Perfil
Elecciones en Argentina | ¿Quién es el candidato peronista Sergio Massa?
Sergio Massa se disputará la presidencia con Javier Milei
Perfil | ¿Quién es Javier Milei, candidato a la presidencia de Argentina?
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Llegó la hora para Sergio Tomás Massa. Ha soñado con este momento: pelear la presidencia de Argentina en nombre el peronismo, el movimiento político que ha sabido ser mayoritario y casi imbatible en las urnas, desde 1946. Pero siempre hay una distancia pronunciable entre los sueños y la realidad. El peronismo es hoy una fuerza menguante, devorada por el desastre económico. Le toca a Massa disputar al ultra Javier Milei la segunda vuelta como candidato oficial y, a la vez, ministro de Economía en un país donde la inflación ha perforado el techo del 140%. Bajo esas condiciones busca el milagro político.
Massa es hijo de padres italianos. Tiene 51 años y está casado con Malena Galmarini, madre de sus dos hijos. Su temprana iniciación en la militancia política vino de la mano de un partido neoliberal, la Unión de Centro Democrático (Ucedé). Se sumó muy joven al Gobierno peronista de Carlos Menem, quien, en los años 90 intentó convertirse en otra versión sudamericana del thatcherismo.
El peronismo tiene una gran capacidad de mutar. Puede ladearse más al centroizquierda o a la derecha. Esas oscilaciones las determina la coyuntura. Tras la crisis de 2001, y de la mano de Néstor Kirchner, hizo suya una agenda progresista. Y Massa encontró un lugar bajo el nuevo sol, destacándose como administrador de la mutual de los pensionistas. Cristina Kirchner lo nombró su jefe de ministros en 2008. Cinco años más tarde, se independizó.
Los cables de Wikileaks revelan hasta qué punto se había distanciado del Gobierno del que había formado parte. Durante un almuerzo, le dijo a la embajadora de Estados Unidos que Néstor Kirchner era un cobarde, "psicópata" y enfermo. Tampoco tuvo palabras amables para su esposa, con quien rompió definitivamente en 2013, dándole una paliza en las urnas en las parlamentarias de 2013. Intentó luego un camino propio, sin los resultados esperados.
La amarga experiencia de la administración de derechas de Mauricio Macri obligó al peronismo a juntar sus pedazos para derrotarlo en las urnas. Massa volvió al redil como uno de los dirigentes claves del Frente de Todos que ungió presidente en 2019 a Alberto Fernández. Ya por entonces, cargaba el apodo de "ventajita". Se lo había puesto Macri, pero se volvió de uso común. El arribista del poder, se llama la biografía que ha escrito el periodista Diego Genoud.
"Massa había pasado, sin escalas, de actuar como verdugo de Cristina a ser el jefe a medida que Macri soñaba para el peronismo, para después regresar diluido al útero materno del cristinismo". Según Genoud, "dentro de una clase política dañada por el enfrentamiento endogámico y permanente en contextos de deterioro crónico para la mayor parte de la población", Massa "se distinguía para mal", al punto de que "su imagen estaba entre las peores". Sin embargo, "el destino, su resiliencia o su capacidad extraordinaria para reciclarse lo habían puesto una vez más en el centro".
Esto es lo que sucedió a partir de 2020, primero como presidente de la Cámara de diputados y, desde agosto de 2022, al frente del Ministerio de Economía, cuando la suerte de Fernández pendía de un piolín. Se mantuvo al margen de las disputas entre Fernández y su vicepresidenta. En medio de una situación aciaga, tomó las riendas de una cartera en llamas. Massa demostró osadía. Consiguió el respaldo de Cristina Kirchner. Los viejos odios parecían haber quedado atrás. "Emergía como el único actor capaz de asumir la crisis en medio de un inédito vacío de poder. Había contenido su ambición y había sabido ubicarse a resguardo, a la espera de su oportunidad".
No pudo domar la inflación ni el precio del dólar. Aun así, se lanzó a disputar la presidencia. Ha realizado su campaña en medio de una sequía histórica, alteraciones cambiarias y negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Conocido por sus fluidos contactos con esferas de la política de Estados Unidos, no dudó en ampliar sus relaciones con China. Su olfato y su sentido del pragmatismo lo han llevado a esta instancia. Massa cree que no todo está perdido, y que queda mucho por ganar.
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