Conflicto en Oriente Próximo

Israel aspira a romper todos sus vínculos con Gaza al final de una guerra en tres fases

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Destrucción y muerte en Khan Younis, en la franja de Gaza, tras un ataque aéreo

Destrucción y muerte en Khan Younis, en la franja de Gaza, tras un ataque aéreo / STRINGER / REUTERS

Ricardo Mir de Francia

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Catorce días después de que comenzaran los incesantes bombardeos israelíes sobre Gaza, que han sacado este viernes a decenas de miles de manifestantes en el mundo musulmán pidiendo que se detenga el “genocidio” contra la población palestina, el Gobierno de Binyamín Natanyahu ha aireado por primera vez sus planes para la ofensiva en curso y el marco que aspira a imponer cuando cese la violencia. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, ha anunciado que la campaña militar “para destruir a Hamás” se desarrollará en tres fases e incluirá la entrada de sus tropas en la Franja. Su objetivo final contempla la “creación de un nuevo régimen de seguridad en Gaza” y la “eliminación de la responsabilidad de Israel sobre la vida en la Franja”. Un meta que, a día de hoy, se antoja pura fantasía.

“El 7 de octubre es el día en que empezamos a destruir a Hamás”, aseguró Gallant ante los comités de Defensa y Asuntos Exteriores del Parlamento israelí. Actualmente su ejército se está concentrando en bombardear Gaza con misiles y toneladas de bombas lanzadas por la aviación, un primer estadio que dejará paso “a una maniobra táctica con el propósito de asesinar a sus operativos y dañar la infraestructura” usada por la milicia islamista. Por maniobra táctica entiéndase la anticipada invasión terrestre de la Franja, que Israel ha estado preparando con la destrucción indiscriminada de barrios enteros en el norte y la capital del enclave, así como con la movilización de 350.000 reservistas, que se han sumado a los 170.000 militares de su ejército regular.

En una segunda fase, ya con las tropas israelís dentro de Gaza, Gallant aseguró que la intensidad de los combates se reducirá a medida que sus militares sofocan las “bolsas de resistencia” que queden en Gaza. Semejane horizonte anticipa una guerra larga y con multitud de bajas en ambos lados porque obligará a los militares israelíes a ocupar la Franja, al menos parcialmente y hasta que hayan satisfecho sus objetivos. Como traca final, se crearía “nuevo marco de seguridad en Gaza” e Israel se desentenderá de toda responsabilidad sobre la vida en la Franja. 

Un cúmulo de malas opciones

O lo que quede de ella. Porque hasta la fecha, una cuarta parte de sus viviendas han sido destruidas,  según la ONU. Más de 4.000 palestinos han muerto -- el 70% de ellos niños, mujeres y ancianos, según el ministerio de Salud de Gaza – y otros 11.000 están heridos. La ayuda humanitaria sigue bloqueada en la frontera egipcia y la población ha comenzado a beber de forma recurrente agua salubre de los pozos agrícolas. “Esto aumenta la exposición a pesticidas y otros químicos, lo que pone a la población en peligro de muerte o de brotes de enfermedades infecciosas”, ha dicho este viernes una de las agencias de la ONU.

El esbozo de Gallant deja más preguntas que respuestas y no es necesariamente un reflejo de lo que se pueda estar cocinando en el gabinete de guerra de Netanyahu. No en vano, países como Egipto, Jordania y Turquía, así como la propia Autoridad Nacional Palestina (ANP) del irrelevante Mahmud Abás, han advertido contra toda tentación de expulsar a los palestinos de Gaza para confinarlos en el Sinaí egipcio, una vieja aspiración de la derecha sionista expresada también hace unos días por Danny Ayalon, quien fuera ministro y embajador de Israel en EEUU.

“No les hemos dicho a los gazatíes que se vayan a las playas o se ahoguen, sino que se vayan al desierto del Sinaí. Hay mucho territorio, un espacio casi infinito en el desierto, justo al otro lado de Gaza”, dijo Ayalon en una entrevista a Al Jazeera, poco después de que el Tel Aviv ordenara a más de un millón de habitantes del norte de Gaza a marcharse al sur. Ayalon añadió que se trataría de una medida temporal, pero a tenor del desprecio con el que Israel ha tratado el derecho al retorno de los refugiados palestinos, avalado por las resoluciones de la ONU, nadie le ha creído.

Régimen títere en Gaza

En cualquier caso, la deportación forzosa de la población de  Gaza requeriría la aquiescencia de Egipto, que ha rechazado de forma tajante y reiterada a cualquier plan de ingeniería social. De modo que, ¿a qué se refería Gallant al decir que se creará un nuevo marco de seguridad en Gaza sin la participación del Estado judío? ¿Planea el Gobierno de Netanyahu transferir eventualmente el poder a la ANP y Al Fatah si logra descabezar a Hamás? ¿Dejar la administración del enclave en manos de la ONU, en manos de una fuerza multinacional?

“El plan de Gallant a largo plazo consiste en imponer en Gaza las mismas condiciones que el Área B de Cisjordania, con una autonomía limitada en términos de educación, sanidad y servicios, pero bajo pleno control de Israel en términos de seguridad”, asegura a este diario Menahem Klein, politólogo de la universidad de Bar-Ilan y figura clave en los fallidos procesos de paz de principios del milenio, cuando fue asesor de Ehud Barak. “Para hacerlo tratarán de encontrar a algún colaboracionista para que haga el mismo papel que Abás está haciendo en Cisjordania, donde ha convertido a la ANP en una subcontrata de la ocupación israelí”

Klein considera, sin embargo, que la fórmula no funcionará. “Después de tantos muertos y destrucción en Gaza, el odio hacia Israel va a ser masivo y las ganas de venganza inagotables. No va a funcionar”, dice Klein. Otra posible fórmula la han presentado estos días las principales fuerzas del movimiento colono, la fuerza de choque ultranacionalista y mesiánica que hace de avanzadilla para la colonización. Reclaman que Israel vuelva a ocupar Gaza indefinidamente y se divida el territorio en tres partes, separadas por bloques de asentamientos judíos. Pero es cuestionable que vaya a progresar. Desde que el Estado judío retirara a sus colonos de la Franja en 2005 el apetito entre la población por reocuparla ha sido mínimo. En su lugar, se ha impuesto un régimen todavía vigente de ocupación extraterritorial, en el que Israel controla las fronteras y el espacio aéreo y marítimo de Gaza sin una presencia militar dentro de su territorio. 

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