Reacciones internacionales

Julia Navalni sacude la Conferencia de Múnich, que se vuelca en el repudio a Putin

DIRECTO | Alexéi Navalny: última hora y reacciones a la muerte del líder opositor ruso

MULTIMEDIA | Exilio o muerte: el trágico destino de los opositores en Rusia

Perfil | Alekséi Navalni, castigado y "recastigado" por el régimen ruso

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski / BLOOMBERG

Gemma Casadevall

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La noticia de la muerte del opositor Aleksei Navalni en la cárcel sacudió el arranque de la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC), donde se precipitaron las denuncias contra la brutalidad del Kremlin, un clamor que rozó el llanto ante la presencia de la esposa del disidente, Julia Navalni.

"(Vladímir) Putin debe ser castigado por las atrocidades cometidas contra mi esposo", afirmó Julia Navalni, invitada a subir a la tribuna de oradores de la MSC por el presidente de ese foro, Christoph Heusgen. Fue una intervención breve, fuera de programa e intercalada en la larga lista de las oradores, inmediatamente después de la de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris.

"Son noticias terribles, que recibimos solo a través de medios oficiales. Putin y todo su entorno pagarán por lo que han hecho", afirmó Julia Navalni, luchando con las lágrimas, tras recibir el aplauso del auditorio, puesto en pie, ante una mujer convertida en símbolo del coraje compartido con su marido. Sus palabras eran en una lusión no solo a las circunstancias del fallecimiento, aún por esclarecer, sino al calvario sufrido por su esposo, el más reconocido rival del líder del Kremlin.

Harris se había referido ya al inicio de su intervención a las "trágicas noticias" sobre Navalni, aunque añadió, en tono cauteloso que se trabajaba aún en la confirmación de la muerte. "De ser cierta la terrible noticia, demostrará una vez más la brutalidad" con que actúa Moscú, añadió la vicepresidenta estadounidense, cuya intervención se centró en la necesidad de seguir apoyando a Ucrania.

Anteriormente, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, había instado a Moscú a “dar explicaciones” sobre lo ocurrido. Para el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, no hay necesidad de buscar más confirmaciones, ya que es “obvia” la culpabilidad de Putin.

"Putin siempre mata, no parará de hacerlo. Matará a quien sea, a mi pueblo o a sus opositores, con tal de mantenerse en el poder”, afirmó Zelenski, en una comparecencia desde Berlín junto al canciller Olaf Scholz.

Más diplomáticamente, aunque con contundencia, Stoltenberg había sentenciado que Moscú “tiene preguntas muy serias que responder” por la muerte de Navalny, para exigir a continuación un "completo esclarecimiento de lo ocurrido”.

Para la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, no había dudas tampoco a la hora de señalar al responsable: la muerte de Navalni es "la sombría constatación de lo que son Putin y su régimen", afirmó, asimismo desde la MSC, el foro muniqués que hasta el domingo reunirá a 180 líderes, ministros y representantes de un centenar de países.

Especialmente significativo fue el pronunciamiento de la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, para quien la muerte de Navalvi "es otro oscuro recordatorio del régimen contra el que estamos lidiando". Kallas, contra quien Putin ha emitido una orden de busca y captura, está asimismo entre los líderes invitados a intervenir en la MSC.

Berlín recuerda al paciente al que devolvió a la vida

Entre el pronunciamiento de Zelenski, llamando al Kremlin a “responder por ese crimen" y la advertencia de Stoltenberg, el canciller Olaf Scholz expresó su “profunda tristeza” por la muerte de Navalni. Recordó el líder alemán el paso del opositor ruso por Berlín. Fue en agosto de 2020, unos días después de sufrir un envenenamiento durante un vuelo por Siberia. Cayó de inmediato desplomado, quedó en coma y se temió por su vida, pero finalmente fue tratado en la clínica universitaria de La Charité Berlín. Hasta lograr que Moscú accediera a su traslado a ese hospital fue precisa la intervención de la entonces canciller, Angela Merkel, a la que los familiares y entorno del opositor suplicaron que hiciera valer su influencia ante Putin.

Navalni pasó varios meses en la capital alemana. Los alemanes siguieron su recuperación a través de las fotos que puntualmente colgaba con su mujer y sus hijos desde e hospital. Ya restablecido, decidió regresar a su país. Se subió a un avión de una línea regular, acompañado por personas de su entorno, pese a ser consciente de que inmediatamente sería detenido y encarcelado, como ocurrió. Su esposa, entonces de 44 años, y sus dos hijos se quedaron en el extranjero y residen parcialmente en Alemania. La propia Merkel, que no suele prodigarse en hacer declaraciones desde su retirada del poder, emitió un comunicado afirmando que Navalni "ha sido víctima de la represiva violencia estatal de Rusia".

“Navalny fue un símbolo de libertad y democracia en Rusia. Es por eso exactamente que ha muerto”, apuntó la ministra de Asuntos Exteriores alemana, la verde Annalena Baerbock.  

El apoyo a Ucrania cobra nuevo brio en medio de la tragedia

Que la difusión de la noticia de esa muerte coincidera con el arranque de la MSC dio nuevo impulso a las intervenciones en favor del país agredido por Rusia. A Zelenski se le espera el sábado en Múnich, pero las principales intervenciones en esa primera jornada, como la de la vicepresidenta Harris, se centraron en la necesidad de no ceder en el apoyo a Kiev.

La guerra en Ucrania era ya un tema dominante en la agenda del foro muniqués, seguido de la situación en Gaza. El encargado de abrir formalmente las sesiones fue el secretario general de la ONU, António Guterres, quien una vez más denunció la "devastación" precipitada sobre la población civil palestina. Su discurso inaugural se ciñó a este tema y estuvo precedido por un concierto a cargo de un cuarteto de cuerda de la West-Eastern Divan Orchestra (Orquesta del Diván de Oriente y Occidente), creada por el director argentino-israelí Daniel Barenboim para jóvenes músicos de Oriente Medio. Es una suerte de legado en vida de Barenboim en su lucha por la convivencia entre árabes e israelíes, que se mantuvo en programa, aunque la atención de los medios estaba en esos momentos en la búsqueda de las sucesivas reacciones a la muerte de Navalni.