Entrevista

Ignacio Ramonet: "La guerra de Ucrania ha dividido el mundo en dos, se terminó la globalización feliz"

El periodista y escritor Ignacio Ramonet, durante la entrevista con EL PERIÓDICO.

El periodista y escritor Ignacio Ramonet, durante la entrevista con EL PERIÓDICO. / ANA PUIT

Laura Puig

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Ignacio Ramonet (Redondela, Pontevedra, 1943) es uno de los periodistas y teóricos de la comunicación más reconocidos del mundo y a través de su veintena de libros y sus conferencias ha difundido su pensamiento crítico sobre el mundo, el poder y los medios de comunicación. Entre 1990 y 2008 dirigió la edición francesa de 'Le Monde diplomatique', y ha fundado el Media Watch Global (Observatorio Internacional de los Medios de Comunicación) y la organización ATTAC, impulsora del Foro Social Mundial de Porto Alegre. En la actualidad imparte clases en la Sorbona de París y este viernes es el invitado del Cornellà Creació Fòrum. En esta entrevista con EL PERIÓDICO aborda el fenómeno de las 'fake news', los retos que plantea la inteligencia artificial y los cambios geopolíticos de un tiempo convulso.

La inteligencia artificial abre un mundo de desafíos.

Sí, obviamente va a impactar en sectores que hasta ahora se beneficiaban de las nuevas tecnologías. Los editores están muy preocupados porque aunque los libros sigan teniendo firmas humanas, en parte ya están escritos por la inteligencia artificial. En Estados Unidos, algunos de los títulos de ciencia ficción que mejor se venden son de inteligencia artificial y van firmados como tal. En Hollywood, y por eso están en huelga, la inteligencia artificial hace mejores guiones en el sentido de que los hace de un modo más rápido, más diverso. Y en el periodismo, ya hay muchos géneros, como la meteorología o los resúmenes de los eventos deportivos, que se sirven de la inteligencia artificial.

¿Puede acabar con los medios tal y como los conocemos hoy en día?

El periodismo no puede ser sustituido. Cada vez que cambia la tecnología surge el miedo a que muera. Pero no cabe duda de que a muchos géneros periodísticos no va a ser necesario consagrarles tanto tiempo porque la inteligencia artificial podrá asumir las acciones más repetitivas. En el caso de la investigación, la inteligencia artificial va a ayudar a construir el relato, la narrativa periodística, puede incluso sustituir al narrador, pero los ingredientes los tiene que aportar el periodista.

¿Hacia dónde cree que van los medios?

Hoy en día están siendo sustituidos por las redes, con todo lo que eso conlleva de inclusión de noticias falsas -las 'fake news'-, irracionales y posverdad. La prensa, la escrita pero también la digital, cada vez tiene menos lectores. Y estar bien informado es algo de élite. Lo que ocurre es que a la gente le da igual, porque una noticia falsa tiene igual valor que una noticia verdadera, o incluso más. Las noticias falsas circulan mejor porque son más enormes, sorprenden más, atraen más la curiosidad. Está demostrado científicamente. Y esto sucede sobre todo cuando la sociedad se polariza, la gente se comporta como en un campo de fútbol. Si vas a ver al Barça, por muy mal que juegue no vas a aplaudir al equipo contrario, vas a aplaudir a tu equipo. No te vas a comportar de manera racional, sino de manera fanatizada o clánica. Y eso ocurre con muchas informaciones.

¿Qué pueden hacer las autoridades para limitar la proliferación de 'fake news' sin que eso atente contra la libertad de expresión?

Ahí esta es la dificultad. En muchos países se han tomado medidas e incluso se han aprobado leyes. En algunos regímenes autoritarios, como en Singapur, si se demuestra que una noticia es falsa y que va en contra de la nación, el autor se expone a una pena de cárcel. Pero en una democracia es muy difícil acotar la libertad de expresión aunque, evidentemente, no lo permite todo.

En su último libro, 'La era del conspiracionismo. Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio', analiza precisamente el fenómeno de las 'fake news'. ¿Cómo ha logrado el conspiracionismo abrirse paso y lograr que cada vez más gente se crea las mentiras creadas con fines políticos y defienda teorías locas como las de Qanon?

Qanon es lo más insólito que te puedes imaginar. Pero este verano, en el que se ha estrenado 'Oppenheimer', 'Barbie' o la última de 'Misión Imposible', la película que más éxito ha tenido en Estados Unidos es una que desarrolla las tesis de Qanon, que dice que EEUU y otros muchos países están dirigidos por una secta pedófila cuya preocupación principal es raptar a niños para devorarlos, además de abusar sexualmente de ellos, con el objetivo de consumir una hormona que garantiza la juventud eterna. Y una cosa tan loca como esa hay millones de personas que se la creen. ¿Por qué? Creer lo increíble es lo propio de la fe. No hay fe que crea en cosas cartesianas, eso no existe. Para eso está la ciencia. Pero la gente no se moviliza con fanatismo por algo creíble, sino por algo increíble.

¿Existe alguna vacuna contra el conspiracionismo?

Desde el siglo XVIII pensábamos que la vacuna era la ciencia, la lógica, el racionalismo. Pero eso se está derrumbando. Hasta ahora se pensaba que, como dijo Goebbels, una mentira repetida mil veces se convertía en verdad. Pero hoy, paradójicamente, eso se ha invertido. Hoy una verdad repetida mil veces se convierte en mentira. ¿Por qué un tipo como Milei en Argentina gana las elecciones primarias con las aberraciones que está diciendo? ¿Por qué ganaron Trump, Bolsonaro o Duterte? ¿Por qué está subiendo la extrema derecha? ¿Cómo la gente puede seguir a Vox en España? Debemos entender que esto es lo que está funcionando hoy.

Recientemente Trump ha sido imputado por alentar estas mentiras e incluso animar a sus seguidores a asaltar el Capitolio. ¿Los juicios que tendrá que afrontar pueden evitar que concurra de nuevo a la presidencia?

Lo que se está demostrando es que cada vez que lo condenan le dan mayor publicidad y recaba más apoyos. Con la foto de su ficha policial hizo tazas y ganó 7,5 millones de dólares en 24 horas. Además, la Constitución americana solo pone tres condiciones para ser presidente: haber nacido en EEUU y ser de nacionalidad americana, haber vivido en EEUU al menos durante 14 años, y tener más de 30 años. Trump cumple las tres. Ahora una serie de juristas han dicho que si se le condena en Georgia, donde está acusado de delincuencia en banda organizada para derrocar y subvertir la Constitución, se podría esgrimir para evitar que sea candidato una enmienda al artículo 13 de la Constitución que se introdujo en 1868, tres años después del final de la Guerra de Secesión. Esa enmienda dice que no podrá presentarse como candidato ninguna persona que haya participado o condenada por subversión, por golpista. Se redactó para evitar que los confederados pudieran ser presidentes. Otros juristas dicen que aunque eso funcione, si se le impide ser presidente, se va hacia una guerra civil porque la mitad de los americanos están a su favor.

En una entrevista reciente ha criticado duramente la cobertura informativa de la guerra de Ucrania.

Basta con abrir los ojos. No sabemos nada de lo que está pasando. No digo que los medios en Occidente no tengan razón, yo mismo estoy en contra de la invasión de Ucrania y pienso que es una agresión, pero el problema es que yo no sé lo que está pasando porque hay una especie de censura general. Solo se puede hablar bien de nuestros amigos ucranianos, que nunca hacen nada mal, que son perfectos, que hacen una guerra limpia, que no matan a nadie que no tengan que matar. Eso es un cuento de hadas. Algo así no había ocurrido nunca, ni siquiera durante la guerra de Irak, donde en todos los países países había gente que estaba a favor y en contra. Aquí no, hay unanimidad a pesar de que pensábamos que con la multiplicación de las redes sociales íbamos a tener más pluralismo. La guerra de Ucrania es la demostración de que hoy, con redes o sin redes, estamos más manipulados que nunca.

Recientemente el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) ha anunciado que abren sus puertas a nuevos miembros. ¿Cree que esta ampliación plantea un pulso a la hegemonía de Occidente?

Estamos asistiendo a lo que podríamos llamar una desoccidentalización de la política internacional. Por una parte, nadie hace ya referencia a Naciones Unidas porque están totalmente ausentes y silenciadas, no funcionan. Además, desde la guerra de Ucrania el mundo se ha fracturado en dos, se terminó la globalización feliz. Y por último, vemos cómo a la inmensa mayoría de los 195 países del mundo las sanciones de EEUU a Rusia por la guerra les dan completamente igual. No las respetan. EEUU ya no es el imperio.

Además del fin de la globalización, también piensa que el neoliberalismo ha llegado a su fin y que el capitalismo está buscando un nuevo modelo. ¿Hacia dónde vamos?

El capitalismo tenía como modelo la globalización, que duró 40 años, hasta 2008, cuando la crisis financiera demostró que ya no se podía sólo crear riqueza a base de las finanzas. Por otra parte, el modelo neoliberal que estaba basado en la transferencia de las unidades de trabajo hacia países del sur, donde la mano de obra era barata, está desapareciendo. Ahora hay una voluntad de reindustrialización, que es el modelo Biden. Pero no va a ser tan fácil porque la reindustrialización supone encontrar trabajadores especializados, y no los hay. Las universidades no producen suficientes ingenieros.

En su opinión, el socialismo es el futuro de la humanidad, pero algunos intentos de aplicarlo han fallado estrepitosamente. ¿Cómo cree que debería aplicarse este modelo? 

Lo que ha fallado esencialmente han sido los comunismos autoritarios. Han fracasado en todas partes. ¿Pero qué hay que entender por socialismo? Pues una sociedad más apaciguada, en la que el ser humano es tomado en cuenta y en el que la decisión, cualquiera que sea, es más colectiva. Durante la pandemia del covid se descubrió que ya no se podía seguir viviendo como lo hacíamos, porque los 40 años de neoliberalismo habían desmantelado nuestras sociedades. Ahora estamos en un momento en el que dos dinámicas muy fuertes atraviesan nuestra sociedad: la ecologista y la feminista. Estas sólo pueden encontrar mayor energía y mayor traducción en la transformación hacia una sociedad más abierta y no una sociedad autoritaria, machista, capitalista a la antigua. Así es como lo veo, pero es más bien utópico.