Batalla geopolítica

La carrera militar entre EEUU, China y Rusia redobla la amenaza de una guerra en el espacio

Europa se queda por ahora en la retaguardia de la batalla espacial

La 'invasión' de los satélites espía: los países multiplican su inversión militar en el espacio

Las empresas españolas ganan protagonismo en la nueva era espacial

En esta competición extraterrestre, "estar más arriba que el adversario es muy importante en la doctrina política estadounidense", indica un ingeniero aeronáutico

La Estación Espacial Internacional con la Tierra detrás.

La Estación Espacial Internacional con la Tierra detrás. / DPA

Alba Mármol Arnan

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Conquistar el espacio para dominar la Tierra. En estos tiempos que corren, una guerra más allá de la órbita terrestre es una hipótesis real y sensata. Los expertos argumentan que la pugna por dominar el espacio se ha reactivado, pero en unas condiciones económicas y geopolíticas diferentes a las que en su día impulsaron la carrera entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En estos momentos, todas las grandes potencias del globo quieren sumarse, a su manera, a esta nueva batalla espacial. Y cada vez son más las voces que advierten que la dimensión militar del espacio se está convirtiendo en algo imprescindible para entender esta nueva etapa de la carrera espacial.

Según explica Marcello Spagnulo, ingeniero aeronáutico y autor de los libros 'Geopolítica de la exploración espacial' y 'Capitalismo estelar' (de la editorial italiana, Rubbettino), "la órbita espacial se ha convertido en un lugar real para una guerra". En este sentido también coincide Amy Nelson, investigadora del think tank Brookings Institution especializada en seguridad, estrategia, tecnología y política exterior, quien argumenta que "aunque una guerra supondría el peor de los escenarios, el espacio sí se ha convertido en un dominio para la competición".

El ejemplo más ilustrativo de este nuevo fenómeno es, quizás, el impacto de la guerra de Ucrania en los proyectos espaciales. En 2022, el inicio de la guerra de Ucrania y el anuncio de las primeras sanciones contra Rusia, Yuri Borísov, el entonces jefe de la agencia espacial rusa Roscosmos, lanzó una serie de declaraciones incendiarias sobre su política espacial. Primero, en un momento de especial tensión, amenazó con estrellar una parte de la Estación Espacial Internacional (EEI) contra el suelo terrestre. Después, anunció que Rusia abandonaría la plataforma espacial —considerada como uno de los mayores proyectos de cooperación de la historia— y que construiría una estación espacial propia.

Fue así como, en tan solo unos meses, Rusia anunció el fin de proyectos espaciales que, hasta ahora, se consideraban verdaderos símbolos de cooperación internacional para supuestamente embarcarse en misiones propias. Borísov comunicó la cancelación de varias misiones conjuntas con Europa y Estados Unidos —como, por ejemplo, una histórica misión a Marte que iba a llevar el nombre de Rosalind Franklin— y anunció la retirada del personal ruso del puerto espacial europeo de Kourou, en la Guayana Francesa. "La guerra en Ucrania ha sido un antes y un después en la exploración espacial", afirma Spagnulo. "Nos encontramos en un momento de incertidumbre", certifica el experto tras los acontecimientos del último año.

Los expertos alertan de que la dimensión militar en el espacio es cada vez más importante y la posibilidad de un conflicto en el futuro es real

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Tratado del Espacio Exterior

La carrera por conquistar la Luna se ha vuelto a convertir en un nuevo objetivo geopolítico. En esta competición extraterrestre, "estar más arriba que el adversario es muy importante en la doctrina política estadounidense", indica Spagnulo. Estados Unidos, junto con una treintena de países aliados, ya ha puesto en marcha un nuevo programa espacial conocido con el nombre de Artemis con la intención de volver a pisar la Luna, crear una estación espacial en este suelo y, a partir de ahí, impulsar misiones a Marte y más allá. "Quieren ser los primeros en llegar allí, ya que quien llega primero tiene el poder de dictar las reglas del juego", explica el ingeniero. Pero no están solos. Cada vez son más los países que se empeñan en dejar su huella en el satélite terrestre.

Rusia también se ha sumado a esta carrera por reconquistar la Luna. Si bien es cierto que en el último año este país "se ha concentrado en el terreno y ha dejado un poco de lado el dominio espacial", según subraya Nelson, la nueva realidad geopolítica pone sobre la mesa la posibilidad de un "acuerdo fuerte con China". Según apunta Spagnulo, "podríamos presenciar un nuevo bloque con China y Rusia" en los proyectos lunares. En estos momentos China destaca como un país muy avanzado tecnológicamente en el terreno espacial y ya cuenta con satélites e incluso un vehículo de exploración en la cara oculta de la Luna.

A diferencia de la carrera espacial del siglo XX, Nelson explica en la actual hay "muchos más actores". A pesar de no estar al nivel de los estadounidenses y los chinos, hay otras naciones como India, Japón, Israel, Corea del Norte y del Sur e Irán que también tienen capacidad para enviar satélites, cohetes u otras infraestructuras al espacio. "Tienen fundamentos para tener un rol en el espacio y son extremadamente importantes a nivel geopolítico. No debemos olvidarlas", insiste Spagnulo. En los últimos años, también se ha observado una fuerte privatización en el ámbito de la innovación tecnológica espacial. "Las capacidades nacionales antes eran de los estados, y ahora nos estamos aproximando al sector privado", señala Nelson. Un claro ejemplo de ello es la llegada de Elon Musk y Jeff Bezos a esta competición espacial: dos multimillonarios empecinados en liderar la reconquista de la Luna.

Las tensiones geopolíticas infectan los nuevos proyectos espaciales

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Josep Maria Trigo, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya, afirma que entre los minerales más abundantes de la Luna están "los silicatos, cuya extracción de hierro y magnesio podría tener aplicaciones aeroespaciales". Asimismo, "su silicio se puede usar para construir placas solares, y el sodio y el magnesio, como cementos". Por último, "su oxígeno puede servir para el apoyo de seres vivos en las bases, o como combustible", agrega el experto. Por otro lado, muchos análisis revelan la presencia de Helio 3 en la Luna: un gas considerado "el Santo Grial" del espacio, se podría utilizar como combustible en reactores de fusión nuclear (aunque Trigo señala que esta tecnología "aún no está madura").

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