Entender más

Yago Rodríguez, experto en geopolítica: "Acabaremos teniendo un conflicto militar fuerte con Marruecos"

Mohamed VI defiende que Marruecos está en una "posición más fuerte"

Tierras raras: el as en la manga de China que el mundo despreció

Miguel Golmayo (experto en energía): "Pensar que vamos a dejar de depender del petróleo es estúpido"

Entrevista a Yago Rodríguez , experto en geopolítica y defensa.

Entrevista a Yago Rodríguez , experto en geopolítica y defensa. / David Castro

Juan Fernández

Juan Fernández

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Guerras, crisis mundiales, conflictos transfronterizos, pandemias… En los últimos años, los asuntos de escala internacional han estado muy presentes en nuestras vidas, y también la urgencia por entenderlos. Por eso, hoy más que nunca valen su peso en oro los análisis que aportan expertos como Yago Rodríguez (Burgos, 1995). En su canal de Youtube 'Cosas militares' (542.000 suscriptores), su revista digital 'The Political Room' y sus frecuentes apariciones en medios, ofrece claves geopolíticas y mirada amplia sobre noticias que nos asaltan a diario desde lugares remotos. En su último libro, Por un pedazo de tierra (Deusto) explica la tupida pero invisible madeja de hilos que mueven el mundo, poblada por intereses militares, cables submarinos de internet, yacimientos de tierras raras y conexiones varias.

Vivimos tiempos convulsos. ¿Tiene esa sensación?

Si miramos la superficie, el mar parece agitado, pero si descendemos a las profundidades, el mundo lo sigue moviendo lo que yo llamo el ciclo conector, que es un continuo intercambio de personas, mercancías, ideas, inventos, capitales… Esto es así desde hace siglos, pero hoy se ha acelerado. El mundo es más cambiante que nunca y los países necesitan adelantarse más rápido a sus competidores. Porque hay una ley que nunca falla: quien da primero da dos veces.

¿Quién está sabiendo verlo?

El ejemplo paradigmático es China, que hoy controla toda la cadena logística de las tierras raras, desde los yacimientos hasta el producto final. Fíjese, Australia tiene algunos de estos minerales, pero para explotarlos debe llevarlos en buques chinos a refinerías chinas. Si Pekín decide mañana jugar con la oferta de los materiales con los que se hacen los smartphones o las placas solares, podrá hacerlo, estamos en sus manos. Hay algo más de lo que no se habla.

Cuente.

China está vendiendo en todo el mundo, a veces a precio de dumping, escáneres portuarios. Así, está colando su tecnología en los sistemas que registran todo lo que pasa por los puertos del planeta entero: los contenedores, las mercancías, su origen, su destino… Es una información crucial para el mundo que viene, y la van a tener gratis.

Si Pekín decide mañana jugar con la oferta de los materiales con los que se hacen los smartphones o las placas solares, podrá hacerlo, estamos en sus manos

En su libro llama la atención sobre otro elemento estratégico del que tampoco se habla mucho: los cables submarinos.

El 90% del tráfico de internet circula por una red de cables que pasan por lugares muy concretos. Tenerlos controlados o disponer de acceso seguro a ellos es decisivo. La 229 Brigada de Submarinos rusa se dedica, entre otras cosas, a sabotearlos. Hay un buque ruso que, cada cierto tiempo, fondea en un punto del Atlántico, pincha el cable que une Canarias y la península Ibérica, lo espía, y se va. Llegado el caso, podría cortarlo, y cortaría nuestra conexión a la red. Y esto pasa en muchos océanos del mundo. 

La globalización nos hizo creer que el planeta cabe en una mano. Tratamos con Singapur como si estuviera aquí al lado. Pero usted sostiene que la geografía sigue condicionando nuestro destino.

Sí, y esto se ve muy claro en países como el nuestro. España es un país africano, pero no queremos verlo. Nuestro pasado y nuestra geografía nos unen a la región con más horas de sol del planeta, donde mejor se pueden explotar las energías renovables y donde hoy viven 800 millones de personas, que serán 1.600 en pocos años. España debería estar presente en las políticas, los organismos y las narrativas africanas, pero no lo hacemos. Es un error. Pensamos que África solo trae problemas, pero también ofrece oportunidades, deberíamos aprovecharlas.

Da mucha importancia a las grandes ciudades en el panorama geoestratégico mundial. ¿Cómo ve a Barcelona?

Las ciudades son hoy los grandes conectores del mundo, y el lubricante que las mueve es el intercambio de ideas, personas, bienes, tecnología… Barcelona tiene una situación geográfica privilegiada, próxima a Francia e Italia, debería aprovechar su potencial como centro logístico, pero no tiene un gran puerto de mercancías. Valencia sí, y eso le da ventajas. Luego hay factores que no suelen estar en los debates, pero que son importantes. Por ejemplo, poca gente sabe que una de las principales fuentes de PIB de Andalucía es el sector aeronáutico porque tiene dos centros de Airbus. Londres es una potencia financiera. Barcelona debería tener algo exclusivo que ofrecer.

¿Un Airbús catalán?

Le pondré un ejemplo: en Europa no hay ninguna fábrica de tanques y hace años se barajó la posibilidad de instalar una en Catalunya. Al final no se hizo por motivos políticos, porque la industria militar no es la más popular que existe, pero es un ejemplo de oportunidad de riqueza perdida. Una condición indispensable para que se activen los ciclos de los que hablo es la estabilidad política, y los años del ‘procés’ no han ayudado. Las naciones con culturas más dinámicas y abiertas, suelen acelerar su ciclo conector y ganan; las conservadoras y cerradas, lo retrasan y pierden. Esto nunca falla.

Barcelona tiene una situación geográfica privilegiada, próxima a Francia e Italia, debería aprovechar su potencial como centro logístico, pero no tiene un gran puerto de mercancías. Valencia sí, y eso le da ventajas.

Hoy tenemos un problema que hace décadas no estaba sobre la mesa: la emergencia climática. ¿Cómo se pueden seguir acelerando esos ciclos económicos de los que habla en un planeta que está mostrándonos sus límites?

Pero eso también puede ser una oportunidad. Vuelvo al ejemplo de China, que ha sabido verlo. Entendieron que llegaban tarde a la industrialización y que no podían competir con Europa y Estados Unidos en la industria del motor de combustión, así que apostaron muy fuerte por el motor eléctrico. Probaron con decenas de modelos, ensayaron redes de carga en varias ciudades y poco a poco perfeccionaron la tecnología. Resultado: hoy dominan el mercado del vehículo eléctrico, y lo van a dominar más en el futuro.

En ese ecosistema mundial tan competitivo que retrata, ¿qué papel juega España, o debería jugar?

Precisamente, el tema del medioambiente puede ofrecernos grandes oportunidades, y de hecho ya lo está haciendo. Soy muy crítico con nuestra política exterior y de defensa, y reconozco que tenemos muchos defectos como país, pero creo que en los últimos años se han tomado buenas decisiones en el tema de las energías renovables. Con salvedad del autoconsumo, que no se está fomentando como se debiera y estamos desaprovechando una oportunidad de oro para avanzar, España está haciendo una buena apuesta por desarrollar la eólica y la solar que nos permite ir por delante de muchos países en este tema. Hoy exportamos tecnología energética verde, que va a ser muy demandada en los próximos años.

Entrevista a Yago Rodríguez , experto en geopolítica y defensa.

Entrevista a Yago Rodríguez , experto en geopolítica y defensa. / David Castro

¿Y Europa, cómo la ve? En junio habrá elecciones y no paran de oírse mensajes que cuestionan el proyecto europeo. El último, el de los agricultores.

El problema de Europa es que es un gigante económico, un enano político y un gusano militar. Y en política internacional, o eres jugador, o eres tablero del juego de terceros. Europa no se muestra poderosa y más cada vez se la ve más como el espacio donde Estados Unidos y China compiten por ganar, tanto en el terreno comercial como en el tecnológico. El futuro de Europa pasa por constituirse como un Estado, pero eso no está en el horizonte. Además, sufrimos un problema de liderazgo. El país llamado a ejercerlo es Alemania, pero su pasado histórico les aleja de la política dura. Alemania piensa en política internacional en términos de medio ambiente y cooperación, pero no quiere saber nada que tenga que ver con lo militar y el ejercicio fuerte del poder. Con esa mentalidad, no puedes hacer gran política. Europa necesita un líder fuerte, y no lo tiene.

Se van a cumplir dos años de guerra en Ucrania. ¿Qué le llama la atención de lo visto hasta ahora?

La voluntad de ambas partes para acepta tantas bajas sin que pase nada. Si en 2022 me dicen que una sociedad europea iba a sufrir 100.000 muertos y 200.000 heridos sin que nadie protestase, no lo habría creído. ¿Quién ganará? Si Estados Unidos retira su apoyo a Kiev, Ucrania no aguantará. Si lo mantiene, a la larga puede vencer, porque la tecnología militar occidental acabará superando a la rusa. Pronto, las fábricas de munición rusa estarán al alcance de los drones ucranianos. Si Ucrania resiste, puede ganar, pero ha de asumir que una cuarta parte de su población de 25 a 50 años va a morir o quedará malherida.

¿En Gaza se está jugando algo más que una guerra entre Israel y Hamás?

Sí. En primer lugar, se está jugando el destino de la 'arabidad', de la 'Umma'. En los últimos 50 años, la comunidad musulmana se ha mantenido unida en la defensa de la causa palestina, pero esa cohesión se está rompiendo, y esto tiene consecuencias religiosas y geoestratégicas. La otra cuestión es saber cómo queda la tensión entre Irán, que es el gran ‘hegemón’ regional, y los árabes, los beduinos del desierto, que siempre han tenido un sentimiento de inferioridad frente a los persas. La clave es si el enfrentamiento llega a implicar a Estados Unidos frente a Irán, porque eso escalaría el conflicto.

¿Vislumbra un final posible?

Cuando diseñas una estrategia militar, has de conectar los fines con los medios, e integrarlos en un contexto, y Netanyahu no lo está haciendo. Sus decisiones han sido erróneas desde el principio. Dijo que quería aniquilar a Hamás, pero no está claro cómo lo va a conseguir ni qué prevé para el día siguiente. La realidad es que Israel es un estado pequeño que tiene un ejército profesional de rango menor. Los reservistas no están preparados para soportar el combate y el país no tienen capacidad para librar dos guerras a la vez, pero tiene otro conflicto abierto con Hezbolá. No veo a Israel bien encaminada ni con los objetivos estratégicos claros. Netanhayu se dejó llevar por la ira del primer momento, su plan no es realista. 

¿La próxima década del planeta va a depender de quien gane las elecciones en EEUU?

Más que de quién, de cómo actúe. Con Biden, todo seguirá igual, pero si pierde, no sabemos qué Trump llegará a la Casa Blanca. Si es el de 2016, no habrá grandes sorpresas, porque tampoco las hubo en su primer mandato. Pero si decide negociar con los rusos o retirar su apoyo a Ucrania, la reputación de Washington ante el mundo quedará gravemente dañada. Y esto es muy importante para sus aliados asiáticos, que tienen a China por vecina.

Si Trump gana las elecciones y decide negociar con los rusos o retirar su apoyo a Ucrania, la reputación de Washington ante el mundo quedará gravemente dañada

¿Le preocupa el futuro del mundo?

En el plazo corto, no mucho. Ahora estamos en el pico de una ola, pero las aguas se calmarán. Lo gordo vendrá más adelante con Taiwán. El Partido Comunista Chino ha dicho que en 2050 celebrará la unificación del país, y suele cumplir sus planes. A medida que nos acerquemos a esa fecha, la tensión aumentará.

¿Y España?

Acabaremos teniendo un choque militar fuerte con Marruecos. Rabat no ha renunciado a la idea del Gran Marruecos, que incluye Ceuta, Melilla y Canarias, aparte de algunos territorios de Argelia y Mali. De hecho, esta ensoñación se enseña en las escuelas y la tienen muy metida en la cabeza, forma parte del pacto social del país. En los bares encuentras mapas de ese gran país ficticio y la corona alauí lo defiende. Muley Hassan, el príncipe heredero, no para de publicar en su perfil de Instagram que Ceuta y Melilla son ‘ciudades ocupadas’. Esto debería hacernos pensar. Cuando Putin publicaba artículos explicando las razones históricas de la pertenencia de Ucrania a Rusia, tampoco le hicimos caso, y luego pasó lo que pasó.

¿Ve una guerra en el horizonte?

No tiene por qué haber una guerra inmediata, pero Marruecos puede, de repente, mover tropas al norte de Melilla, o plantar un buque en la bocana del puerto y cerrarlo, o utilizar la población civil para generar problemas. Sin necesidad de abrir fuego, puede presionarnos hasta acabar planteando: ¿por qué no compartimos la soberanía de Ceuta y Melilla? La debilidad que España viene mostrando desde el año 2000 les hará creer, más pronto que tarde, que es posible. 

¿Debilidad?

Esta es la clave de todo. España lleva demasiado tiempo cediendo a las presiones de Marruecos sin ponerle freno. Lo hicimos en el tema del Sahara, que es muy importante para ellos, les hemos autorizado a instalar una piscifactoría marroquí en Chafarinas, que es territorio español. Va creciendo la sensación de que pueden salirse con la suya en todos los territorios en disputa. Solo les ofrecemos zanahoria, nunca palo, y ese es un mensaje muy peligroso. Es cuestión de tiempo que tengamos algo gordo con Marruecos. Este problema se podría evitar aplicando una política de defensa disuasoria, pero no la tenemos, y lo acabaremos pagando.

¿Ve a Marruecos dando ese paso frente un país que forma parte de la OTAN?

Pero Ceuta y Melilla no forman parte de nuestro acuerdo con la Alianza Atlántica, y en materia militar, cada vez están más cerca de nosotros. De hecho, ya nos han superado en algunos temas, como en los fuegos de largo alcance. En España no hemos entendido que los marroquís tienen una concepción imperial de su país. Al igual que les pasa a los rusos, piensan que les pertenecen partes de los territorios de sus vecinos. Hoy diría que es muy improbable que suceda una guerra, pero es que la guerra siempre es improbable, hasta que se desata. El 23 de febrero de 2022 era muy improbable que Rusia iniciara una guerra, y todos sabemos lo que pasó.