Entender más

Alemania: coaliciones multicolores para frenar a los ultras

La cancillera Merkel presidió tres gobiernos aliada con su rival socialdemócrata en aras de la estabilidad del país

Traspaso de la cancillería entre Angela Merkel y Olaf Scholz.

Traspaso de la cancillería entre Angela Merkel y Olaf Scholz. / REUTERS / FABRIZIO BENSCH

Marina Ferrer

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La imagen de la conservadora Angela Merkel traspasándole el poder al socialdemócrata Olaf Scholz, el 8 de diciembre de 2021, es uno de los momentos más representativos de la transición armoniosa tras la última gran coalición, la 'Groko', como se la denomina en Alemania. Merkel le deseó “de corazón” éxito a su sucesor y alabó el espíritu de equipo de la alianza de gobierno que ambos compartieron. Scholz le entregó a continuación un hermoso ramo de flores a quien había sido su jefa. Habían transcurrido unos meses desde la victoria electoral de Scholz, quien se impuso contra pronóstico al candidato conservador –Armin Laschet--. Representaba de algún modo la continuidad respecto a Merkel, pese a pertenecer cada uno a las dos familias políticas que desde la fundación de la República Federal de Alemania (RFA) se habían alternado la cancillería.

A Scholz, vicecanciller y titular de Finanzas en la última 'Groko' de Merkel, se le reconoce como un socialdemócrata moderado, que tras su victoria sobre los conservadores optó por un tripartito con los Verdes y el Partido Liberal (FDP). Merkel se despidió del poder tras 16 años encumbrada como estandarte del consenso, pero entre críticas del ala derechista de la Unión Cristianodemócrata (CDU), la formación que dirigió durante 18 años, que le reprochaba haber “socialdemocratizado” el partido de los patriarcas Konrad Adenauer y Helmut Kohl.

Sin gobiernos de minoría

Merkel había llegado a la cancillería en 2005 como candidata de la CDU y su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) tras imponerse por la mínima ventaja al socialdemócrata Gerhard Schröder; la aritmética post-electoral no daba otra fórmula que la gran coalición, en un país que rehuye los gobiernos en minoría. Repitió dos veces más esa constelación –en su tercera y en la cuarta legislatura-. Siempre por no existir otra fórmula de gobierno que le garantizara la mayoría estable y, desde 2017, porque la irrupción de Alternativa para Alemania (AfD), única fuerza del espectro ultraderechista que ha logrado escaños en el Bundestag (Parlamento federal), acrecentó el ansia por la estabilidad.

Merkel reinstauró así una alianza entre las formaciones mayoritarias que, a escala federal, solo había tenido la RFA en una corta etapa –entre 1966 y 1969, bajo el conservador Kurt Georg Kiesinger--. Consolidó la 'Groko' como un recurso para cuando no queda otro remedio ante la erosión persistente de las dos grandes familias políticas. Ambas son ya incapaces de alcanzar el listón del 30 % --el SPD quedó en un 25,7 % en 2021, frente al 24,1 % que sumaron CDU/CSU-- y tampoco alcanzan ya la mayoría necesaria con uno solo de sus socios naturales –Verdes o liberales, respectivamente--.

Sí existían, en cambio, abundantes ejemplos de gran coalición en gobiernos regionales, es decir, en los estados federados o 'Länder'. Tradicionalmente, en Alemania las constelaciones posibles de gobierno federal pasan por una fase de rodaje regional. La diversificación de las constelaciones posibles se ha amplificado entre los 'Länder' a raíz de la irrupción de la ultraderecha como fuerza parlamentaria y el rechazo del resto a toda cooperación con ésta.

Alianzas contranatura

La CDU/CSU mantiene el cordón sanitario o cortafuegos estricto también en los estados federados, incluidos los del este, donde la AfD es segunda fuerza –o primera incluso, en intención de voto--. Es decir, donde para evitar su entrada en un Ejecutivo se precisan a menudo alianzas contranatura. Se sostiene el cortafuegos, pese a las presiones de agrupaciones de la CDU del este para “abrirse al diálogo” con AfD, hasta ahora rechazadas por el líder actual del partido, el derechista Friedrich Merz, enemigo histórico interno de la centrista Merkel.

El caso más espectacular se dio 2020 en Turingia, en el este, cuando la CDU respaldó junto con la AfD la elección del liberal Thomas Kemmerich como jefe de su gobierno regional. Merkel ordenó a los suyos repetir esa votación, entre una cascada de dimisiones incluida la de quien estaba predestinada a ser su sucesora, Annegret Kramp-Karrenbauer. El resultado fue la reelección para el puesto de Bodo Ramelow, único líder de Die Linke que ha logrado dirigir un gobierno regional y actualmente al frente de una coalición en minoría con socialdemócratas y verdes. La CDU, partido que desde la reunificación alemana ha combatido a la Izquierda como “heredera política” del régimen del Muro, respalda puntualmente a Ramelow en virtud de un “pacto de estabilidad” destinado a neutralizar el ímpetu de la ultraderecha.

Otras constelaciones atípicas pero exitosamente experimentadas a escala regional son las que lideran los Verdes en Baden-Württemberg con la CDU como socio menor o algunas formas de tripartitos atípicos. Las modalidades que se barajan a cada elección regional son muchas, algunas de las cuales reciben nombres exóticos –Jamaica o Kenia-- por identificarse los colores de sus partidos con las banderas de esos países. Ninguna contempla la AfD, cuyo color identificativo es el azul.

Suscríbete para seguir leyendo