzas de Kiev consiguieron en este punto de la línea de contacto hacer retroceder a las tropas rusas, todo el terreno en el que avanzaban estaba sembrado de densos campos de minas, lo que en la práctica imposibilitaba, una vez asegurada la nueva posición, realizar nuevos progresos. Ahora, cuando han de aproximarse a las posiciones avanzadas de sus tropas, arrebatadas en los meses previos al Ejército invasor, lo tienen que hacer recorriendo durante varios kilómetros estrechas carreteras señaladas y flanqueadas a ambos lados por extensiones repletas de explosivos, una circunstancia que convierte a los ucranianos en un blanco fácil para la artillería enemiga.

"Ayer por la noche, 10 personas de un grupo de 12 de una unidad vecina (se resiste a identificarla) que iban a hacer una rotación murieron después de que los rusos los rastrearan y los bombardearan", lamenta DJ, desgranando lo que es el día a día en este sector del frente. Si las fuerzas defensoras ni siquiera consiguen garantizar el regular relevo de las tropas desplegadas en primera línea, la posibilidad de realizar avances se plantea en estos momentos poco menos que quimérica, viene a admitir. Tanto él como Skif, sentado a su lado, se resisten a calificar de "fracaso" los movimientos del pasado estío. "No logramos avanzar todo lo que queríamos, pero conseguimos liberar Robotine", recuerdan. Contrariamente a lo que se informaba en la prensa, el objetivo en esta zona no consistía en llegar hasta el mar de Azov y romper el corredor terrestre entre Crimea y el Donbás en manos de las tropas rusas. "Nosotros queríamos llegar a Tokmak (a 40 kilómetros al sur, NDR); desde allí, nuestra artillería, con 30 kilómetros de alcance, podía cortar sus líneas de comunicación", especifica.

Los campos de artefactos explosivos que han implantado las tropas rusas en el sur de Ucrania para impedir que el Ejército de Kiev recupere el territorio perdido en los primeros compases de la guerra y que han convertido al país eslavo en el lugar del planeta más minado del mundo pueden estar dispuestos en forma de tablero de ajedrez, con una distancia entre artilugios de tres metros entre una y otra, o en forma de línea, cerrando un camino, con una distancia de unos pocos centímetros. Asimismo, pueden combinar minas antiinfantería, como POM-2, un ingenio terrible compuesto por un cilindro y seis patas estabilizadoras que hace detonación con tan solo ejercer una presión equivalente a 350 gramos y genera grandes dosis de metralla, o diminutas minas antipersona PFM1, de un tamaño de 12 por 6 centímetros, que aunque no acaban con la vida de quienes las pisan, sí provocan la amputación de piernas. Lo que más enoja a DJ y Skif es el limitado riesgo que corren las tropas invasoras a la hora de sembrar de bombas las llanuras del sur de Ucrania y el escaso esfuerzo que deben dedicar a semejante tarea. El Ejército de Rusia cuenta con vehículos como BM27 Uragan que lanzan desde la distancia, de forma aleatoria, las minas. Según las estimaciones del Gobierno, una superficie de 174.000 kilómetros cuadrados ha sido minada, equivalente a la de países como Uruguay, Túnez o Surinam, y se tardarán décadas en revertir esta situación.

"Artillería, munición, taques"

Pese a las especificidades de este frente de guerra, en el que las fuerzas rusas han puesto todos los medios a su alcance para evitar que las fuerzas ucranianas lograran abortar en verano la continuidad territorial de las zonas bajo ocupación, el único logro estgratégico de la invasión rusa lanzada por el Kremlin en febrero de 2022, las demandas dirigidas a los aliados son similares. "Necesitamos artillería, munición, tanques", insiste Skif, reiterando la desventaja que les supone poder disparar 10 veces menos proyectiles de artillería que las tropas rusas. "Fíjese, compré mi propio fusil, y el mortero que tenemos en esta unidad es de 1943", lamenta.

No obstante, a los integrantes del Tercer Batallón del Ejército de Voluntarios les queda la satisfacción de haberse adelantado a los acontecimientos y haber visto venir la calamidad que se le venía encima a Ucrania ya en 2014, hace un decenio, durante la revolución de Maidán. "Supimos que entonces la guerra con Rusia era inevitable, y comenzamos a formar nuestras propias unidades porque no teníamos un Ejército adecuado y no confiábamos que el Gobierno hubiera entendido el alcance del desafío que se planteaba", explica DJ. Ahora, aunque siguen siendo un cuerpo de voluntarios, no cobran salario alguno y reciben armamento, aunque escaso, de las autoridades, se han convertido en una de las unidades con más experiencia militar, capaces de formar a nuevos soldados. Por ello, aunque admiten que la guerra será larga, no dudan de que la victoria se inclinará del lado ucraniano. "Esta guerra durará, pero ganaremos", concluye Skif.

Suscríbete para seguir leyendo